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Yemen: un país convulsionado con necesidades humanitarias crecientes

En Yemen, el CICR trabaja a ambos lados del frente para ayudar a cientos de miles de personas necesitadas, pese al empeoramiento de las condiciones de seguridad en una de las emergencias humanitarias más graves del mundo.

Sin embargo, cuando visité Saná la semana pasada, no fue para participar en la distribución de ayuda ni para visitar a prisioneros. Estuve allí para despedir a Abdulkarim Ghazi y Mohammed Al-Hakami, dos miembros del personal del CICR que fueron asesinados la semana pasada, y para lamentar su pérdida junto con los 250 colegas que trabajaban con ellos.

Si se le permite hacerlo, el CICR puede contribuir a aliviar el sufrimiento de los civiles. Sin embargo, en Yemen, cada vez es más difícil para nosotros acceder a zonas afectadas por el conflicto y ayudar a las personas.

En la actualidad, el país está convulsionado. Nuestros socios de la Media Luna Roja de Yemen han padecido, desde mayo, la muerte de cuatro de sus voluntarios mientras trataban de ayudar a civiles. En Adén, una serie de incidentes graves que involucró a nuestro personal fue seguida de un ataque contra nuestra oficina por parte de un grupo de hombres armados. Esto provocó la evacuación de la oficina a finales de agosto y la suspensión de la mayor parte de nuestras actividades allí. La semana pasada, dos de nuestros colegas murieron tras recibir disparos en un puesto de control cerca de Houth, en el norte de la provincia de Amran. Aunque hemos sido una de las muy pocas organizaciones que siguieron realizando actividades en Yemen en los últimos cinco meses, estos acontecimientos nos han obligado a suspender temporalmente nuestras operaciones en todo el país. Más de un mes después del ataque contra nuestra oficina en Adén y más de una semana después de la muerte de nuestros dos colaboradores, todavía estamos a la espera de garantías de seguridad por parte de las partes involucradas en los enfrentamientos que nos permitan seguir actuando de forma segura y eficaz.

Para los equipos humanitarios, hay pocas cosas más dolorosas que saber que hay personas gravemente necesitadas y no poder socorrerlas, no por falta de voluntad o de capacidad sino porque otros les impiden brindar ayuda en condiciones seguras.

El CICR sólo puede trabajar cuando las fuerzas gubernamentales y los grupos armados aceptan plenamente su función humanitaria. Si no se nos puede garantizar un acceso seguro o si no se condenan de manera inequívoca los actos de violencia contra los colaboradores humanitarios, no podemos llegar hasta las personas con necesidades acuciantes. Todas las partes del conflicto en Yemen, ya sean gobiernos u otras organizaciones, deben adoptar con urgencia medidas concretas para garantizar la seguridad de los trabajadores del CICR y de las personas a las que brindamos asistencia, y respetar nuestra obligación de llevar ayuda a quienes más la necesitan.

No somos una organización 'con cero bajas' y estamos dispuestos a aceptar riesgos. Sin embargo, lo que no estamos dispuestos a aceptar es ser blanco de ataques intencionales.

En Yemen, el CICR afronta desafíos que van más allá de la seguridad y el acceso. A medida que se intensifica el conflicto, nuestra independencia e imparcialidad se ven desafiadas constantemente. Estas presiones no son nuevas para nuestra organización, con sus 150 años de experiencia en zonas de conflicto. Sin embargo, las partes que amenazan la seguridad y las vidas de nuestro personal también, lamentablemente, impiden a los yemeníes acceder a la ayuda y el apoyo que tan desesperadamente necesitan en este momento.

Históricamente, el CICR y la Media Luna Roja de Yemen han trabajado en todo Yemen, un terreno difícil hasta en los mejores momentos, gracias a la comprensión y el apoyo de los distintos bandos, de las tribus y principalmente del pueblo de Yemen. Somos independientes: no tomamos partido. Somos imparciales: tratamos de ayudar y proteger a todas las personas afectadas por el conflicto, sin importar su origen, religión, tribu o afiliación política.

Este enfoque basado en principios ha supuesto una diferencia tangible para las vidas de millones de yemeníes, especialmente desde el comienzo de este último conflicto devastador. Nuestros equipos han llevado a cabo decenas de operaciones de ayuda en los frentes.

Sin embargo, el número de muertos aumenta y los enfrentamientos no cesan. Hay más personas con hambre, existe la posibilidad de brotes de enfermedades mortales, millones de personas carecen de acceso a servicios básicos y persiste el embargo sobre los bienes de primera necesidad. Debemos incrementar nuestra labor de asistencia, incluida la distribución de agua, alimentos y medicamentos, especialmente en zonas en las que los bombardeos o el caos impiden a las personas acceder a los productos más básicos. Si vuelven a intensificarse los enfrentamientos, las necesidades y el sufrimiento seguirán en aumento.

La muerte de nuestros colegas, el ataque contra nuestra oficina y la falta de seguridad para nuestras operaciones ponen en peligro no solo nuestras actividades humanitarias en el país, sino todas. La semana pasada pagamos un precio inaceptable. Sin embargo, mis colegas en Yemen quieren continuar con su trabajo que salva vidas, en particular en zonas a las que no acceden otras organizaciones humanitarias.

Los yemeníes luchan por sobrevivir, y sus necesidades aumentan de día en día. Es imperativo que se permita a los equipos humanitarios aliviar el sufrimiento de la población sin amenazas y sin miedo de tener que pagar el precio más alto.

Este artículo de Robert Mardini, director de Actividades Operacionales del CICR para Oriente Próximo y Oriente Medio,  se publicó el 14 de septiembre 2015 en Al Arabiya