Hambre en la República Democrática del Congo
Lejos de sus aldeas y de sus medios de subsistencia habituales, miles de familias afrontan el hambre y la desnutrición a raíz del conflicto en la República Democrática del Congo.
Hambre en la RD Congo: los pobladores buscan caracoles para combatir el riesgo de desnutrición. A veces, se internan en el bosque durante días para conseguir la cantidad suficiente. CC BY-NC-ND/CICR/P. Yazdi
La situación humanitaria continúa deteriorándose drásticamente en la provincia de Tanganica, al sudeste de la República Democrática del Congo. Según la Organización de las Naciones Unidas, desde que comenzó la crisis hace un año, más de 650.000 personas han tenido que huir de los violentos enfrentamientos entre los batwa (conocidos también como pigmeos) y los bantú (principalmente del grupo étnico luba). Lejos de sus aldeas y de sus medios de subsistencia habituales, miles de familias afrontan una escasez de alimentos cada vez más grave.
"Caminamos durante mucho tiempo sin nada que comer. Ni siquiera ahora tenemos alimento suficiente", señala Kyungu Mayaula. Junto con sus dos esposas y sus doce hijos, Kyungu recorrió más de cincuenta kilómetros en el territorio de Manono, al sur de Tanganica, para escapar de la feroz violencia entre las comunidades. Al no contar con los medios para satisfacer las necesidades básicas de su familia, tuvo que arriesgarse cada vez más para que pudieran sobrevivir. "Me fracturé el brazo derecho y me golpeé la columna cuando caí de la punta de una palmera", explica. Pese a las precarias condiciones de vida, Kyungu prefiere quedarse con la familia que los acoge a él, a sus esposas y a sus hijos, y afirma: "No quiero regresar. Tengo miedo de que la violencia vuelva a comenzar".
RD Congo. Con un brazo fracturado y sin poder trabajar, Kyungu ve cómo el hambre y la pobreza que lo rodean crecen día a día. CC BY-NC-ND / CICR / Birom Seck
Entre diciembre de 2016 y febrero de 2017, la violencia entre los batwa y los bantú se intensificó repentinamente. Los crueles enfrentamientos entre estos grupos, armados principalmente con hachas y machetes, han acarreado graves consecuencias para la población local donde conviven diversas etnias. Muchas personas murieron, sufrieron heridas o quedaron traumatizadas, se incendiaron aldeas, se destruyeron campos y se produjeron desplazamientos masivos.
Los resultados de este brote de violencia son evidentes aún hoy en día. La situación continúa inestable y amenaza con recrudecerse de un momento a otro, lo cual impide que las personas desplazadas puedan regresar a sus aldeas y llevar una vida normal. "En un contexto donde la crisis alimentaria se agrava a un ritmo constante, las tensiones actuales entre las dos comunidades son preocupantes", afirmó Sébastien Sujobert, jefe de la subdelegación del CICR en la región, y añadió: "Nuestros equipos han identificado y atendido muchos casos de malnutrición grave". El doctor Bernard Mundembo, jefe del servicio médico del hospital general de Manono, confirma: "A menudo atendemos pacientes con malnutrición. Estos casos son siempre urgentes".
Hambre y supervivencia en Kasai, RD Congo
También en la región de Kasai, más de un millón de personas resultaron desplazadas como consecuencia de la violencia extrema durante casi dos años. Lejos de sus hogares y ya sin poder producir sus propios alimentos, muchas de esas personas están pasando hambre. En la actualidad, se detectaron casos de malnutrición aguda entre niños menores de cinco años de edad.
En la aldea de Tshikaji, la enfermera Thérèse Baswa está a cargo del programa de nutrición infantil que lleva adelante el centro de salud local. Mientras el agua hierve en una olla al calor del carbón vegetal, Thérèse prepara puré de maíz, soja y moringa en polvo —planta rica en nutrientes—, al tiempo que algunas madres esperan sentadas en silencio con sus hijos sobre las faldas.
Imagen tomada en uno de los centros de salud en Kananga, Kasai Central. Estos niños se alimentan con una papilla nutritiva que contiene todos los ingredientes necesarios para mantener una dieta saludable. Gracias a esta dieta, no necesitan comer carne ni tomar leche. CC BY-NC-ND/CICR/P. Yazdi
Otro enfermero pesa a un niño que exhibe una delgadez alarmante, tras lo cual mide la longitud y el diámetro de uno de los brazos. "Es la primera vez que esta familia viene al centro. Aún no todos saben acerca del programa de nutrición", dice el enfermero.
Después de que Thérèse sirve el puré en tazas azules de plástico, dos asistentes las reparten. "Estos niños regresaron tras haberse escondido en el monte", explica Thérèse. "Los niños suelen tener menos de cinco años de edad, presentar un grado de malnutrición extrema y sufrir edemas —hinchazón a causa de la retención de líquidos— en brazos y piernas. Son muy delgados."
"No quiero que mis hijos mueran de hambre", dice Bertine. Sus palabras reflejan el sufrimiento de millones de personas afectadas por el conflicto en la RD #Congo. pic.twitter.com/Hn5WlhpVzv
— CICR (@CICR_es) 20 March 2018
Entre mayo de 2017 y enero de 2018, más de trecientos niños malnutridos menores de cinco años de edad recibieron tratamiento en el centro de salud. Cada mañana, Bertine lleva a cinco de sus hijos hasta ese lugar. "Durante las últimas dos semanas, he visto un cambio tangible: Están subiendo de peso", afirma Bertine. Antes de que se desatara la violencia, esta mujer vivía en la ciudad de Tshikapa, a doscientos kilómetros de distancia.
Ella y su esposo ahora alquilan una casa muy pequeña en la aldea, pero les resulta sumamente difícil alimentar a su familia. "Colaboro en el vecindario. Gano 1.500 francos congoleños* al día por recolectar y vender madera", asegura. "Mi esposo fabrica ladrillos de barro y apenas gana 1.000 francos al día. Con ese dinero, solo nos alcanza para comprar un poco de harina de maíz y de mandioca para nuestros hijos."