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Cuando proteger es también cuidar las fuentes de alimento: una historia de trabajo conjunto en el Sur de Bolívar - Colombia

Una mujer, de pie en un gallinero, sostiene con cuidado una gallina entre sus brazos, rodeada de otras aves y jaulas de madera.

Los conflictos armados pueden afectar la seguridad alimentaria y económica de la población civil, como ocurrió con una Asociación de Mujeres en la zona minera del sur de Bolívar. 

En esta asociación funcionaba una granja integral con gallinas, cerdos y cultivos de pan coger, la cual garantizaba el sustento alimentario de las mujeres asociadas. Sin embargo, el recrudecimiento del conflicto armado y los riesgos asociados al desplazamiento hacia la granja las llevó a suspender esta unidad productiva. Esto afectó directamente la economía de las mujeres y sus familias, quienes dejaron de contar con una fuente constante de alimentos básicos que antes obtenían gracias a su propio trabajo, sin necesidad de comprarlos.

Personas de la comunidad y del CICR recorren a pie un camino rural y montañoso, rodeado de vegetación, en dirección a una zona apartada.

El Sur de Bolívar es una región con terrenos agrestes, sin vías pavimentadas y con condiciones de acceso muy limitadas. Esto encarece los insumos agrícolas, los alimentos y otros productos esenciales, lo que dificulta aún más la vida de las familias en la zona.

Como respuesta a esta situación y junto las mujeres de la asociación, propusimos una alternativa para reducir el riesgo que enfrentaban al desplazarse: que sus unidades productivas estuvieran dentro o cerca de sus hogares. Con ese fin, brindamos apoyo económico para la compra de 20 gallinas por asociada, además de los insumos necesarios y capacitación básica en manejo avícola.

Una mujer sonríe a la cámara mientras corta un plátano en una cocina.

Marelbis, una de las mujeres beneficiarias, vio en esta iniciativa una oportunidad. Con el acompañamiento de su esposo y su hijo, inició un emprendimiento. Al principio, destinaron parte de los huevos a su consumo y vendieron el resto. Con los ingresos obtenidos y otros recursos adicionales, invirtieron para ampliar el negocio.

Personas de la comunidad y una mujer, junto con un integrante del CICR, posan de frente a la cámara en el interior de un gallinero, mientras sostienen una gallina.
Una mujer dentro del gallinero señala algo, mientras una persona de la comunidad y un integrante del CICR la observan desde afuera.

Marelbis recuerda que, al principio, tenía dudas sobre la ayuda que le brindarían:

Pues muchas no creíamos, pero cuando vimos que la cosa era en serio, nos entusiasmamos todas.

En tan solo seis meses, Marelbis pasó de tener 20 a 140 gallinas. Así nació un emprendimiento familiar liderado por ella, con el apoyo constante de su familia. Actualmente venden huevos en distintas zonas mineras de la región y reservan parte de la producción para su propio consumo. Hoy en día, su gallinero produce aproximadamente tres cubetas de huevos diarios, lo que representa un valioso aporte tanto económico como nutricional para su hogar.

 

Una mujer, de espaldas, toma huevos en el interior de una bodega dedicada a su almacenamiento.