Cuando llegó a Santo Domingo, 15 años atrás, Luis Alberto Ortiz y su familia - su mujer y cinco hijos – cargaban todos los días un total de 80 litros de agua en bicicleta desde el arroyo Kay’ata, que queda a 3 kilómetros de la casa. Después, con la llegada de una red de saneamiento, pasó a contar con una o dos horas de agua al día. Y hoy finalmente pueden contar con un suministro de agua constante, todos tendrán más tiempo y condiciones para dedicarse a la chacra, para tener una huerta propia y para cuidar de los niños.