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Las necesidades humanitarias se intensifican en la región de Tigray, en Etiopía

El jefe de Actividades Operacionales del CICR en Etiopía, Jeremy England, dialogó hoy con parlamentarios británicos sobre la situación humanitaria en el norte de Etiopía. En este artículo, expone sus principales preocupaciones e insta a todas las partes a proteger a la población civil.

Es el miedo a no saber de dónde vendrá tu próxima comida. Miedo por los seres queridos desaparecidos. Miedo por lo que les deparará el futuro.

El miedo y la incertidumbre acechan a los habitantes de la región de Tigray, en Etiopía. Puede oírse en sus voces. Han soportado un periodo traumático de enfrentamientos y ahora se encuentran en una coyuntura crítica.

La región necesita estabilidad y una amplia asistencia ante las necesidades, tanto urgentes como a largo plazo.

Hacia lo desconocido

Desde que estallaron los enfrentamientos a principios de noviembre, las personas que se habían desplazado a raíz de los combates afrontan enormes dificultades por conseguir lo básico que necesitan para sobrevivir: alimentos, agua, refugio y asistencia de salud.

Cuando nuestros equipos hablan con los miembros de las familias, incluso durante mi más reciente visita a Tigray, la comida sigue siendo lo más importante para ellos.

La violencia tuvo lugar durante la temporada de cosecha, algo que, sin duda, tendrá efectos negativos en la provisión de alimentos en el futuro inmediato.

En varios campamentos para desplazados y en comunidades de acogida, ha comenzado la distribución de alimentos, pero es necesario aumentar rápidamente.

Luego, se escuchan historias sobre seres queridos dados por desaparecido en medio del caos al huir de la violencia, o sobre familiares en diferentes partes de la región a quienes no pueden contactar: incluso nuestros propios colegas enfrentan estas preocupaciones.

La comunicación se hace difícil aún, pese a las nuevas conexiones en algunas zonas urbanas.

Junto con la Cruz Roja de Etiopía y la Media Luna Roja Sudanesa, hemos conseguido ayudar a 11.300 familias a restablecer el contacto.

Pero, en última instancia, no sabemos cuántas personas han sido desplazadas ni a dónde han ido. No sabemos cuántas personas han perecido. Ninguna cifra es segura.

Esto es lo que más me preocupa: aún no conocemos el verdadero nivel de necesidad en las zonas rurales. Nadie lo sabe.

Prácticamente, hemos duplicado nuestro presupuesto para Etiopía para apoyar nuestras actividades de socorro, pero este llamamiento adicional de fondos no se basa en información completa de toda la región.

Se basa en el nivel mínimo de necesidad, tal y como lo vemos, así como en nuestra capacidad actual de respuesta.

La realidad podría ser mucho peor; es posible que debamos hacer mucho más.

Asistencia de salud en deterioro

Fuera de Mekelle, la capital regional, tenemos equipos en todas las zonas de Tigray y trabajamos muy estrechamente con la Sociedad Nacional de la Cruz Roja de Etiopía.

Pero el CICR, al igual que otros organismos humanitarios, tiene un acceso limitado más allá de las ciudades principales.

En nuestro caso, no es que se nos impida el acceso deliberadamente, sino que se trata, más bien, de una cuestión de inseguridad continua, de los diferentes actores armados involucrados, así como de limitaciones logísticas.

Aunque el acceso a la asistencia humanitaria es la prioridad, también debemos hablar sobre la restauración de los servicios públicos básicos.

En medio de la afluencia de personas a Mekelle, las calles de la ciudad comienzan a tener cierta apariencia de normalidad. Las tiendas, los mercados y los cafés han vuelto a abrir. El suministro eléctrico y las redes de comunicación se han restablecido, a pesar de las interrupciones ocasionales.

Lo mismo ocurre en las ciudades al norte de Mekelle, y es un dato alentador, pero no es indicativo de la situación en las zonas rurales.

Los enfrentamientos armados continúan en algunas partes de Tigray. Nos preocupa que, debido a las persistentes hostilidades, la población no pueda acceder a la asistencia de salud ni a la derivación a los distintos niveles de atención que puedan necesitar.

La gran mayoría de los centros de atención primaria de salud de la región no funcionan, ya sea por falta de suministros o por saqueos.

Estos centros suelen prestar asistencia sanitaria a cerca del 70% de la población. Esto supone una enorme presión sobre los centros de atención de salud secundaria.

Pero, más allá de Mekelle, nuestra información sugiere que numerosos hospitales solo funcionan parcialmente, e incluso algunos están cerrados.

También ha desaparecido un tercio de las ambulancias de la región. No les resulta seguro prestar sus servicios fuera de las ciudades principales.

Garantizar la entrega de suministros a los hospitales de Tigray es una prioridad para nosotros. Hasta ahora, hemos prestado apoyo a siete hospitales y tres centros de salud primaria en las principales ciudades.

Las necesidades humanitarias no se limitan a Tigray. El CICR también ha apoyado a los hospitales de las regiones vecinas que atienden a las personas que han huido de los enfrentamientos.

En la región este de Sudán, más de 60.000 personas han cruzado la frontera en busca de refugio. Junto con la Media Luna Roja Sudanesa, estamos trabajando en dos lugares de acogida y en un campamento de refugiados.

Los colegas allí me han hablado de las terribles condiciones y de cómo la población está conmocionada. Muchas personas tienen heridas del viaje y están desesperadas por restablecer el contacto con sus seres queridos..

¿Qué sucederá a continuación?

Llevamos cuatro meses de crisis. Aunque lo peor de la violencia puede haber cesado, mi propio temor es que las cosas aún podrían empeorar y que la crisis humanitaria en situación en Tigray podría llegar a ser otra crisis humanitaria prolongada.

El CICR ha hecho repetidos llamamientos instando a todas las partes que participan en los enfrentamientos a proteger a la población civil, a respetar al personal de salud y las instalaciones sanitarias, y a permitir el acceso de la asistencia humanitaria.

La comunidad internacional debe ejercer diplomacia constructiva que permita aliviar la tensión y restablecer la seguridad, la estabilidad y los servicios básicos. Todavía persisten demasiados focos de tensión.

El CICR se ha comprometido a intensificar su respuesta. Sin embargo, si la seguridad no mejora, los mercados, las familias e incluso el gobierno local tendrán tendrán dificultades para salir adelante.