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¿A quiénes llamamos “vulnerables”? Mujeres musulmanas y humanitarismo inclusivo

Al generalizar y calificar homogéneamente a grupos como "vulnerables", corremos el riesgo de no ver las esferas de poder, diversidad y capacidad existentes entre las poblaciones afectadas por conflictos armados y otras situaciones de violencia. Si dejamos de lado las categorizaciones monolíticas amplias y, en cambio, tenemos en cuenta las necesidades, las capacidades y los riesgos específicos de las personas afectadas a través de un marco interseccional, podemos adaptar nuestras actividades humanitarias e incluir a las poblaciones afectadas como agentes activos con dimensiones que exceden su vulnerabilidad. En esta publicación, Ahmed Al-Dawoody, asesor jurídico del CICR en materia de jurisprudencia y derecho islámicos, y Saman Rejali, editora temática de la International Review of the Red Cross, analizan la interseccionalidad entre el género y el islam a partir de trabajos de destacadas intelectuales y líderes islámicas para describir cómo las mujeres musulmanas afectadas por conflictos rompen el molde de "mujeres vulnerables" para tener poder de acción y decisión sobre sus vidas.

Por Ahmed Al-Dawoody y Saman Rejali

Hay una preocupación compartida en el sector humanitario que prácticamente ha llegado a convertirse en un mantra: debemos proteger a "los grupos vulnerables, en especial a mujeres y niños, niñas y adolescentes" y defender los derechos de "las personas más vulnerables" de conformidad con el derecho internacional humanitario.

El objetivo es encomiable: estemos al servicio de quienes más lo necesitan y asignemos nuestros recursos en consecuencia. Sin embargo, es necesario que dotemos de mayor precisión al uso del calificativo "vulnerable" para realizar una acción humanitaria más inclusiva que considere las perspectivas, habilidades y necesidades específicas de las personas afectadas a las que nos proponemos ayudar. ¿Qué diferencia a las mujeres de los niños, niñas y adolescentes? ¿Las mujeres y los menores de edad tienen la misma vulnerabilidad? ¿Qué hay de las mujeres? ¿Todas ellas afrontan las mismas necesidades? Y, más precisamente en relación con este artículo, ¿qué sucede con las mujeres musulmanas en los conflictos armados y en otras situaciones de violencia? ¿Deberíamos agruparlas homogéneamente como personas vulnerables o más bien considerarlas agentes de sus propias vidas y seguir su ejemplo?

Menos "rescate", más inclusión

Un elemento que forma parte del humanitarismo inclusivo es nuestra capacidad de garantizar que no solo atendemos o evaluamos las necesidades en función de nuestros análisis en Ginebra, Nueva York y otros centros internacionales en el hemisferio norte, sino que incluimos a las personas de las que estamos hablando, escuchamos y aprendemos de sus experiencias y conocimientos, y tenemos en cuenta sus perspectivas. No se trata de un lema radical: la mayoría de las organizaciones humanitarias se han comprometido, en años recientes, a aplicar prácticas "más inclusivas" en la acción humanitaria; sin embargo, las dificultades surgen cuando estas declaraciones se llevan a la práctica y cuando se supervisan y evalúan los progresos alcanzados.

Para comenzar, podemos analizar los trabajos que ya han sido realizados por feministas, académicas y profesionales que han estado luchando por prácticas más inclusivas, mucho antes de la reciente ola de cobertura contra el racismo y en pos de la igualdad que atraviesa al sector humanitario y al mundo en general.

Por ejemplo, destacadas intelectuales islámicas llevan algún tiempo señalando la infinidad de formas en que "las personas particularmente vulnerables" no lo son en todos los sentidos. A lo largo de la historia islámica, las mujeres han contribuido en gran medida a la civilización islámica, desde su servicio como asesoras políticas del profeta Mahoma hasta su participación en las guerras que tuvieron lugar a lo largo de la vida de este como prestadoras de asistencia de salud y combatientes de la primera línea. Cientos de grandes intelectuales islámicos a lo largo de la historia islámica han indicado que recibieron su educación de académicas y juristas islámicas del hadiz: el intelectual e historiador islámico sirio del siglo XII, Ibn Asakir (fallecido en 1176), estudió con ochenta académicas musulmanas. Han existido dirigentes musulmanas de gran renombre a lo largo de la historia islámica, como Keumalahayati (también conocida como Malahayati), que nació en la década de 1550 e hizo historia por convertirse en la primera almirante mujer después de haber luchado para defender a su país, Indonesia, contra los holandeses y los portugueses.

