Venezuela: el cacao, un fruto que aumenta la resiliencia y dignidad de los productores en el Eje Arauca
Visto sobre el mapa de Venezuela, el Eje Arauca es una zona fronteriza en el estado Apure que se extiende varios kilómetros al borde del río Arauca, una majestuosa serpiente fluvial que divide Venezuela de Colombia. Allí hay un grupo de comunidades —El Ripial, La Capilla, Los Arenales, Santa Rosa, Santa María, Santa Rita y El Progreso— donde se erigen imponentes árboles cacaoteros, cuyas mazorcas de diferentes colores y aromas han representado una bendición para los pobladores de esta zona del país.
“En cada casa hay una mata de cacao”, dicen sus habitantes orgullosos. Este producto ancestral es muy resiliente y ha sido el sustento económico para estas familias, incluso cuando otros rubros perecen por razones climáticas o por el efecto de determinadas situaciones de violencia. A Yenny (que aparece en la foto arriba), la ha ayudado a criar a sus hijos; a las mujeres de la familia Rebolledo, les dio la oportunidad de reinventarse después del fallecimiento de su padre; a José Francisco “Chingolito”, le llena el pecho de orgullo tener en su patio un tipo de cacao muy refinado. Así, hay cientos de historias que envuelven al cacao: un fruto que es parte de la identidad de los productores del Eje Arauca, su economía y su tradición.
El productor Pablo Rico muestra una de las mazorcas de cacao que tiene en el patio de su casa.
A mediados de 2022, desde el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), iniciamos un proyecto para mejorar la cadena de valor del cacao y apoyar a 80 productores y sus familias, que habían sido afectadas por determinadas situaciones de violencia en el Eje Arauca, dentro del estado Apure. Empezamos con una etapa de formación en la que intercambiaron conocimientos con un agrónomo experto en técnicas de cultivo —poda, fertilización, clonación de variedades, injertos, control de plagas y enfermedades—, lo que les permitió conocer la riqueza de su producto, los tipos de cacao existentes en la zona —aromas, sabores, etc.—, y mejorar sus técnicas en todas las etapas del proceso. Por ejemplo, uno de los principales retos que se les presentaban era aprender a tratar las enfermedades del cacao, que disminuían la calidad (y, por ende, el precio) del cacao apureño.
Productores participan en la primera actividad, una “gira del cacao”, en la que visitaron empresas productoras de chocolate en el estado Táchira.
Esta formación teórico-práctica representó un despertar para los productores. Muchos coinciden en que antes solo tumbaban el cacao y lo vendían todo al mismo precio, sin seleccionarlo, ni fermentarlo, ni secarlo, y sin conocer el valor de su producto. Ahora, saben que, dependiendo del genotipo de su cacao, se le da un tratamiento específico y, por lo tanto, alcanza un precio más alto en el mercado. Ese cambio ha generado más ingresos económicos para los productores y sus familias, y ha fortalecido el orgullo que sienten por haber retomado el control de su vida, una vida con más dignidad.
Además, 59 de los productores recibieron talleres sobre fermentación y secado del grano en baba (etapa de poscosecha), así como apoyo financiero para construir las marquesinas y casaeldas, infraestructuras necesarias para esta parte del proceso que anteriormente realizaban en tendales en muy malas condiciones. Ese método ocasionaba un mal secado y la pérdida de los sabores y aromas a nuez, cítricos, frutos rojos y almendras que hacen único al cacao venezolano. Ahora, están obteniendo un cacao de mayor calidad y, en consecuencia, tienen la posibilidad de acceder a mayores ingresos económicos.
José Francisco, uno de los productores, muestra una variedad de cacao con semilla blanca de muy alta calidad, que encontró en el patio de su casa.
Debido a que, desde el inicio del proyecto, se observó una gran variedad de clones y tipos de cacao —como los criollos ancestrales y otras variedades traídas desde Colombia—, los productores han empezado a mejorar la diversidad genética del cacao con prácticas de injerto (uno de los temas incluidos en la formación) y de plantaciones nuevas, con semillas y varetas de la zona. El objetivo es fortalecer la identidad del cacao venezolano y procurar que este fruto siga siendo sustentable para las generaciones futuras.
