Liep llamó a su esposa, a quien no había visto ni hablado con ella desde diciembre de 2013. Quería saber cómo estaba y preguntarle sobre sus hijos. Liep quería decirle: “Te extraño y extraño a nuestros hijos, pero no te preocupes, estoy bien”.
Nyanding llamó a sus hijos que huyeron de los enfrentamientos en diciembre de 2013. Ella tiene siete hijos y perdió contacto con ellos poco después de que se fueron. Quería saber que estaban a salvo. Quiere a sus hijos de regreso en su hogar para poder cuidarlos, pero por ahora sabe que no es posible.
Wan llamó a su esposa. No había hablado con ella desde marzo de 2014. Quería saber cómo estaba y animarla a que tuviera paciencia. “Ya volveremos a estar juntos nuevamente”, le dijo.
Nyiakubo llamó a su hermano, a quien creía muerto en los enfrentamientos. No sabía nada de él desde 2013. Durante la llamada, ella empezó a llorar. "Estoy llorando porque pensaba que a mi hermano lo habían matado, pero ahora que escucho su voz. Estoy tan feliz”, dijo.
Chiey llamó a su hermana, a quien había visto por última vez en 2013, cuando ella huyó de los enfrentamientos en Akobo. Su mensaje para ella era simple: “Hace dos días mi esposa dio a luz a una niña. ¡Eres tía!"
Nyanchan llamó a su hermana. Era una de las personas desplazadas en el campamento de Juba. Habían perdido el contacto en 2013. Quería contarle a su hermana que habían encontrado a otro familiar en Juba y esperaba ponerlos en contacto para que su hermana no estuviera tan sola.
Chieu llamó a su marido que estaba estudiando en Addis Abeba. No habían podido hablar desde abril de 2015. Ella tenía noticias para él: ¡estaba embarazada! Pero quería que él supiera que ella estaba bien y que él debía continuar con sus estudios.
Chol llamó a su hija y su yerno, con quienes había perdido el contacto en diciembre de 2013. Ahora vivían en Jartum, Sudán. Cuando comenzó la guerra, Chol se quedó sola y no tenía quien la ayudara. Le pidió a su familia que le enviaran ropa y dinero. “Debido a la guerra, no tengo a nadie”, dijo.
Kong llamó a su esposa y sus tres hijos, que huyeron a Uganda el 15 de diciembre de 2013. Kong sólo quería llamar para saber si estaban bien y que supieran que él estaba a salvo. “Sólo quiero que todos ustedes regresen a casa”, les dijo.
Simon llamó a su hermano en Yuba, con quien había perdido el contacto en diciembre de 2013. Quería decirle que la familia aquí estaba bien, pero que necesitaba ropa que Simón esperaba que su hermano pudiera enviarle. También quería que su hermano le hiciera llegar una fotografía, para que pudiera ver que estaba bien.
Nyakureht llamó a su hijo, que estaba en Yuba cuando los enfrentamientos comenzaron. “Sólo quería decirle que estamos bien”, dijo.
John llamó a su esposa y sus tres hijos, que huyeron de Kenia cuando comenzaron los enfrentamientos en 2013. “Sólo quería saber que están bien”, dijo.
Nyabuai llamó a su tío en Bor, donde está allí con su hijo desde 2013. La tía de Nyabuai no podía caminar hasta el lugar desde donde se hacían las llamadas. Así que le pidió a Nyabuai que llamara de su parte, para decirle a su esposa que estaba bien.
Yen llamó a su hermano, con quien no había hablado desde diciembre de 2013. “Sólo quería saber que está bien”, dijo Yen.
Cientos de miles de hombres, mujeres y niños han sido desplazados o han huido a países vecinos tras la crisis que estalló en Sudán del Sur en diciembre de 2013. Mantenerse en contacto con los familiares y los amigos mantiene viva la esperanza, si bien el tiempo y la oportunidad son invariablemente breves.
Para ayudar a las personas a encontrar y mantenerse en contacto con sus seres queridos, la Cruz Roja ha ampliado sus actividades de la iniciativa "Restablecimiento del contacto entre familiares" (RCF) en el país. El servicio incluye llamadas telefónicas gratuitas, mensajes de Cruz Roja manuscritos para transmitir noticias familiares y un álbum de fotos de desplazados de Sudán del Sur publicado en "Snapshot".
Hasta el momento, se hicieron más de 112.000 llamadas telefónicas, se entregaron en mano 7.700 mensajes y 700 personas se reunieron con sus familiares.
En octubre, el fotógrafo británico Giles Duley viajó a la aldea de Akobo, estado de Jonglei, para documentar el proyecto dirigido por el CICR y un equipo de voluntarios de la Cruz Roja de Sudán del Sur.