Con un ingenio estratégico, las mujeres líderes han utilizado, desde entonces, los prejuicios en su contra, especialmente los relacionados con los principios del islam y el género, para luchar justamente por los derechos de las mujeres. Basándose en una profusa historia, autoras contemporáneas influyentes, como Lila Abu-Lughod, hablan de cómo debemos desarrollar "una apreciación seria de las diferencias entre las mujeres en el mundo, como productos de diferentes historias, expresiones de diversas circunstancias y manifestaciones de deseos de diferentes estructuras . . . en lugar de procurar "rescatarlas" (con la superioridad que implica y la violencia que conllevaría), sería mejor pensar en: 1) trabajar con ellas en situaciones que reconocemos siempre sujetas a la transformación histórica; y 2) considerar nuestras propias responsabilidades en general para abordar las formas de injusticia globales que son factores poderosos para moldear los mundos donde se encuentran".

Lila Abu-Lughod y otras intelectuales islámicas subrayan que, cuando se trata de asistencia y actividades humanitarias, las mujeres musulmanas no solo son personas vulnerables y receptoras de ayuda pasivas. Estas académicas intentan combatir las posturas obsoletas sobre la necesidad de "rescatar" a las mujeres musulmanas, que se centra en un proceso de "otredad" [1] basado en supuestos sobre su sometimiento y vulnerabilidad. Más bien, si se les da lugar y la oportunidad, las mujeres musulmanas pueden ser coparticipantes dispuestas, capaces y activas de los esfuerzos humanitarios y de los procesos en los que se toman decisiones respecto de la mejor forma de satisfacer sus necesidades.

Este enfoque es particularmente importante: primero, porque en la actualidad, la mayor parte de los fondos para actividades humanitarias se dirige al mundo musulmán; y segundo, porque según Mark Lowcock, coordinador del socorro de emergencia de las Naciones Unidas, un aumento previsto del 40% de los fondos en 2021 dará lugar a un récord de 235 millones de personas que necesitan asistencia humanitaria y protección, principalmente, debido a la COVID-19. Esto significa que el sector humanitario debe incrementar su eficacia y eficiencia rápidamente; en especial, puede aprovechar las competencias y las experiencias de las mujeres musulmanas afectadas por conflictos armados y otras situaciones de violencia, y guiarse por ellas.

"Trabajemos juntos"

La activista indígena Lilla Watson expresa a las claras las posibilidades de cooperación con las poblaciones afectadas mediante la ruptura con nuestras suposiciones y prejuicios: "Si has venido para ayudarme, estás perdiendo el tiempo. Si has venido porque tu liberación está ligada a la mía, entonces trabajemos juntos".

Si nuestro objetivo es prestar servicios a grupos en función de sus necesidades específicas, es importante conocer cuáles son esas necesidades y echar por tierra algunos de nuestros supuestos. Al subrayar esta intersección entre el género, el islam y la vulnerabilidad, colocada en el contexto de una historia compleja de liderazgo femenino que tanto costó conseguir en el mundo musulmán, podemos al menos poner en duda algunos de los supuestos que nos impiden hablar sobre humanitarismo inclusivo y seguir trazando el camino hacia una mayor inclusión e igualdad. 

[1] Según Naomi van Stapele, "otredad" se refiere a "la formación temporal de grupos creados sobre supuestas nociones de "nosotros" versus "ellos"... basadas en aparentes diferencias de clase y género, y sentidos de pertenencia y derechos".

Este artículo fue publicado originalmente en el Humanitarian Law & Policy Blog.