Declaración

76º período de sesiones de la Asamblea General, Primera Comisión Debate general sobre el tema del desarme y la seguridad internacional Declaración del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR)

Declaración del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) — 11 de octubre 2021

Señor presidente, excelencias, señoras y señores:

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) agradece la oportunidad de dirigirse a la Primera Comisión en esta coyuntura crítica de las iniciativas multilaterales de desarme y el derecho internacional humanitario (DIH).

El desarme y la restricción de armas no son solo instrumentos para mantener la paz y la seguridad internacionales o impedir los conflictos armados y acabar con ellos, sino que también son fundamentales para mitigar el impacto de los conflictos armados existentes. Esto constituye la esencia misma del DIH.

Al procurar alcanzar un equilibrio práctico entre la necesidad militar y los imperativos humanitarios, con el fin de proteger a los civiles y a otras personas afectadas por los conflictos armados, el DIH representa el principio de que la necesidad militar nunca es justificativo para usar armas inhumanas o de efectos indiscriminados.

El reconocimiento de este principio –que se basa en los costos humanos presentes o previsibles del empleo de armas y métodos de guerra específicos– ha servido de guía para el desarme y el control de armamentos. De hecho, la restricción de armas, tarea comprendida dentro del cometido de la Primera Comisión, es un medio fundamental para mitigar las consecuencias humanitarias de los conflictos armados reduciendo los riesgos para las personas civiles y salvando vidas.

En la actualidad, la comunidad internacional debe hacer frente a enormes desafíos. Observamos dos tendencias principales que, juntas o separadas, se espera que determinen el futuro de la guerra y, de hecho, ya lo están haciendo, en concreto, la creciente urbanización y el veloz desarrollo y empleo de nuevos medios y métodos de guerra como resultado de los avances científicos y tecnológicos.

Por lo general, los conflictos armados modernos son más prolongados y más fragmentados que los del pasado, incluso los del pasado reciente, y cada vez con mayor frecuencia tienen lugar en entornos urbanos. La urbanización de la guerra se ve acompañada de un crecimiento exponencial del daño civil. Este tipo de daño puede ser directo e indirecto, inmediato y de largo plazo, visible e invisible.

La forma que adoptan los conflictos también evoluciona como consecuencia de los avances científicos y tecnológicos. Esos avances pueden y deben usarse para reducir el sufrimiento humano, incluido el daño civil causado por la conducción de las hostilidades

No obstante, su uso en el desarrollo de nuevas armas plantea riesgos y dilemas jurídicos y éticos importantes y provoca un profundo sufrimiento humano. Evaluar la licitud de las nuevas armas, medios y métodos de guerra de conformidad con el derecho internacional, incluso a la luz de los principios de humanidad y los dictados de la conciencia pública, es de vital importancia, en particular, dada la rápida evolución de las tecnologías de armas.

Este año, celebramos el 75º aniversario de la primera resolución aprobada por la Asamblea General. Ha sido una resolución fundamental con la que se aspiraba a "eliminar, de los armamentos nacionales, las armas atómicas así como todas las demás armas principales capaces de causar destrucción colectiva de importancia". A la luz de las terribles consecuencias de las armas nucleares, el desarme nuclear sigue siendo un imperativo humanitario urgente.

Desde que, en 1945, el lanzamiento de las primeras bombas atómicas causó un sufrimiento horroroso en la población de Hiroshima y Nagasaki, el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja ha impulsado la prohibición y la eliminación total de las armas nucleares, las armas más inhumanas que se hayan creado jamás.

En 2017, 122 Estados respondieron a esta inquietud con la aprobación del Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares. Su entrada en vigor a comienzos de este año fue un logro histórico y una victoria para la humanidad y el multilateralismo. El tratado envía un mensaje claro: cualquier uso, amenaza de uso o posesión de estas armas es inaceptable desde una perspectiva humanitaria, moral y jurídica.

De hecho, en la opinión del CICR, es sumamente dudoso que las armas nucleares puedan emplearse de conformidad con los principios y las normas del DIH, dadas sus devastadoras consecuencias para las personas y el medio ambiente. Su uso contra centros densamente poblados, como las ciudades, o contra objetivos ubicados en zonas pobladas o en sus proximidades –todas las situaciones fueron tenidas en cuenta en las doctrinas nucleares elaboradas durante la Guerra Fría y no queda claro si aún siguen en vigencia– es una violación flagrante de los principios y las normas del DIH relativos a la distinción y la proporcionalidad.

