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México y América Central: el adiós a un ser querido en tiempos de COVID-19

Con la pandemia desatada por la COVID-19 han cambiado las rutinas en todo el planeta: las cuarentenas, el aislamiento, la distancia social, el teletrabajo, han impactado la manera de relacionarnos y convivir. Muchas personas han tenido que enfrentar, además, la imposibilidad de despedir a sus seres queridos que mueren a causa de la enfermedad.

Independiente de las creencias religiosas, poder decir adiós a un ser querido que muere es importante para muchas familias en su proceso de duelo. Sin embargo, las restricciones al respecto en muchos contextos, muchas veces gestada sobre mitos o como respuesta ante la masividad de las muertes, han dificultado que los familiares puedan realizar rituales fúnebres de despedida a sus seres queridos.

El coordinador regional forense para Norte y América Central del CICR, Andrés Rodríguez Zorro, habla sobre esta situación, explica la importancia de permitir ciertos rituales, y contribuye a desmitificar información al respecto, incluyendo recomendaciones a los estados para que permitan, siguiendo unas importantes medidas, estos espacios para decir adiós.

Coordinador regional forense para Norte y América Central del CICR, Andrés Rodríguez Zorro. CICR

¿Cuál es la importancia de los rituales fúnebres para las familias que pierden a un ser querido por COVID-19?

Desde el Comité Internacional de la Cruz Roja abogamos por que, pese a estas circunstancias extraordinarias suscitadas por la covid-19, las autoridades permitan espacios para que las familias tengan la posibilidad de despedirse de su ser querido. Eso se puede hacer a través de un velorio o al momento de la inhumación, en consonancia con las reglamentaciones de cada país. Los rituales son importantes para que las familias cierren el duelo, les ayudan a procesar mejor la pérdida, propician la apertura de espacios de apoyo mutuo y curación, permitiendo hacer un cierre y continuar con la vida cotidiana en la que no estará más ese ser querido.

¿Qué consejos podrían implementar las familias que deben asumir la pérdida de un ser querido en estas circunstancias?

Nuestro principal mensaje sería que las familias realicen los rituales que les ayude a transitar por esta situación de la mejor manera, siguiendo sus costumbres y creencias, pero también entendiendo las particularidades de esta situación, que es única en nuestra historia reciente. Si no es posible la reunión de varias personas en un lugar, por ejemplo, pueden conectar a familiares usando la tecnología (cuando es posible) para realizar rituales de manera distinta. Es posible también aplazar y planificar las ceremonias a futuro, cuando se den las condiciones para hacerlo, o bien crear nuevos rituales simbólicos, propios de cada familia, donde participen los familiares que viven en el mismo lugar (incluyendo los diferentes grupos de edad). En muchos casos, si pueden hacer unos rituales presenciales, seguir las medidas de recomendación generales para evitar la propagación de la enfermedad: uso de mascarillas, distancia física, lavado de manos, desinfección de superficies.

Se habla de la importancia de que cada país permita estos espacios según sus reglamentaciones para enfrentar la pandemia, ¿qué recomendaciones se podrían hacer a las autoridades al respecto?

Claramente pueden existir restricciones en el número de personas que asisten a este tipo de eventos para evitar el riesgo de contagio. Así, habría que limitar al máximo el número de personas y el tiempo, pero, es importante dar espacio a ese cierre y duelo.

El procedimiento que sugerimos es que se utilice doble bolsa de cadáver, que esa doble bolsa vaya dentro del ataúd cerrado. Con esas medidas estamos garantizando que no haya posibilidad de contaminación.

A eso se pueden sumar otras recomendaciones adicionales muy básicas, como sugerir a las familias que no abran el ataúd ni toquen el cuerpo de su ser querido. También que los familiares usen equipo de protección personal mínimo: mascarilla, guantes y bata desechable.

¿Cuál es el riesgo de contagio para las personas que van a recuperar los cuerpos de las personas fallecidas sospechosas o positivas de COVID-19?

