Ucrania: Los ataques en las ciudades ponen en vilo a la población
A raíz del conflicto armado entre Rusia y Ucrania, hasta los residentes de zonas alejadas de las líneas del frente viven bajo la amenaza constante de los ataques con misiles o drones. La vida de todos se ve afectada, incluso la de aquellos que se dedican a ayudar a los demás.
Viktoriia y los daños en su edificio tras un ataque en Odesa, Ucrania.
Viktoriia
“Me pongo muy tensa cuando oigo la sirena antiaérea”, cuenta Viktoriia Karpenko.
“Me cuesta respirar… En momentos como esos una no controla su cuerpo”.
Viktoriia conversa con nosotros desde la vereda de su edificio en Odesa, Ucrania, una gran construcción blanca que lleva la larga cicatriz negra del impacto, la explosión y el incendio causados por el ataque de un dron hace algunos meses.
Viktoriia es responsable superior de gestión de desastres en la Cruz Roja de Ucrania, y trabaja con sus equipos de respuesta ante emergencias, que pueden ser de los primeros en llegar a la escena luego de un ataque.
Su función consiste en verificar que los recursos físicos —como el agua, los alimentos, los artículos de higiene y los materiales para reparaciones rápidas— lleguen de los depósitos de la Cruz Roja de Ucrania a los lugares donde se los necesita. Los ataques ocurren a toda hora y muchas noches se pasan en vela.
Cuando se produjo el ataque en el edificio de Viktoriia, ella, que había oído las sirenas, ya se encontraba en un refugio.
"Se oía cómo los drones pasaban volando, y después, con el impacto, sentí cómo el edificio se sacudía”, relata. “Alguien gritaba ‘mamá, mamá’... No sé si porque se había lastimado o porque tenía miedo".
Se dispararon las alarmas de los autos, los perros ladraban. Viktoriia temía por su pareja y su gato, que no estaban con ella en el refugio. Después de una larga espera, llegó él, trayendo el gato consigo.
Viktoriia con los marcos de las ventanas de su departamento, rotos por el ataque.
Cuando suena una sirena, lo más seguro es siempre buscar refugio.
La gente tiene que dejar todo lo que está haciendo e irse de su casa o del trabajo para refugiarse en un sótano, una estación del metro o una habitación segura, quizá varias veces por día, de día o de noche, en ocasiones durante horas, y todo eso tiene un costo muy alto.
Los trastornos en la vida cotidiana pueden ser agotadores.
Ante una alarma, la gente busca en las redes sociales cualquier información que pueda encontrar sobre la última amenaza, pero es tanta la incertidumbre: dónde o cuándo podría producirse el ataque, y con qué impacto.
Incluso en las ciudades alejadas de las líneas del frente, la amenaza constante de los ataques agrega un motivo más de ansiedad que pesa sobre todos los habitantes. Nadie escapa a la preocupación, porque el riesgo no es solo individual, sino que todos temen por sus amigos y familiares.
Viktoriia es de Nicolaiev, pero tuvo que desplazarse cuando se intensificó el conflicto armado entre Rusia y Ucrania. Cuando no está trabajando en la Cruz Roja de Ucrania, enseña coreano y mandarín. También mira animé y dibuja.
Recuerda que la Cruz Roja de Ucrania la ayudó a salir de la ciudad; ver la labor de los voluntarios inspiró su recorrido.
“Cuando nuestro hogar quedó destruido y tuvimos que irnos”, relata, “al mismo tiempo fue una oportunidad para seguir viviendo y ayudar a los demás, que es nuestro deber”.
Desde el ataque contra su edificio, cada vez que hay una alarma, Viktoriia y su pareja van juntos al refugio, llevando también al gato.
Serhii Bilous, en la sede central del Servicio Estatal de Emergencia de Ucrania, en Járkov.
Serhii
Serhii Bilous ha salvado muchas vidas.
Viene haciéndolo desde hace diez años, y ahora trabaja en el Servicio Estatal de Emergencia de Ucrania en Járkov.
“Ser socorrista es una vocación del corazón”, dice, sentado frente a uno de los camiones rojos que usan los equipos de primera respuesta del servicio para llegar a las personas inmediatamente después de un ataque.
Recuerda lo ocurrido el año pasado, luego de un ataque contra un edificio residencial de 12 pisos. Los pisos superiores estaban destruidos y en llamas.
Desde abajo, los socorristas veían a una mujer atrapada en el fuego en el piso 12. Las escaleras estaban destrozadas. La única alternativa era que un grupo de socorristas usara equipos de escalada para subir al techo, colocar sogas y descender desde allí para alcanzarla.
