“Mi hijo menor ni siquiera sabe que estoy aquí. Cuando hablamos por teléfono, trato de ser fuerte, aunque casi no puedo hablar. Como mujer, esta situación es muy difícil”.
“Después de construir una carrera por 15 años, cometí un error que me cambió la vida. Desde que perdí mi libertad, me he mantenido ocupado a través del estudio. A pesar de todo, ha sido una experiencia de aprendizaje profunda”.
“Mi situación afecta a muchas personas. Confrontar eso ha sido difícil, pero este lugar te puede enseñar mucho porque no tienes a tu familia. Adentro, uno tiene que aprender a ver la vida de otra forma”.
“La fiesta de quince de mi hija fue ocho días después de que me detuvieron. Mi esposa me dejó. Cuando alguien va a la cárcel, todos en su familia sufren. Es una sentencia doble: una persona es castigada adentro; su familia es castigada afuera”.
“Traté de salir adelante, pero de repente las cosas empezaron a colapsar frenéticamente. Me encontré con un amigo que prometió ayudarme si hacía algo por él. No pensé con claridad y tomé una decisión terrible. Por eso estoy aquí”.
“No soy una persona agresiva, pero simplemente un día se me salió el animal que llevaba dentro de mí. La gente casi no cree que yo pude haber hecho algo así”.
“Juan es una muy buena persona y decidí darle una oportunidad. Nos casamos. Vivimos juntos por tres años antes de que lo detuvieran. Aunque la situación es difícil, jamás me he arrepentido de mi decisión. Jamás he dejado de creer en él”.
“Para mí, estar aquí adentro es una situación especialmente mala, porque ya no puedo ayudar a mi familia. Deseo verlos con más frecuencia, pero entiendo las razones por las que no pueden venir. Lo más importante es que tengan para comer”.
“La ausencia de mi madre ha sido muy dura para nuestra familia, pero por suerte no he dejado de estudiar. Estudio ingeniería ambiental y trabajo en la universidad como joven investigadora”.
“Lo visitamos cuando podemos, pero es difícil, porque muchas veces no tenemos nada para traerle. La esperanza de los detenidos es que su familia les traiga algo bueno de comer los domingos, pero no queremos decepcionarlo”.
“Mi madre me regaló una pulsera durante su primera semana en la cárcel. Me dijo que la llevara y que nunca me la quitara, porque tengo que devolvérsela cuando salga”.
“Cada domingo a las cuatro de la mañana salgo de la casa para ir a la cárcel. Hago la fila para recibir una estampilla de visita en el brazo. Es difícil la sensación de atravesar los portones: cada puerta cerrada con llave me quita un poco más la energía”.
“Cuando los detenidos tienen la oportunidad de estudiar o trabajar, o cuando sus familias reciben apoyo, eso puede cambiar su salud física y mental. Se frustran si no pueden hacer nada con su tiempo ni poder apoyar económicamente a sus familias”.
Poner rostro a las historias, deseos y esperanzas de las personas privadas de libertad en las prisiones del país ha sido el objetivo de la campaña del CICR "Humanos adentro y afuera", con ocasión de los 100 años de visitas a personas privadas de libertad alrededor del mundo (1915-2015). En tres centros de detención y afuera de ellos, el artista Benjamin M. Betsalel retrató a 13 personas, entre ellas siete detenidos, cinco familiares y un guardia penitenciario. Lo más importante de esta obra es su mensaje: que sea adentro o afuera, el valor de la dignidad prevalece.