El riesgo del uso de armas nucleares continúa en aumento como consecuencia de las tensiones internacionales y regionales, la modernización de los arsenales nucleares, incluido el desarrollo de armas nucleares más pequeñas de las que se afirma que son más utilizables, y los avances tecnológicos que tornan a esas armas y sus sistemas de mando y control susceptibles de ser blanco de ataques cibernéticos. Se necesitan con suma urgencia medidas concertadas para reducir el riesgo de uso de armas nucleares.

La décima Conferencia de las Partes encargada del examen del Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares brindará una oportunidad única para detener y revertir la alarmante tendencia a una nueva carrera armamentista nuclear, incluso mediante la implementación de los compromisos de larga data para reducir los riesgos.

Uno de esos compromisos es desactivar el estado de alerta máxima de las armas nucleares y disminuir el papel de esas armas en las doctrinas militares hasta tanto se logre su completa eliminación. El Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares es un hito en el desarme nuclear y la no proliferación de armas nucleares y, para que el tratado conserve su credibilidad, los Estados Partes deben hacer, con urgencia, avances concretos en su plan de desarme nuclear, en especial, mediante la implementación del artículo VI. 3.

El Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares y el Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares se complementan y se refuerzan mutuamente, y ambos son elementos críticos de la arquitectura más amplia de desarme nuclear. Tienen un objetivo común: un mundo libre de armas nucleares.

Instamos a los Estados a trabajar en conjunto y de manera constructiva para hacer avances concretos en la consecución de ese objetivo, por ejemplo, en la primera Reunión de los Estados Partes en el Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares, que se celebrará próximamente. Durante la reunión, alentamos a los Estados Partes a establecer un marco sólido para la futura implementación del tratado, en particular, de sus obligaciones positivas relativas a la reparación el daño causado por el uso de armas nucleares y su prueba en personas y el medio ambiente. Alentamos enérgicamente a los Estados que aún no sean partes en el tratado a asistir a la reunión en calidad de observadores.


 

Señor presidente:

El CICR está profundamente preocupado por el impacto humanitario del desarrollo irrestricto de sistemas de armas autónomos, entendidos como sistemas de armas que, tras la activación inicial o el lanzamiento, seleccionan y aplican la fuerza a objetivos sin intervención humana.

La consiguiente erosión del control humano del uso de la fuerza –y de las decisiones humanas sobre la vida y la muerte, que, en efecto, son reemplazadas por sensores, software y procesos automáticos– genera riesgos claros para las personas civiles y los combatientes que ya no participan en las hostilidades y plantea desafíos relativos al cumplimiento del DIH y preocupaciones éticas fundamentales para la humanidad.

Hoy en día, el uso de sistemas de armas autónomos está relativamente limitado, pero las nuevas tendencias conducen a la expansión de su uso y desarrollo, con menos capacidad de supervisión, intervención y desactivación humana, incluso en zonas urbanas donde el riesgo para los civiles es mayor. Asimismo, el estudio del uso de la inteligencia artificial y el aprendizaje automático para controlar las funciones críticas de selección y aplicación de la fuerza va en aumento. Esas tendencias y desarrollos agudizan drásticamente nuestras principales preocupaciones.

En consecuencia, el CICR recomienda que los Estados adopten nuevas normas jurídicamente vinculantes para regular los sistemas de armas autónomos a fin de garantizar que se mantenga un grado suficiente de control y discernimiento humanos en el uso de la fuerza. En la opinión del CICR, será necesario prohibir algunos tipos de sistemas de armas autónomos –específicamente, las armas autónomas cuyos efectos no puedan conocerse, preverse y explicarse lo suficiente, y los sistemas autónomos diseñados o empleados para aplicar la fuerza a personas en lugar de a objetos– y regular estrictamente todos los demás.

Esto no impide que los sistemas de armas autónomos deban funcionar dentro de ciertos límites que aún deben establecerse, y lo mismo vale para otras aplicaciones de la inteligencia artificial y el aprendizaje automático, que tienen numerosos usos militares, como los sistemas de apoyo a la toma de decisiones que las fuerzas militares pueden usar para decidir qué o a quiénes atacar y cuándo. Fundamentalmente, los sistemas de inteligencia artificial y aprendizaje automático no dejan de ser herramientas que deben servir a los actores humanos para mejorar su capacidad de tomar decisiones y no reemplazarla o debilitarla.

Ahora, los Estados tienen una oportunidad para negociar nuevas normas para los sistemas de armas autónomos que efectivamente fortalezcan las protecciones que se confieren a las personas afectadas por los conflictos armados, respalden las obligaciones jurídicas y las responsabilidades morales de quienes participan en la conducción de las hostilidades y salvaguarden nuestra humanidad compartida. La Conferencia de Examen de la Convención sobre ciertas armas convencionales, que se celebrará dentro de dos meses, será una oportunidad decisiva que es imprescindible que los Estados aprovechen.