Con respecto de las enfermedades infecciosas en cadáveres existen, desafortunadamente, muchos mitos. Se tiene la falsa concepción de que los cadáveres expanden las epidemias y eso está muy alejado de la realidad. Siempre será más factible que las personas vivas de la población diseminen enfermedades.

Con esta epidemia ha quedado muy claro que quienes han dispersado el virus han sido precisamente los vivos: un foco que se origina en Asia y el virus prácticamente ha viajado en avión con el movimiento de las personas.

Los virus necesitan de células vivas para transmitirse, para replicarse, para transmitirse. Por otro lado los cadáveres no hablan, no tosen, no estornudan, no tocan, luego su capacidad de transmitir un virus respiratorio es realmente mínima. Los estudios han mostrado que es altamente improbable que estos virus sobrevivan más allá de 48 horas en un cadáver. A la fecha, no se ha documentado ningún caso de contagio de covid-19 por manipulación de cadáveres.

Sin embargo, puede existir un riesgo mínimo teórico para el personal, es por eso que sugerimos sean estrictos con el uso de del equipo de protección. Este consta de un protector ocular, mascarillas tipo N95, un gorro desechable, guantes de nitrilo, vestido quirúrgico u overol, y también se sugiere el uso de cobertores de zapatos tipo polaina.

Si el personal sanitario o primeros respondientes utilizan de forma estricta y adecuada el equipo de protección personal, siguen los lineamientos de manejo de cadáveres e inhumación recomendados, la posibilidad de contaminación es prácticamente inexistente.

De esta manera no solamente damos un trato profesional y digno a los cuerpos, sino le damos respuesta a las necesidades de las familias que están pasando por un momento doloroso por la pérdida de su ser querido.

¿Qué opinión tiene el CICR sobre el entierro de personas fallecidas por COVID-19?

Nuestra recomendación siempre para las muertes masivas en epidemias es el uso de las tumbas individuales. Eso garantiza el respeto por las creencias religiosas y culturales de la sociedad y garantiza trazabilidad de los cuerpos, así como el trato digno.

En casos en donde el número de víctimas es demasiado alto y se dificulta el proceso de inhumación, podría ser válido lo que llamamos los entierros colectivos o fosas comunes. Sin embargo, para ese tipo de entierros también hay recomendaciones básicas en términos de distribución de los cuerpos en un mismo nivel, en forma paralela y marcaje de la tumba para cerciorar la trazabilidad.

Todo esto información está consignada en las guías de gestión de cadáveres en situaciones de desastre, y en documentos que estamos trabajando en conjunto con las autoridades en cada uno de los países.

¿Es necesario cremar los cadáveres de personas fallecidas por COVID-19?

La opción que sugerimos en estos casos es la inhumación, el entierro en tumbas individuales. No existe una justificación científica para generar políticas sanitarias radicales de cremación de todos los cuerpos que fallecieron por COVID-19. Sin embargo, sabemos que en algunos casos la cremación es una opción y la consideramos válida si y solo si se cumplen con tres premisas: que la familia sea informada y dé validez a esta solicitud; que el cuerpo esté plenamente identificado y que no se trate de una muerte violenta.

¿Cuál es el apoyo que el CICR brinda a las autoridades forenses y de salud para enfrentar la pandemia?

Trabajamos una serie de lineamientos y guías específicas de manejo de cadáveres en situaciones de emergencia que se está distribuyendo a diferentes autoridades: salud, judiciales, forenses, penitenciarias, fuerzas armadas, administrativas, primeros respondientes (los que se encargan de la recuperación y transporte de los cuerpos). Hemos llevado a cabo múltiples capacitaciones con estas autoridades en este sentido.

También estamos entregando donaciones en equipos de protección personal para estas personas que tienen contacto directo en la recuperación, transporte y disposición final de los cuerpos. Asimismo, donamos bolsas de cadáveres y estamos abiertos a trabajar de la mano con autoridades para elaborar planes de respuesta específicos en cada uno de los contextos en los que trabajamos.