Acabo de regresar de un viaje de seis días a Siria, donde visité Alepo junto con nuestro equipo para ver de primera mano la destrucción que dejó a su paso el terremoto. Fue la cuarta vez que visité esta ciudad.
Me abrumó la magnitud de la destrucción y la pérdida que sufrieron las familias durante apenas 60 segundos la madrugada del 6 de febrero.
En otras oportunidades, observé la crueldad que padeció la población civil a raíz del conflicto armado. Pero esta vez me abrumó la magnitud de la destrucción y la pérdida que sufrieron las familias durante apenas 60 segundos la madrugada del 6 de febrero.
Más de diez años de conflicto armado han provocado una destrucción a distintas escalas y en distintos momentos para cada comunidad. Pero en este desastre natural, hubo hogares a ambos lados de la línea del frente reducidos a montañas de escombros. Por todos lados, todos se vieron afectados por el dolor y la pérdida.
Precisamente este sufrimiento colectivo es lo que debería llevarnos a dejar de lado lo político y permitir que la asistencia internacional llegue a las personas que la necesitan de cualquier manera posible. Mi temor es que si esto no ocurre hoy, ¿cuándo ocurrirá? ¿Cuántos más deben sufrir por vivir donde viven?
Tenemos que contemplar todas las opciones –convoyes transfronterizos y vías de suministro desde dentro de Siria– para aumentar nuestra acción de manera que esté a la altura de lo que merecen los sirios en todo el país, particularmente en las zonas más castigadas por el terremoto, en Alepo, Idlib, Latakkia y Jableh. La población necesita bienes y servicios básicos –alimentos, agua, asistencia de salud– con urgencia, pero también necesita ayuda a largo plazo para reconstruir su vida tras el paso del terremoto y tras años y años de conflicto armado.
El impacto de la asistencia que brindan nuestros equipos en las zonas a las que tenemos acceso es muy significativo
El impacto de la asistencia que brindan nuestros equipos en las zonas a las que tenemos acceso es muy significativo. Hemos movilizado equipos para prestar asistencia vital en Alepo, Latakia y Tartous. Junto con la Media Luna Roja Árabe Siria, hemos llegado a más de 30.000 personas por medio de asistencia en forma de agua, artículos de higiene, alimentos y colchones. Hemos donado medicamentos e insumos a seis hospitales y ayudado a reparar albergues que alojan a familias desplazadas. Enviaremos más equipamiento médico y socorros básicos para ayudar a miles de familias que perdieron su vivienda. Por otra parte, me resulta alentador ver los esfuerzos de la Sociedad de la Media Luna Roja Palestina en la región.
En paralelo a los socorros tan necesarios, en los últimos doce años, el CICR ha trabajado para prevenir el colapso de la infraestructura crítica para que las comunidades mantengan, como mínimo, el acceso a servicios esenciales como agua potable y asistencia de salud. Una vez más, este terremoto nos obliga a repensar en cómo apoyar con eficiencia a la población siria que tan resiliente ha demostrado ser. ¿Qué es, exactamente, lo que más necesitan las comunidades? ¿Hasta dónde podemos llegar con la rehabilitación de la infraestructura esencial? ¿Cómo facilitamos alojamiento para cientos de miles de personas?
Necesitamos a la comunidad internacional para ayudarnos a satisfacer esas necesidades. Hoy pedimos a los donantes otros 30 millones de francos suizos para contribuir a la respuesta a la catástrofe. De esta manera, nuestro presupuesto total para Siria asciende a 200 millones de francos suizos, fondos necesarios para satisfacer las necesidades humanitarias en todo el país.
La organización estuvo presente en Siria durante más de una década de conflicto armado; tenemos la determinación de prestar apoyo a los sirios en todo el país y haremos todo lo que podamos para ayudar a las comunidades afectadas a recuperarse de lo que está resultando ser una ola tras otra de crisis debilitantes para las familias sirias.
Más información:
Fatima Sator, Ginebra (inglés, francés),
fsator@icrc.org, +41 79 848 49 08