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Nunca había visto tantos pacientes en un día

Por Richard Villar, cirujano del CICR en Gaza

Primero llegó una víctima. Luego, dos; luego, ocho; luego, 16. El hospital pasó del silencio al caos en cuestión de horas.

Trabajo en un equipo de cirugía del Comité Internacional de la Cruz Roja en el Hospital Europeo de Gaza en Khan Younis. Llegué a Gaza apenas 24 horas antes de la violencia que se desató el lunes.

En el camino al hospital, nos preguntábamos si sería la calma que precedía la tormenta: las calles estaban demasiado tranquilas. Prácticamente no había nadie. Sabíamos que se esperaban protestas.

Nunca había visto tantos pacientes en un día. El personal de salud se había preparado para eso, pero incluso así fue completamente abrumador.

Hubo algunas hechos realmente sobresalientes. El personal no médico se sumó y salvó vidas. Vi al personal de la limpieza ayudar a los médicos con los pacientes. Vi cómo empleados de la administración colocaban torniquetes para evitar que la gente muriera desangrada. Alrededor de 120 a 130 pacientes fueron atendidos en los quirófanos, tan solo en este hospital. Un autobús podía llegar de improviso con unas 40 personas. Tuvimos que afrontarlo.

Imaginen llegar a una estación de metro atestada en un horario pico y darse cuenta de la necesidad de todas esas personas de recibir atención médica urgente, incluidas algunas con hemorragias que podrían causarles la muerte. Si bien estaba repleto, había personas a cargo, personas que organizaban.

Hubo un caso realmente destacado. Vi a un paciente que llegó con una hemorragia de la arteria femoral, la arteria de la pierna. La sangre llegaba hasta el techo. Vi a una persona que presionaba la arteria para salvar la vida de esa persona, hasta que pudimos atenderlo y aplicarle el insumo necesario.

Esa persona salvó una vida y luego desapareció. Nunca sabré quién lo hizo, pero quiero agradecer desde el fondo de mi corazón. Fue un acto de heroísmo médico. Por lo que pude ver, todos los pacientes que entraron a nuestra sala de cirugía, salieron con vida. Estoy muy orgulloso de los colegas con quienes trabajo para lograrlo.

Había visto personas con heridas de bala anteriormente, pero nunca tantas. Es mi novena o décima misión con la Cruz Roja y esta fue la mayor cantidad de víctimas que vi en un día. Creo que para el resto del personal aquí también es así: me dicen que nunca vieron a tantos pacientes en un día, en tan poco tiempo, incluso en el pasado. El lunes fue un desafío logístico enorme, pero los equipos aquí tuvieron éxito. Realmente pueden estar orgullosos.

Las personas con quienes trabajo son brillantes, totalmente comprometidas; los pacientes soportaron niveles de dolor que me habrían abatido. Sin duda, faltan suministros y equipamiento médico. Los profesionales deben improvisar en gran medida para terminar una operación.

A veces, el personal no tiene más opción que usar otros antibióticos. Otras veces, se las ingenian sin los suministros adecuados. Si un paciente recibe un disparo en la pierna, la bala puede atravesar la arteria vital y, en pocos minutos, causarle la muerte debido a la hemorragia. Debemos reparar el vaso sanguíneo y normalmente se usa heparina, un agente anticoagulante. El empleo de heparina es totalmente rutinario en muchos países del mundo, pero aquí no hay; es una diferencia enorme.

Mis colegas médicos aquí están completamente exhaustos como resultado de la afluencia continua de pacientes. Después de todo, la primera afluencia de heridos fue el 30 de marzo. Si vuelve a suceder una situación de violencia en esta escala, será realmente difícil de afrontar la situación. Sin embargo, el personal aquí encontrará una manera de hacerle frente. Es lo que hacen.