La Cruz Roja nació por iniciativa de un hombre llamado Henry Dunant, quien ayudó a los soldados heridos en la batalla de Solferino en 1859 y luego animó a los líderes políticos a tomar más medidas para proteger a las víctimas de la guerra.
En agosto de 1864, delegados de 12 países adoptaron el Primer Convenio de Ginebra, que proporcionó un marco jurídico a estas decisiones y estableció la obligación de los ejércitos de atender a todos los soldados heridos, independientemente de su bando.
Durante la Primera Guerra Mundial, el CICR creó la Agencia Internacional de Prisioneros de Guerra, que, entre otras cosas, transmitía la correspondencia entre los prisioneros y sus familiares.
La actividad del CICR durante la Segunda Guerra Mundial no tuvo precedentes. También fue una época de fracasos, ya que fue incapaz de proporcionar protección y asistencia a los millones de víctimas asesinadas como parte del genocidio nazi.
El primer gran conflicto internacional de la llamada Guerra Fría, librado en un contexto de amenazas nucleares.
En este conflicto vinculado a la descolonización, el CICR fue reconocido por ambas partes, lo que le permitió llevar a cabo actividades humanitarias sobre el terreno y continuar hasta 1964, año en que se retiró de la nueva Argelia independiente.
El CICR ayudó a las poblaciones de refugiados del sudeste asiático después de 1980, pero su actuación en Vietnam fue dificultada por ambas partes. En Camboya, sólo pudo intervenir tras la caída de los Jemeres Rojos y su dictadura.
La Guerra de los Seis Días marcó el inicio de una presencia permanente del CICR en esta parte de Oriente Medio.
En el marco de una intervención a gran escala, y gracias a un puente aéreo, se transportaron y distribuyeron miles de toneladas de alimentos y asistencia a las poblaciones civiles más vulnerables, especialmente a los niños.
Durante el sangriento conflicto entre Irak e Irán, el CICR intervino en favor de prisioneros de guerra de ambos bandos.
Al mismo tiempo que participaba en la primera Guerra del Golfo, el CICR tuvo que hacer frente a la aparición de nuevos conflictos derivados del colapso del bloque comunista o de conflictos caracterizados por una violencia extrema, como en África Occidental.
En los días siguientes a la caída de Srebrenica, los civiles que habían huido de la ciudad empezaron a llegar a Tuzla. Durante las dos primeras semanas, el personal del CICR desafió el peligro, recogiendo en campo abierto a personas que ya no podían caminar y llevándolas a bordo de sus vehículos.
Durante las masacres de Ruanda en abril de 1994, el CICR intentó hacer todo lo que pudo para ayudar a las personas amenazadas por las matanzas o desplazadas.
La "lucha contra el terrorismo" declarada tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y las intervenciones militares en Afganistán e Irak representaron nuevos retos para el CICR.
Más de seis años de violencia llevaron muerte y destrucción a Siria. Once millones de personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares o a huir del país, muchas de ellas, niños. Gracias a nuestros esfuerzos conjuntos con la Media Luna Roja Árabe Siria, llevamos ayuda a zonas a las que pocas organizaciones humanitarias tenían acceso.
Desde el comienzo del conflicto, el CICR ha mantenido un diálogo con las autoridades para resolver cuestiones humanitarias urgentes y ha apoyado las actividades de primeros auxilios de la Cruz Roja Ucraniana.