Minas antipersonal: reseña

02-11-2009 PMF

El sufrimiento causado por las minas antipersonal es horrendo. Las víctimas que sobreviven en general deben ser sometidas a amputaciones, cirugías múltiples y tratamientos de rehabilitación prolongados. En muchos casos quedan discapacitadas de por vida, lo que tiene graves consecuencias sociales, psicológicas y económicas. Afortunadamente, la Convención sobre la prohibición de las minas antipersonal, de 1997, y las iniciativas que ésta inspiró han ayudado a reducir el número de víctimas en dos tercios (de 2.000 por mes en 1994).

  ¿Qué es una mina antipersonal?  

 

Las minas antipersonal son dispositivos explosivos pequeños que se colocan debajo o cerca del suelo. Detonan cuando la víctima (así sea un soldado, un hombre, una mujer o un niño) los pisa, los toma con la mano o se acerca a ellos.

 

  ¿Cuáles son los efectos de las minas antipersonal?  

 

El sufrimiento causado por las minas antipersonal es particularmente horrendo, y los cirujanos de guerra consideran que las heridas que dejan esas armas son las más difíciles de tratar. Cuando una persona se para sobre una mina antipersonal enterrada, por lo general la detonación le amputa una o ambas piernas y le deja en los músculos y en las partes inferiores del cuerpo restos de tierra, césped, gravilla y fragmentos de plástico del revestimiento de la mina, trozos de zapatos y astillas de hueso. Si explotan cuando alguien las tiene entre las manos, las minas pueden llegar a amputar dedos, brazos y partes del rostro. También pueden causar ceguera o heridas en el abdomen, el pecho y la médula.

 

La víctima que sobrevive a la explosión de una mina antipersonal por lo general debe ser sometida a una amputación, a múltiples operaciones y a un tratamiento prolongado de rehabilitación física. Los sobrevivientes en general quedan discapacitados de por vida, lo que tiene graves consecuencias sociales, psicológicas y económicas. Además de los efectos directos en las personas que resultan muertas o heridas, sufren los familiares de las víctimas, sobre todo si dependen económicamente de ella. Las comunida des afectadas por las minas también pagan un alto precio, pues pierden sus medios de subsistencia, no pueden dedicarse a la agricultura, y su economía colapsa.

 

  ¿Quiénes son las víctimas?  

 

Los grupos que más riesgos corren a causa de las minas antipersonal suelen ser los hombres y los jóvenes que realizan actividades como agricultura, arreo de animales y recolección de leña y agua. En muchas comunidades afectadas, por sus necesidades económicas las personas no tienen más opción que ingresar en zonas que pueden ser peligrosas. Los niños, en particular, también pueden ser víctimas de estas armas mientras juegan en zonas contaminadas. Las mujeres también pueden correr riesgos, sobre todo en los países y zonas donde participan en las actividades de subsistencia. Las minas antipersonal pueden tener consecuencias graves para las mujeres y las niñas, cuando los hombres de su familia o su comunidad resultan muertos o heridos a causa de esas armas.  

 

 

  ¿Cuál es la magnitud del desafío?  

     

En 1994, en medio de la crisis generada por las minas antipersonal, el CICR calculaba, basándose en datos recogidos en el terreno y en los de otras organizaciones humanitarias, que unas 2.000 personas por mes resultaban muertas o heridas a causa de las minas antipersonal. En la última década, el número de nuevas víctimas de las minas ha disminuido en forma constante, año tras año. En varios países en los que se dispone de datos confiables y en los que se ha aplicado la Convención sobre la prohibición de las minas antipersonal (incluidos Bosnia-Herzegovina, Camboya y Croacia), el CICR ha observado una disminución de dos tercios en el número de nuevas víctimas, en comparación con principios y mediados de la década de 1990.

