Las viudas esperan su turno en un centro del CICR para ser registradas antes de la distribución de alimentos.
Las viudas esperan su turno en un centro del CICR para ser registradas antes de la distribución de alimentos.
"Desde que formo parte del proyecto de las viudas del CICR, mi familia tiene ahora más y mejores alimentos. Mis deudas se han reducido y puedo pagar el alquiler y los gastos escolares de mis 6 hijos," dice uno de los viudas.
El registro es uno de los aspectos principales durante las distribuciones. El personal del CICR comprueba las identificaciones de las viudas y toma sus huellas digitales para asegurarse de que reciban el paquete de alimentos el día asignado. Esto se hace para evitar las multitudes.
Las calles de Maiduguri se vacían, convirtiéndose en tierra de nadie a partir de las nueve de la noche hasta las seis de la mañana, cuando se activa el toque de queda impuesto por el gobierno del estado de Borno, por razones de seguridad.
Cuando sus maridos estaban vivos, la mayoría de las familias de las viudas solía comer tres veces al día.
Durante las distribuciones humanitarias en contextos muy inestables, los trabajadores humanitarios son conscientes de los riesgos que muchas veces hay que tomar para ayudar a la población.
Durante 6 meses tienen derecho a recibir un suministro mensual de alimentos básicos, que incluye 12 kg de arroz, 12 kg de maíz, 12 kg de mijo, 6 kg de cacahuetes, 6 kg de judías, 1 kg de sal, 1 kg de azúcar y 6 l de aceite.
Antes de que el CICR ayudara a las viudas del conflicto entre Boko Haram y el ejército nigeriano, muchas tuvieron que mendigar en las calles para juntar un poco de dinero.
Durante dos años Amina trabajó como modista con una máquina de coser alquilada, pero no ganaba suficiente dinero para pagar los gastos de alimentación, salud y escuela de sus cinco hijos.
Con la subvención del CICR, Amina compró tres máquinas de coser y ahora tiene su propio centro de sastrería. Ahora enseña la profesión a dos aprendices para que se conviertan en modistas cualificadas.