Serhii llegó hasta donde estaba la mujer y le colocó una eslinga especial para poder seguir descendiendo juntos.
“El fuego se hizo más intenso y empezaron a salir unas llamaradas hirvientes del balcón. La quemaban a ella... y a mí también”, relata. “Mi miedo más grande era que se derritieran las cuerdas”.
Les gritó a sus colegas que estaban en las escalerillas y en los pisos inferiores que usaran las mangas para enfriarlas echándoles agua mientras bajaban.
Llegaron hasta un piso desde donde se podían usar las escaleras y así lograron escapar del edificio. Abajo esperaba una ambulancia para examinar a la mujer y trasladarla al hospital.
Serhii muestra el video de una operación de rescate en un edificio de 12 pisos en Járkpv.
“Les conté historias con final feliz”, dice Serhii. “Tristemente, también tenemos de las otras”.
Serhii ha perdido colegas, y hay gente a la que los equipos no logran salvar. Los rescates de niños son los más duros. “Una vez, un niño murió en mis brazos”, nos cuenta.
“Nuestros seres queridos nos ayudan a sobrellevar esas cosas. Con ellos podemos hablar. Pero en el trabajo tenemos que mantener la calma”.
Si bien la mayor parte de las víctimas —heridas y fallecidas— que se ha cobrado el conflicto armado entre Rusia y Ucrania son soldados de ambos lados de la línea del frente, la labor de Serhii muestra a las claras el incesante costo humano entre las personas civiles.
“Cuando se hace bien el trabajo, se extingue el fuego, se salvan vidas”, explica Serhii, “eso es lo que nos inspira a seguir”.
Olha Kovalenko, cirujana superior del Centro de Tratamiento de Quemaduras de Kiev.
Olha
Olha Kovalenko piensa en las playas de Odesa.
Le habíamos preguntado cómo sobrelleva ella el estrés de los ataques en ciudades, pero responde hablando de los demás.
“Cuando se oyen las alarmas de ataque aéreo, las playas de Odesa siguen llenas”, dice. “La gente no tiene opción. Quiere disfrutar del sol, del mar, recordar cómo era la vida cuando había paz. Necesita una bocanada de aire fresco”.
Olha trabaja en la unidad de terapia del Centro de Tratamiento de Quemaduras de Kiev como cirujana superior con más de 40 años de experiencia. La carga de trabajo es inmensa, los recursos son escasos y nunca bastan las horas del día.
La mayor parte de sus pacientes son soldados que llegan de las líneas de combate, aunque, cuando hay ataques en Kiev, a veces debe atender a civiles heridos.
Una calle residencial de Kiev con daños causados por ataques.
“Las personas están durmiendo en su casa”, explica. “De pronto se desata este horror y se despiertan con su departamento destruido y en llamas. Algunos consiguen salir por su cuenta”.
El sonido de un dron que se acerca en la noche trazando arcos en el cielo, zumbando y luego rugiendo, o el destello del estallido de un misil que sacude los muros son experiencias que se han vuelto cotidianas para miles y miles de personas.
Son peligros constantes que llevan a algunos a acostar a sus hijos a dormir con ropa de día, por si hay que levantarse y salir a buscar refugio durante la noche.
“Uno de nuestros pacientes es médico residente, odontólogo”, cuenta Olha. “Salió corriendo de su casa con todo el cuerpo prendido fuego. Los vecinos apagaron las llamas, pero de todos modos sufrió quemaduras graves”.
Un edificio dañado por las hostilidades en las afueras de Izium, en el óblast de Járkov, Ucrania.
Cuenta además que hace poco atendieron a un hombre de 70 años con quemaduras en una cuarta parte de su cuerpo, y que también atienden a socorristas heridos al rescatar a personas atrapadas en edificios en llamas.
“Vivimos en un estrés constante”, dice Olha. “Yo vivo en un piso 15 y ayer, durante un ataque, oí a los drones muy de cerca. Parecían aviones”.
Como muchos, Olha se sostiene pensando en su familia y en el futuro.
“La esperanza es lo que me hace seguir adelante”, dice.
Y no está sola en eso.
Nuestra labor en Ucrania
- Información útil para personas afectadas por la crisis en Ucrania
- El conflicto armado internacional entre Rusia y Ucrania: las respuestas a sus preguntas sobre la labor del CICR
- Ukraine: Supporting families living with uncertainty
- Ukraine: DNA and Dignity for the Deceased
- ICRC’s Central Tracing Agency Bureau for the International Armed Conflict between the Russian Federation and Ukraine: Providing answers to families