Filipinas: ayudar a una comunidad de cultivadores de algas a mantenerse a flote en Zamboanga

18 julio 2015
Filipinas: ayudar a una comunidad de cultivadores de algas a mantenerse a flote en Zamboanga
En el pueblo de Layag-Layag, las casas se construyen sobre pilotes. No hay red de carreteras ni tierra firme que conecte las casas . CC BY-NC-ND/CICR/J. Aznar

En la pequeña comunidad costera de Layag-Layag, en la ciudad de Zamboanga, las familias dependen del mar como fuente de ingresos y cultivan y cosechan algas. Para generaciones de miembros de la comunidad Tausug que viven allí, es la única forma de ganarse la vida que conocen.

En este pueblo, las casas se construyen sobre pilotes. No hay red de carreteras ni tierra firme que conecte las casas , así que cada familia tiene su propio barco y lo utiliza tanto para movilizarse como para ganarse la vida. Los manglares las separan de la tierra firme, que está a solo 15 kilómetros en lancha.

Layag-Layag fue uno de los pueblos costeros más afectados por los enfrentamientos que estallaron en la ciudad de Zamboanga en septiembre de 2013. Las familias huyeron y buscaron refugio en las aulas de los colegios públicos, que después se transformaron en centros de evacuación.

Cuando concluyeron los enfrentamientos, la mitad de los habitantes del pueblo volvieron a casa y descubrieron que sus barcos ya no estaban. Algunos fueron incendiados, mientras que otros sufrieron daños, fueron arrastrados al mar o quedaron sin motor a causa de robos. Muchas familias fueron asimismo desplazadas de sus hogares, algunas de ellas durante más de un año.

Las mujeres, como Rajam, ayudan a preparar los plantones. CC BY-NC-ND/ CICR /S. Velasco

"Fue difícil porque perdimos el trabajo y no teníamos una fuente de ingresos en el centro de evacuación, así que dependíamos de la ayuda", recuerda Rajam, de 42 años y madre de seis hijos, cuya familia entera depende del cultivo de algas para su subsistencia.

Rajam y su esposo, Hussein, utilizaron un subsidio en efectivo del CICR para comprar plantones y reconstruir su granja de algas. Hasta la fecha, el CICR ha dado incentivos en efectivo a más de 35.000 familias, para permitirles reconstruir sus vidas tras los enfrentamientos en Zamboanga.

Como la mayoría de las familias que perdieron sus barcos, Hussein pidió prestado el de un vecino mientras ahorraba para comprar uno nuevo. Le llevó un año hasta finalmente volver a tener su propio barco.

Mejorar los medios de subsistencia de una comunidad

Todas las casas de Layag-Layag tienen una pequeña zona que se utiliza para secar algas, dado que los productos secos se pueden vender mucho más caros que las algas frescas. Sin embargo, debido a la escasez de espacio disponible para secar, los cultivadores de algas se ven obligados a vender su cosecha a menor precio a un mayorista local.

Mediante una actividad de construcción de "dinero por trabajo", el CICR apoyó un proyecto conjunto de las Mujeres de la Juventud Unida de Filipinas y la Agencia de la ONU para los Refugiados con el objetivo de construir secadores solares montados sobre pilotes de hormigón, lo cual representó una fuente alternativa de ingresos para 120 cultivadores de algas.

En febrero de este año, se completaron dos secadores de algas (uno en Layag-Layag y otro en el pueblo vecino de Leha-Leha), cada uno de ellos con capacidad para contener y secar 4.000 kilogramos de algas. Además, se organizaron cooperativas para mejorar los ingresos en esas comunidades.

Hussein empezó a cultivar algas a los 19 años. CC BY-NC-ND/CICR/J. Aznar

"Tener un secador es una gran ayuda para los cultivadores de algas como yo. Ahora podemos vender nuestros productos a un precio mucho mejor", señala Hussein.

Casi dos años después de que cesaran los enfrentamientos, Hussein ha recuperado su fuente de ingresos y pasa la mayor parte de los días en el mar, cuidando su parcela de algas.

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Fotos: Reconstruir vidas en una comunidad de Zamboanga

Los habitantes de la comunidad costera de Layag-Layag, en la ciudad de Zamboanga, dependen del cultivo de algas para obtener sus ingresos. Cuando empezaron los enfrentamientos en septiembre de 2013, fueron de los primeros en verse afectados: las familias fueron desplazadas y se perdieron medios de subsistencia. Para ayudarlos a volver a empezar, dimos apoyo a la construcción de un secador solar de pilotes comunitario, mediante una actividad de "dinero por trabajo" que realizaron los cultivadores de algas.

Relato de Sarah Velasco, responsable de comunicación del CICR