 

Señor presidente:

Este año marca un hito importante para la comunidad internacional y sus iniciativas para establecer límites para el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) que hacen los Estados en el contexto de la seguridad internacional. Ese uso es otra faceta de las nuevas tecnologías, que tienen el potencial de convertirse en un medio o método de guerra en un conflicto armado. El CICR elogia a los Estados por llevar a buen término los procesos del Grupo de trabajo de composición abierta y el Grupo de expertos gubernamentales.

El entorno de las TIC está en constante evolución, al igual que el uso de las operaciones cibernéticas durante los conflictos armados y el riesgo que eso implica para las personas. La comunidad internacional reconoce que "numerosos Estados están desarrollando capacidades de TIC con fines militares" y que "es cada vez más probable que se utilicen las TIC en futuros conflictos" (A/AC.290/2021/CRP.2).

Asimismo, los Estados llegaron a la conclusión de que las operaciones cibernéticas contra infraestructuras civiles críticas podrían tener "consecuencias humanitarias devastadoras" (A/AC.290/2021/CRP.2). Nuestra experiencia confirma que el daño a la infraestructura civil crítica tiene consecuencias especialmente graves en las sociedades que ya están debilitadas por conflictos armados.

A la luz de esta realidad, el CICR sostiene, desde hace tiempo, que las operaciones cibernéticas durante los conflictos armados no se producen en un "vacío legal" o en una "zona gris", sino que están sujetas a las normas y principios establecidos por el DIH.

El CICR recibe con agrado que, como primer gran paso, en su informe de 2021, el Grupo de expertos gubernamentales advierta que "el derecho internacional humanitario se aplica solo en situaciones de conflicto armado", reconozca "la necesidad de continuar analizando cómo y cuándo se aplican esos principios [del DIH] al uso de las TIC por parte de los Estados" y subraye que "reconocer la aplicación de esos principios de ningún modo legitima el conflicto ni lo incentiva".

El CICR insta a los Estados a tomar este acuerdo como base y a profundizar el estudio de cómo y cuándo el DIH impone límites a las operaciones cibernéticas durante los conflictos armados. Para responder a las preguntas fundamentales acerca de la protección de la vida civil es necesario que los Estados continúen debatiendo y adopten una posición clara, tomando en cuenta las características específicas del entorno de las TIC.

Por ejemplo, pensamos que los Estados podrían aprender unos de otros sobre las precauciones factibles que pueden, o deben, tomarse durante la conducción de operaciones militares cibernéticas a fin de prevenir o, en todo caso, minimizar el daño civil. Asimismo, en un mundo cada vez más dependiente de los datos, es prioritario que los Estados convengan que los datos civiles deben protegerse contra los ataques, al igual que se protegen los documentos civiles en papel.


 

Señor presidente:

El CICR continúa observando los efectos devastadores de otras armas convencionales en sociedades afectadas por conflictos, como las minas terrestres y las municiones en racimo y, en un sentido más amplio, los restos explosivos de guerra. Esas armas tienen un alto costo para los civiles durante las hostilidades activas e incluso varias décadas después del término del conflicto.

La Convención sobre la prohibición de minas antipersonal, la Convención sobre municiones en racimo y el Protocolo V sobre los restos explosivos de guerra de la Convención sobre ciertas armas convencionales han contribuido considerablemente a salvar vidas, a evitar mutilaciones y a conservar los medios de subsistencia, e instamos a todos los Estados que aún no son partes en esos instrumentos a que se adhieran a ellos.

En particular, celebramos la reciente aprobación de la Declaración de Lausana por la Conferencia de Examen de la Convención sobre municiones en racimo, que condena todo uso de municiones en racimo por cualquier actor. Asimismo, celebramos la aprobación del Plan de Acción de Lausana, que prevé acciones e indicadores específicos para cuantificar la implementación de las obligaciones clave de la convención y que servirá como hoja de ruta para el próximo ciclo de examen.

En vista del ritmo terriblemente lento de la universalización de la Convención sobre municiones en racimo, el CICR insta a los Estados a adherirse sin demora y a los Estados Partes a redoblar esfuerzos para lograr que aumente el número de miembros.

Todos los días, en todo el mundo, los delegados del CICR son testigos de los grandes sufrimientos que provoca el uso indebido de armas y municiones, que es posible debido a que no hay controles adecuados para la posesión, la transferencia y el uso de armas. La amplia disponibilidad de armas hace que los conflictos sean más prolongados, obliga a las personas a desplazarse dentro de su país y más allá de las fronteras, y tiene el potencial de desestabilizar regiones enteras. En muchos países del mundo, el suministro constante (abierto y encubierto) de armas convencionales induce a violaciones graves del DIH y del derecho de los derechos humanos.