Junto con el agrónomo asesor, los productores recolectaron 15 muestras de cacao (criollos ancestrales, criollos modernos, trinitarios e híbridos de trinitarios). Con el apoyo y el financiamiento del CICR, se realizaron pruebas organolépticas en el laboratorio de Fundacacao, en Maracaibo, para conocer científicamente los diferentes sabores y aromas del cacao de la zona, considerando criterios como el índice de almendra, el color, el tamaño del grano, entre otros. Estos hallazgos han despertado el interés en otros mercados y compradores, especialmente el de chocolateras locales que ven el cacao del Eje Arauca como un producto premium muy prometedor.
En la última etapa del proyecto, gracias a las mejoras en la poscosecha y al conocimiento más profundo de las variedades de cacao que tienen a su disposición, los participantes se reunieron con fabricantes y elaboradores de chocolate, así como con pequeñas y grandes empresas locales que fabrican otros productos derivados del cacao. Estas reuniones les han servido para entender la dinámica del mercado y establecer alianzas comerciales que les permitirán negociar mejor y aumentar la producción a fin de obtener mayores ganancias a mediano plazo.
Brisas del Cacao de Oro, una historia de éxito y de resiliencia femenina
Foto: Cristhian Ortega, 2023
La familia Rebolledo es un caso especial en este proyecto: está conformada mayormente por mujeres, una madre y sus cuatro hijas, quienes han mostrado una motivación ejemplar. Este proyecto las impulsó a mejorar y diversificar la preparación de chocolate artesanal y conformar Brisas del Cacao de Oro, una asociación que transforma el cacao en deliciosos bombones y tabletas.
Por su dedicación, entusiasmo y éxito en su proyecto, que también ha servido como inspiración a los demás, estas cinco mujeres recibieron apoyo financiero para comprar algunos equipos de trabajo, así como orientación en mercadeo digital, construcción de marca y otras herramientas de comunicación que les permitieron fortalecer la identidad y comunicación de sus valores como marca-producto.
José Rico, conocido como "Chingolito" en la comunidad, caminando en el patio de su casa, donde tiene los cacaoteros.
El proyecto de cacao, que tiene una duración de casi tres años, desde 2022 hasta fines de 2024, les ha dado a los productores del Eje Arauca una perspectiva distinta de su producto y del negocio. Ahora, se sienten más motivados para seguir buscando oportunidades de crecimiento en esta área y, también, han afianzado su sentido de pertenencia a partir del fruto que por muchos años ha sido su sustento.
Asimismo, han aprendido a trabajar juntos para mejorar la cosecha y la reputación del cacao de la zona, se ayudan entre sí y han fortalecido su comunidad. Para ellos, es importante que todos sepan que en Apure también se produce cacao de alta calidad. Mantener vivo este producto es preservar la historia y la tradición de su pueblo.
- Para el segundo semestre del 2024, el CICR tiene previsto que los productores reciban más apoyo técnico y formación sobre mercados y comercialización de cacao en 11 comunidades del municipio Páez, estado Apure. Se incluirá a las comunidades de El Nula, población ubicada dentro del mismo estado, donde también hay producción de cacao y donde el CICR está realizando un proyecto de apoyo similar al del Eje Arauca.
- También recibirán orientación sobre las diferentes formas de organización legal de productores y apoyo para su registro formal de una organización legal en el Eje Arauca.
- El CICR ha propiciado encuentros con la Federación Agropecuaria de Alimentos, la Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos y diversas chocolateras del país. Estos encuentros han generado un acercamiento a los productores de cacao y fomentado, así, la comercialización en la zona.
- El CICR continuará dando formación a la Asociación Brisas del Cacao de Oro acerca de la producción de chocolate, así como apoyo específico sobre la comercialización de ese producto y de otros derivados del cacao.