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75.° aniversario de los Convenios de Ginebra – "En esto sí estamos todos de acuerdo"

En 2024, se cumplen 75 años de la aprobación de los cuatro Convenios de Ginebra de 1949, lo que brinda una oportunidad para reflexionar sobre su papel fundamental en la protección de las personas afectadas por conflictos armados.

El papel vital del derecho internacional humanitario

El respeto del derecho internacional humanitario (DIH) salva vidas y preserva la dignidad de las personas. El 75.° aniversario de los Convenios de Ginebra –piedra angular del DIH– nos recuerda el consenso mundial de que las guerras deben tener límites y que, independientemente de las circunstancias, la compasión y el respeto por la dignidad humana siempre deben guiar nuestras acciones. 

Cuando miramos las noticias, es fácil llevarse la impresión de que el DIH ha dejado de importar y que nunca se respeta. Al igual que en 1949, las guerras actuales siguen teniendo consecuencias horrorosas: mueren personas, se separan familias y el sufrimiento que generan es indescriptible. Aun así, al poner en el centro a las víctimas de los conflictos armados y sus necesidades, el DIH logra evitar y mitigar de manera efectiva algunas de las peores consecuencias de la guerra, si bien queda mucho por hacer para mejorar su implementación y cumplimiento.

Aspectos esenciales de los Convenios de Ginebra

Origen y propósito

Los Convenios de Ginebra fueron aprobados en 1949 y ya han alcanzado ratificación universal, lo cual representa un reconocimiento a nivel mundial de que la guerra necesita reglas que limiten sus efectos devastadores para la humanidad. Constituyen la base del derecho internacional humanitario (DIH), que protege a las personas que no participan o han dejado de participar en los enfrentamientos. El DIH también regula la conducción de los conflictos armados mediante la limitación de los métodos y medios de guerra a fin de conservar cierto grado de humanidad en los conflictos, salvar vidas y reducir el sufrimiento. De acuerdo con los Convenios de Ginebra –y el DIH en general–, los derechos de todas las personas afectadas por los conflictos armados deben ser protegidos y todas las personas, incluso los enemigos, deben ser consideradas en su dimensión de seres humanos.

Valores compartidos a nivel universal

El DIH es la expresión formal de valores humanos profundamente arraigados y universalmente compartidos. Históricamente, casi todas las guerras han tenido al menos algunas normas que regulaban cómo podían librarse sus batallas y cómo debía protegerse a las personas en riesgo, entre ellas las personas detenidas, los niños y niñas o las personas heridas y enfermas. El DIH complementa y a la vez afianza las tradiciones jurídicas, las civilizaciones y las culturas, y es un patrimonio común de la humanidad. No debe subestimarse el valor del consenso mundial en torno a estas reglas que limitan el costo humano de la guerra. De hecho, no hay en el mundo una herramienta más sólida para proteger, en tiempo de guerra, a las víctimas de los conflictos armados.

Han pasado 75 años y estas reglas no pierden vigencia

En un mundo dividido, que todos los Estados hayan tomado la decisión de limitar el costo humano de la guerra como una obligación jurídica sigue siendo un hecho muy potente. Muchas de las normas convencionales del DIH contemporáneo cumplen 75 años, y no han perdido vigencia. Cuando las partes respetan el derecho, se salvan vidas, las familias permanecen en contacto y los detenidos conservan su dignidad. Son hechos menos visibles o menos relevantes para la prensa, pero nos recuerdan con contundencia que el DIH sí reprime el comportamiento inhumano en la guerra, y que estaríamos peor sin él.

El DIH ha evolucionado a la par de las nuevas realidades de la guerra

Existen nuevos desafíos, como la guerra cibernética, las armas autónomas y el uso de armas en el espacio ultraterrestre, que se han transformado en una realidad en los conflictos armados contemporáneos. El DIH se ha adaptado y continúa haciéndolo a la par de las nuevas realidades de la guerra, la transformación de las tecnologías y tácticas militares, y los avances tecnológicos. Es innegable la capacidad del DIH de actualizarse para regular el uso de armas nuevas en los conflictos armados, de la misma manera que lo hace con las armas que ya existen.

El respeto del DIH ayuda a las personas a volver a convivir en paz

Los conflictos armados son cruentos, arruinan vidas y siempre generarán un sufrimiento y una devastación indescriptibles. El DIH se creó para evitar que la guerra se transforme en algo aún más brutal, y para hacer más fácil el restablecimiento de la paz. La paz siempre ha sido el objetivo principal de los Estados que crearon el DIH, y su aplicación rigurosa contribuye a afianzar los esfuerzos dirigidos a poner fin a los conflictos armados.

La necesidad de mejorar la implementación y el cumplimiento: una responsabilidad de los Estados y las partes en los conflictos armados

Si bien los Convenios de Ginebra han sido ratificados universalmente, su cumplimiento no ha corrido la misma suerte. Los Estados y las partes en los conflictos armados deben dar el ejemplo. El respeto del DIH es fundamentalmente una cuestión de voluntad política, e instamos a los Estados a la creación de una cultura mundial de cumplimiento del DIH. La prevención de violaciones del DIH empieza por sentar las bases para el cumplimiento mucho antes del inicio de los conflictos armados y por establecer una expectativa clara de que las normas se cumplirán cabalmente en caso de que se desate un conflicto.

El papel del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR)

La contribución del CICR es central para la promoción de la observancia del DIH, ya que insta a todas las partes en un conflicto armado a cumplir sus normas, independientemente de las circunstancias.

Todos los días, el personal del CICR es testigo de los efectos protectores del DIH. Es gracias a la eficacia del DIH que nuestra labor se ve posibilitada: visitas a personas detenidas, repatriación de restos humanos, apoyo a hospitales, libre circulación en ambos lados de la línea del frente para asistir a quienes lo necesitan y diálogo confidencial con las partes en conflicto sobre denuncias de violaciones del derecho. No tomamos partido, sino más bien nos centramos en ayudar a las personas que sufren, independientemente de su historia, creencias o acciones.