Los instrumentos internacionales y regionales, en especial, el Tratado sobre el comercio de armas, han sido creados para prevenir esas violaciones, estableciendo normas sobre transferencias responsables de armas y promoviendo la transparencia. El CICR insta a los Estados a adherir a esos instrumentos y a aplicarlos de buena fe, teniendo en cuenta las cuestiones humanitarias al tomar decisiones relativas a la transferencia de armas en todos los niveles.

Exhortamos a todos los Estados Partes en el Tratado sobre el comercio de armas a aplicarlo de manera sistemática, objetiva y sin discriminación alguna, de acuerdo con los criterios más estrictos, sin olvidar la obligación de respetar y hacer respetar el DIH.

La Convención sobre ciertas armas convencionales desempeña un papel importante en los esfuerzos para reducir todo lo posible el sufrimiento durante los conflictos armados. Exhortamos a todos los Estados que aún no lo han hecho a que se sumen sin demora a la convención y a sus protocolos.

La próxima Conferencia de Examen brindará una oportunidad para hacer un balance y para seguir avanzando, de modo de garantizar que, a medida que la guerra evoluciona y cambia, la convención continúe ofreciendo una protección suficiente y eficaz a las víctimas de los conflictos –hombres, mujeres, niños y niñas– y al medio ambiente natural del que dependen.


 

Señor presidente:

Por último, consideremos el uso del espacio ultraterrestre en los conflictos armados contemporáneos, que las operaciones militares han empleado durante décadas. A medida que crece el papel de los sistemas espaciales en las operaciones militares durante los conflictos armados, aumenta la probabilidad de que esos sistemas se transformen en objetivos de medios cinéticos y no cinéticos.

Sin embargo, las tecnologías facilitadas por sistemas espaciales también están incorporadas a una gran parte de la vida civil. Por ende, el empleo de armas en el espacio ultraterrestre podría tener un impacto considerable para las personas civiles en la Tierra, pues afectaría actividades y servicios críticos para su seguridad o fundamentales para su supervivencia. Por lo tanto, el riesgo cada vez mayor de que las hostilidades tengan lugar en el espacio ultraterrestre es una preocupación humanitaria grave.

Las operaciones militares en el espacio ultraterrestre no tendrían lugar en un vacío legal. Están limitadas por la legislación existente, en especial, el Tratado sobre el espacio ultraterrestre, la Carta de la ONU y las normas del DIH que rigen la conducción de las hostilidades, incluidas las prohibiciones y las limitaciones del uso de algunos medios y métodos de guerra que confieren protección a la población civil.

Estas opiniones fueron vertidas en el documento de posición del CICR sobre "El posible costo humano del empleo de armas en el espacio ultraterrestre y la protección que otorga el derecho internacional humanitario", publicado en abril del corriente año en respuesta a la aprobación de la resolución 75/36 de la Asamblea General.

Acogemos con satisfacción los debates de la Primera Comisión con miras a establecer un proceso inclusivo para impulsar el tema de la reducción de las amenazas en el espacio en base a las recomendaciones del Informe del Secretario General, "Reducción de las amenazas relacionadas con el espacio mediante normas, reglas y principios de conductas responsables" (A/76/77).

Recomendamos que, en los debates y los procesos futuros, incluidos aquellos relacionados con las conductas responsables en el espacio ultraterrestre, se reconozca el impacto potencialmente considerable que tendría el uso de armas en el espacio ultraterrestre para los civiles en la Tierra, así como la protección que confieren las normas del DIH y de otros marcos jurídicos internacionales restringiendo la elección de medios y métodos de guerra por parte de los beligerantes, incluso en el espacio ultraterrestre.

Reiteramos que reconocer la aplicabilidad del DIH no legitima la conducción de las hostilidades en el espacio ultraterrestre ni su militarización, tampoco alienta ni justifica el uso de la fuerza en el espacio ultraterrestre.


 

En conclusión:

En cuanto organización humanitaria que trabaja en todo el mundo protegiendo y asistiendo a las personas afectadas por los conflictos armados y otras situaciones de violencia, y con el cometido de trabajar por la comprensión y la difusión del derecho internacional humanitario aplicable en los conflictos armados y de preparar el eventual desarrollo de esta rama del derecho, el CICR está dispuesto a continuar asistiendo a los Estados en sus esfuerzos para lograr una mejor implementación y, allí donde sea necesario, un desarrollo del derecho, incluso en lo referente a los medios y métodos de guerra.

La respuesta a los desafíos nuevos y persistentes en materia de protección de civiles requiere dinamismo y determinación. Exhortamos a todos los Estados a demostrar esas cualidades durante su participación en las próximas reuniones sobre desarme convencional y nuclear.

Muchas gracias.