Maputo (CICR) — Los ataques contra ciudades y aldeas de la provincia de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique, se han intensificado. La situación ha obligado a miles de personas a huir a pie, en barco o por carretera a la capital de la provincia, donde se registra un grave brote de COVID-19 y donde el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha ayudado a construir el mayor centro de tratamiento del país, que será inaugurado hoy.
Las familias han llegado a Pemba exhaustas y traumatizadas tras haber abandonado sus hogares con pocas o ninguna pertenencia. En las próximas semanas, posiblemente lleguen otras familias que huyeron de los recientes ataques en Mocímboa da Praia y otras partes de la provincia.
"Las personas que huyen del conflicto armado en Mozambique cambian este peligro que amenaza su vida por el riesgo de contraer la COVID-19. El nuevo centro de tratamiento ayudará a la comunidad a responder a la crisis de salud, pero esas familias no podrán regresar hasta que las hostilidades se alejen de los lugares donde viven las personas civiles", dijo Raoul Bittel, jefe de las operaciones del CICR en Pemba, Mozambique.
El riesgo de contraer COVID-19 en Pemba, uno de los epicentros del brote que causa más preocupación, es muy real. La mayoría de las personas desplazadas se alojan con familiares, lo cual representa una carga adicional para estas y agrava las condiciones de hacinamiento que favorecen la propagación de la COVID-19, ya que el distanciamiento físico se torna imposible.
El "Décimo Congresso" es la instalación de salud para el tratamiento de la COVID-19 más grande del país", dijo el Dr. Basilio dos Mwelus, jefe del Departamento de Planificación de la Dirección Provincial de Salud. "Esperamos no tener que utilizar la infraestructura al máximo de su capacidad pero, si resultara necesario, están dadas todas las condiciones para responder a tal situación. Esto es especialmente importante en la provincia de Cabo Delgado, que presenta un elevado número de personas desplazadas y una mayor concentración de población particularmente expuesta al riesgo de infección".
Los recientes ataques en Mocímboa da Praia son el ejemplo más reciente de una tendencia preocupante, en la cual el conflicto armado se intensifica mientras el acceso humanitario se reduce. En Mocímboa da Praia, Macomia y las ciudades y aldeas de toda la provincia de Cabo Delgado, el conflicto no ha respetado ni la vida ni los bienes de las personas civiles. Las viviendas han sido incendiadas, las escuelas y los centros de salud han sido saqueados y destruidos y los campos de cultivo han quedado devastados. Cientos de personas murieron, sufrieron heridas o desaparecieron, y cientos de miles que fueron desplazadas de sus hogares por la fuerza se hallan escondidas en el monte o están huyendo.
La violencia recurrente viene asolando a las comunidades en Cabo Delgado, una región rica en recursos, desde 2017. Sin embargo, en 2020, se hizo más frecuente y más intensa. Las ciudades que anteriormente se habían salvado de la violencia y servían de refugio a las personas que huían de los enfrentamientos que ocurrían en las zonas rurales, ahora han comenzado a ser atacadas.
A finales de mayo, la ciudad de Macomia, donde el CICR había trabajado un año para restablecer los servicios de salud y de abastecimiento de agua, sufrió un ataque que obligó a la totalidad de la población a escapar al monte y huir hacia el sur en embarcaciones precarias. Un hospital de maternidad que el CICR había rehabilitado tras los daños causados por el ciclón Kenneth en 2019 fue destruido durante los enfrentamientos.
Más información sobre la labor y las preocupaciones humanitarias del CICR en Cabo Delgado:
- Los recientes ataques en Mocímboa da Praia son el ejemplo más reciente de una tendencia preocupante, en la cual el conflicto armado se intensifica mientras el acceso humanitario se reduce. El CICR está sumamente preocupado por el bienestar de las familias que viven con el temor de ser atacadas y que no pueden acceder a la asistencia humanitaria básica a la que tienen derecho conforme a la ley, como la atención de salud, la vivienda, los alimentos y el agua potable.
- El ataque contra la ciudad de Macomia forzó al CICR a suspender su trabajo allí por tiempo indeterminado. Esto sucedió tras varios meses en los que hubo dificultades de acceso debido a las inundaciones que destruyeron las carreteras y los puentes que conducen a la zona, y en momentos en que el CICR aún no había finalizado los trabajos destinados a mejorar el suministro de agua en la ciudad. Un hospital de maternidad que el CICR había reparado tras el paso del ciclón Kenneth y que había reanudado su actividad en diciembre de 2019 quedó destruido durante los enfrentamientos.
- En 2020, en colaboración con la Cruz Roja de Mozambique (CRM), el CICR fortalecerá sus programas en Cabo Delgado, a fin de responder a las crecientes necesidades humanitarias provocadas por el conflicto armado. Las instalaciones de salud, que ahora se encuentran bajo la presión de atender a una población más numerosa y tratar lesiones causadas por los ataques armados, recibirán equipos e insumos médicos, mientras que la infraestructura, como la de abastecimiento de agua, será rehabilitada en caso necesario. Asimismo, los voluntarios de la CRM sensibilizarán a las comunidades con respecto a las enfermedades contagiosas. El CICR y la CRM también tienen previsto proporcionar a las familias desplazadas socorros tales como colchonetas, mosquiteros, lonas y jabón, así como agua potable e instalaciones de saneamiento. Estas actividades se llevarán a cabo el año que viene.
- Para ayudar a la ciudad de Pemba a hacer frente al creciente número de casos de COVID-19, el CICR colaboró con la Organización Mundial de la Salud y UNICEF en la construcción de "Décimo Congresso", el centro de tratamiento de COVID-19 más grande del país. Esta instalación de salud puede alojar de inmediato hasta 200 pacientes y puede ampliarse para recibir a 400.
- El CICR y la CRM han organizado numerosas distribuciones de socorros para las familias desplazadas que huyeron a Pemba. Este año, distribuyeron utensilios de cocina, lonas, productos para la higiene personal y otros artículos esenciales a más de 12.500 personas. Durante estas actividades, respetaron las normas del distanciamiento físico para limitar la propagación de la COVID-19. También proporcionaron dinero en efectivo a 150 familias sumamente vulnerables, a fin de ayudarlas a solventar sus gastos.
Para más información:
Daphné Lucas, portavoz para África meridional, +49 176 776 56857, dlucas@icrc.org
Crystal Wells, portavoz para África oriental, +254 716 897 265, cwells@icrc.org