Afganistán: desviación del cauce de un río trae esperanza a una comunidad de Panjshir
Uno de los principales desafíos que enfrentaban los habitantes de Andrasad, un poblado de unos 530 hogares, situado en el valle de Panjshir, no era la falta de agua, sino cómo encauzar la crecida del turbio afluente del río Shotol, que rebasaba de su cauce, y anegaba los huertos y campos de trigo.
Situado a unas dos horas de viaje en automóvil, al norte de Kabul, la capital afgana, el legendario valle de Panjshir se extiende de forma irregular entre las montañas cuyas cumbres alcanzan una altura de 4.000 metros o más. El valle es un paraíso de nogales y vides, plantíos de manzanas y moras. En primavera, las flores de los árboles frutales perfuman el aire puro de la montaña.
Sin embargo, la entrada del valle está llena de tanques oxidados y otros equipos militares, amargos recordatorios de décadas de guerra, primero contra los soviéticos, y posteriormente, cuando Panjshir se constituyó en el último bastión de la Alianza del Norte, contra los talibán.
En Andrasad, como en muchos otros pueblos a lo largo del valle, se vive de la tierra. Si bien ahora reina cierta tranquilidad, la vida sigue siendo difícil. La población cultiva trigo y frijoles, frutas y maíz. Las ovejas y cabras recorren las laderas de las montañas, seguidas por niños o ancianos que pasean por el lugar. La rápida corriente del río emite sonidos al pasar por las cercanías de las casas de adobe.
Hace algunos días, en una cálida mañana de sol, Qari Fazalhaq, junto a un grupo de ancianos de la aldea de Andrasad, que se desempeña como miembro del consejo local o "shura" y se encarga de las finanzas de la comunidad, explicó a cuatro visitantes uno de los principales problemas que enfrenta su pueblo, y cómo habían logrado resolverlo en los últimos tiempos.
"Si bien disponemos de gran cantidad de agua", dijo el señor Fazalhaq, "esa situación no nos trajo ningún beneficio, puesto que el río fluye demasiado rápido y resulta difícil desviar su cauce."
En 2006, un plan para desviar agua del cauce del río Shotol, y así regar la tierra y generar electricidad en una micro planta hidroeléctrica no funcionó, puesto que se derrumbó el muro de desviación de agua, tras una inundación, un año después de su construcción. Al no contar con los recursos necesarios para su reparación, los aldeanos de Andrasad, y sus aldeas vecinas, vieron cómo se desvanecían las esperanzas que albergaban de llevar electricidad a sus hogares. Y sus huertos siguieron afectados por la sequía.
El señor Fazalhaq, que resultó ser un miembro del personal voluntario de la Media Luna Roja Afgana, decidió solicitar ayuda a la organización, al enterarse, el verano anterior, de que la institución brindaba apoyo a pequeños proyectos comunitarios de dinero por trabajo, que cuentan con el financiamiento de su organización hermana, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Así, el señor Fazalhaq formuló una propuesta para construir un nuevo muro de desviación según el estilo tradicional, y lo presentó a la Media Luna Roja. Tras evaluar la propuesta, el proyecto fue aprobado.
"El programa tenía dos ventajas principales", explicó Ghulam Muhaiudin Sayad, miembro del personal sobre el terreno del CICR, a cargo de los programas comunitarios, que era uno de los cuatro visitantes que se encontraban junto a los ancianos aquel día. "En primer lugar, al reconstruir el muro de desviación de una manera más adecuada y al añadirle un canal de enlace, se pudo desviar el agua del río fácilmente hacia el canal principal de riego, y de allí, hacia los huertos o campos de los agricultores. En segundo lugar, "el agua desviada proporcionó energía para generar electricidad a través de la micro planta hidroeléctrica, que era parte del programa original que no funcionó."
Baba Jan, jefe de gestión de desastres de la delegación de Panjshir de la Media Luna Roja Afgana, se encargó de supervisar la construcción del nuevo muro. El CICR financió el proyecto, proporcionó la arena y el cemento necesarios, y mediante el pago de incentivos durante 25 días a los 25 aldeanos que realizaron las obras. La comunidad contribuyó a la tarea, recogiendo piedras y proporcionando mano de obra. Los hombres también ofrecieron sus servicios, de forma gratuita, durante un período adicional de diez días. Las obras comenzaron en octubre de 2013, cuando el río se encontraba en un nivel bajo, y terminaron aproximadamente un mes después.
"La electricidad, que ahora tenemos es uno de los principales beneficios del proyecto", dijo el señor Fazalhaq a sus visitantes y a los ancianos agrupados en torno a él.
"Pasamos años viviendo en la oscuridad", añadió Mullah Mohammad, uno de los jornaleros que ayudaron a construir el muro de desviación y el canal lateral. "Pero ahora podemos ver en la noche, y podemos planchar la ropa y cargar los teléfonos móviles."
"Obtendremos más frutos de los árboles este año, ya que podremos regar los huertos adecuadamente", dijo el señor Amir, de barba blanca, que se ofreció como voluntario. "Además, obtendremos mejores cosechas."
Si bien la desviación del cauce del río Shotol ha supuesto mejoras para el pueblo, es poco probable que traiga consigo cambios fundamentales. La agricultura seguirá siendo la base fundamental del sustento de los aldeanos, y aunque Andrasad cuenta ahora con dos escuelas, una para niños y otra para niñas, cuando los jóvenes se gradúen deberán seguir emigrando para estudiar en Charikar, la ciudad más cercana, o en la lejana Kabul. Sus padres seguirán trabajando la tierra, como lo han hecho durante generaciones, vendiendo frutas al lado de la carretera durante la temporada, criando ovejas y cabras, y por la noche, reuniéndose para cotillear bajo las estrellas. Solo a partir de ahora podrán divisar los destellos de luz, que aparecen en la oscuridad, provenientes de todos los hogares del pueblo.