Irak: afrontar y superar difíciles situaciones

02-03-2010 Reportaje

Tras sufrir décadas de guerra, muchas familias iraquíes han caído en la indigencia o viven en la pobreza. Numerosos jefes de familia varones están detenidos, han sido muertos o desaparecieron. Caroline Douilliez, delegada del CICR, entrevistó a dos mujeres iraquíes que le contaron cómo se las arreglan para asegurar la supervivencia de sus familias.

 
©CICR/ M Greub 
   
Ciudad de Amara, Irak. Personal del CICR visita a viudas que llevan adelante proyectos para generar ingresos, con el apoyo de la Institución. 
               
©CICR/ M Greub 
   
Ciudad de Amara, Irak. Las viudas Siham (izquierda) y su hija Salma en su hogar, en donde llevan adelante su microemprendimiento, con el apoyo del CICR. 
               
©CCRC/ M Greub 
   
Ciudad de Amara, Irak. Salma y su madre, Siham, venden prendas de vestir y alimentos congelados. 
           

" Encontrar alimentos y sobrevivir, ir de puerta en puerta para pedir ayuda o dinero, era una lucha cotidiana. No podía ver más allá de la noche; no había un mañana " . Hace seis meses, Siham (*) era una mujer sin esperanzas. En 2004, su esposo desapareció cuando iba a visitar a un amigo, y desde entonces no se tienen noticias de él. El mismo año, su hija Salma, madre de dos niñas, quedó viuda cuando su esposo fue capturado, torturado y muerto por un grupo armado. En 2006, el hijo mayor de Siham, Mahmoud, que trabajaba como chofer, murió en un accidente de tránsito. En 2007, su segundo hijo, Ammer, técnico de televisión, quedó atrapado en un tiroteo y un disparo lo paralizó de la cintura para abajo. Desde ese fatídico día, pasa los días en la sala de la casa, acostado en un colchón.

Y, como si no alcanzara con esta serie de tragedias, la situación en el barrio de Siham, en Bagdad, se hizo tan peligrosa que ella y sus familiares tuvieron que huir y sumarse a los cientos de miles de iraquíes desplazados. Se asentaron en Amara, en la gobernación de Missan, situada en la zona meridional de Irak. Tras haber perdido casi todas sus pertenencias, Siham, su hijo discapacitado y su hija viuda con sus hijas adolescentes, luchaban por pagar el alquiler de una casa pequeña y deteriorada, en un vecindario lleno de basura. A los 24 años, su hijo menor pasó a ser el único sostén de familia y comenzó su diaria lucha para conseguir trabajo. 

En el Irak de hoy, el destino de la familia de Siham no es nada raro. Desde 2003, entre el 80 y el 90% de las víctimas fatales causadas por el conflicto son hombres. Según las estimaciones, entre 1 y 3 millones de hogares están encabezados por mujeres: viuda s, esposas de desaparecidos o de detenidos, y divorciadas o mujeres abandonadas por sus maridos. En un país donde, tradicionalmente, las mujeres dependen de los hombres como jefes de familia y protectores, las que de pronto tienen que asumir la responsabilidad por la supervivencia de su familia se enfrentan con enormes desafíos. Sus familiares no las pueden ayudar, ya que ellos mismos luchan por sobrevivir en una economía que se deteriora. A menudo, las mujeres tienen poca educación y ninguna experiencia laboral. Además, la sociedad iraquí no está preparada para aceptar estos cambios en los papeles tradicionales. Los trabajos escasean, y habitualmente se da preeminencia a los hombres. Debido a estas actitudes conservadores, se deteriora la reputación de la mujer que sale de su casa todos los días.

Existen varios mecanismos de ayuda, como un subsidio de bienestar social para las mujeres que no tienen sostenes de familia, pero pese a los esfuerzos hechos durante el año pasado, aún hay demasiadas mujeres que no acceden a este beneficio.

  Afrontar los desafíos  

Cuando el CICR visitó por primera vez a Siham, en abril de 2009, para intentar ayudarla proporcionándole fondos para iniciar un microproyecto, ella y su hija Salma tuvieron la idea de abrir un pequeño comercio en su vecindario. Querían vender carne, pollo o helados. Con la ayuda económica del CICR, compraron un congelador y productos, y empezaron a trabajar desde su casa. Ahora, clientes de todo el barrio acuden a su casa a diario. 

Ni Siham ni su hija habían trabajado jamás. Ambas se casaron a los 14 años. Sólo Salma puede leer y escribir, por lo cual está a cargo de la contabilidad y cuida de que haya suficiente dinero para renovar las existencias. Ya ha llenado cinco cuadernos. " Aunque no es mucho lo que ganamos y muchos clientes nos piden que les permitamos pagar en cuotas , el negocio nos permite solventar todos nuestros gastos cotidianos " , dice. El aroma del pollo que viene desde la cocina prueba el nuevo nivel de confort que el trabajo ha aportado al hogar. Salma está muy orgullosa: " Pude comprar un televisor y mejores ropas para mis hijas adolescentes " , dice. " Ahora, todos los días pensamos en la forma de ampliar el negocio. Ya hemos añadido la harina y el arroz a los productos básicos que vendemos, y hemos intentado vender comidas preparadas. Ahora, planeamos vender pequeños muebles " .

A fin de ayudar a las mujeres a satisfacer las necesidades básicas de sus familiares, en Irak, el CICR ha puesto en marcha más de 20 proyectos de generación de ingresos, en colaboración con organizaciones no gubernamentales locales, en Bagdad, Basora y Nayaf. Además, el CICR presta apoyo a las mujeres que solicitan el subsidio de bienestar social y sigue de cerca el trámite administrativo.

Ahora, Siham y Salma necesitan encontrar la energía necesaria para seguir luchando por sus derechos. " Estamos satisfechas de contar con nuestro propio dinero y nos complace que la comunidad acepte nuestro negocio, porque no tenemos hombres que nos cuiden. Pero, si tuviésemos maridos, nunca hubiésemos llegado a trabajar " . Sin embargo, Salma desea que sus hijas tengan una vida tradicional. Ahora tienen 13 y 15 años. Hace varios años que dejaron de ir a la escuela, y pronto se casarán.

(*) nombre ficticio