 

En 2007, el Monitor de Minas Terrestres registró 5.462 víctimas causadas por las minas y por los restos explosivos de guerra, pese a que un número significativo de casos no se informan (1)       . En los países afectados por las minas y por los restos explosivos de guerra, no siempre es posible determinar con certeza el tipo de arma que ha causado el incidente. Además, la recolección de datos es inadecuada e incompleta en la mayoría de los países afectadow. A pesar de que es difícil contar con datos confiables, se puede decir con seguridad que las minas terrestres siguen causando víctimas en casi todas las regiones del mundo. En 2007, se registraron nuevas víctimas en 37 países y regiones en África, Asia, Europa, América Latina, Oriente Medio y África del Norte (2)       . Las miles de nuevas víctimas que cada año sufren heridas y discapacidades permanentes a causa de las minas antipersonal se añaden a los cientos de miles de sobrevivientes de las minas heridos en los años 1980 y 1990.

 

 
Convención sobre la prohibición de las minas antipersonal: una respuesta integral al problema de las minas antipersonal  
 

 

  ¿Qué es la Convención sobre la prohibición de las minas antipersonal?  

 

A mediados de los años 1990, el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, las organizaciones no gubernamentales participantes de la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas (ICBL, por la sigla en inglés), las Naciones Unidas y muchos Estados sumaron sus fuerzas en una importante campaña destinada a resaltar el sufrimiento causado por las minas antipersonal y a obtener apoyo tanto de la opinión pública como de los altos rangos políticos y militares para lograr la prohibición de esas armas.

 

Ese esfuerzo condujo al lanzamiento de negociaciones internacionales para la prohibición de esas armas en 1996. Sólo un año después, el 3 de diciembre de 1997, 121 Estados firmaron la Convención sobre la prohibición del empleo de minas antipersonal en Ottawa, Canadá. La Convención entró en vigor el 1 de marzo de 1999, tras la cuadragésima ratificación.

 

La Convención sobre la prohibición de las minas antipersonal (Convención de Ottawa).

El título oficial del tratado es Convención sobre la prohibición del empleo, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersonal y sobre su destrucción. Establece una prohibición total de esas armas, pues prohíbe su empleo, almacenamiento, producción, transferencia y adquisición. Además, exige la destrucción de todas las minas antipersonal, ya sea las minas  enterradas o las minas almacenadas, dentro de plazos determinados.

 

  ¿Por qué la Convención sobre la prohibición de las minas es única?  

     

-Fue la primera vez en la historia del derecho internacional humanitario que los Estados acordaron prohibir un arma que se estaba empleando en forma generalizada en todo el mundo.

 

-No es sólo un tratad o para el desarme, sino un plan de acción humanitaria para poner término al sufrimiento causado por las minas antipersonal. A fin de responder a las consecuencias humanitarias de esas armas, los Estados Partes se comprometieron a prestar asistencia a las víctimas, eliminar la amenaza de las minas que ya habían sido sembradas y reducir el riesgo que corren los civiles a través de medidas preventivas, como la señalización de las zonas peligrosas, la difusión de advertencias y la educación sobre el peligro de las minas antipersonal.

 

-El tratado logró gran adhesión; lo adoptaron 156 Estados, lo que implicó efectos significativos en el terreno en un tiempo récord. Más de tres cuartas partes de los países del mundo se han adherido al tratado, y la mayoría de los Estados que están fuera del tratado han dejado de emplear, producir y transferir minas antipersonal. Se están efectuando tareas de remoción de minas en la mayoría de los países afectados, y gran parte de los Estados Partes han procedido a destruir sus reservas de minas antipersonal. El número de nuevas víctimas ha disminuido en forma significativa desde la adopción de la Convención; en algunas zonas afectadas, en dos tercios o más.

 

-La Convención sobre la prohibición de las minas antipersonal ha inspirado otras iniciativas para proteger a los civiles contra las municiones explosivas que representan graves amenazas. Esto se ha traducido en la adopción de dos nuevos acuerdos internacionales: el Protocolo de 2003 sobre restos explosivos de guerra, adicional a la Convención sobre ciertas armas convencionales, y la Convención de 2008 sobre municiones en racimo. Esos tres tratados forman un importante marco jurídico para proteger a los civiles de las armas que " siguen matando una vez terminados los conflictos " .

 

  Notas:  

(1)       Informe del Monitor de Minas Terrestres 2008, Toward a Mine-Free World , p. 51.

        (2) Informe del Monitor de Minas Terrestres 2008, Toward a Mine-Free World , p. 55.