Señor presidente, excelencias, señoras y señores:
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) agradece la oportunidad de dirigirse a la Primera Comisión en esta coyuntura crítica de las iniciativas multilaterales de desarme y el derecho internacional humanitario (DIH).
El desarme y la restricción de armas no son solo instrumentos para mantener la paz y la seguridad internacionales o impedir los conflictos armados y acabar con ellos, sino que también son fundamentales para mitigar el impacto de los conflictos armados existentes. Esto constituye la esencia misma del DIH.
Al procurar alcanzar un equilibrio práctico entre la necesidad militar y los imperativos humanitarios, con el fin de proteger a los civiles y a otras personas afectadas por los conflictos armados, el DIH representa el principio de que la necesidad militar nunca es justificativo para usar armas inhumanas o de efectos indiscriminados.
El reconocimiento de este principio –que se basa en los costos humanos presentes o previsibles del empleo de armas y métodos de guerra específicos– ha servido de guía para el desarme y el control de armamentos. De hecho, la restricción de armas, tarea comprendida dentro del cometido de la Primera Comisión, es un medio fundamental para mitigar las consecuencias humanitarias de los conflictos armados reduciendo los riesgos para las personas civiles y salvando vidas.
En la actualidad, la comunidad internacional debe hacer frente a enormes desafíos. Observamos dos tendencias principales que, juntas o separadas, se espera que determinen el futuro de la guerra y, de hecho, ya lo están haciendo, en concreto, la creciente urbanización y el veloz desarrollo y empleo de nuevos medios y métodos de guerra como resultado de los avances científicos y tecnológicos.
Por lo general, los conflictos armados modernos son más prolongados y más fragmentados que los del pasado, incluso los del pasado reciente, y cada vez con mayor frecuencia tienen lugar en entornos urbanos. La urbanización de la guerra se ve acompañada de un crecimiento exponencial del daño civil. Este tipo de daño puede ser directo e indirecto, inmediato y de largo plazo, visible e invisible.
La forma que adoptan los conflictos también evoluciona como consecuencia de los avances científicos y tecnológicos. Esos avances pueden y deben usarse para reducir el sufrimiento humano, incluido el daño civil causado por la conducción de las hostilidades
No obstante, su uso en el desarrollo de nuevas armas plantea riesgos y dilemas jurídicos y éticos importantes y provoca un profundo sufrimiento humano. Evaluar la licitud de las nuevas armas, medios y métodos de guerra de conformidad con el derecho internacional, incluso a la luz de los principios de humanidad y los dictados de la conciencia pública, es de vital importancia, en particular, dada la rápida evolución de las tecnologías de armas.
Este año, celebramos el 75º aniversario de la primera resolución aprobada por la Asamblea General. Ha sido una resolución fundamental con la que se aspiraba a "eliminar, de los armamentos nacionales, las armas atómicas así como todas las demás armas principales capaces de causar destrucción colectiva de importancia". A la luz de las terribles consecuencias de las armas nucleares, el desarme nuclear sigue siendo un imperativo humanitario urgente.
Desde que, en 1945, el lanzamiento de las primeras bombas atómicas causó un sufrimiento horroroso en la población de Hiroshima y Nagasaki, el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja ha impulsado la prohibición y la eliminación total de las armas nucleares, las armas más inhumanas que se hayan creado jamás.
En 2017, 122 Estados respondieron a esta inquietud con la aprobación del Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares. Su entrada en vigor a comienzos de este año fue un logro histórico y una victoria para la humanidad y el multilateralismo. El tratado envía un mensaje claro: cualquier uso, amenaza de uso o posesión de estas armas es inaceptable desde una perspectiva humanitaria, moral y jurídica.
De hecho, en la opinión del CICR, es sumamente dudoso que las armas nucleares puedan emplearse de conformidad con los principios y las normas del DIH, dadas sus devastadoras consecuencias para las personas y el medio ambiente. Su uso contra centros densamente poblados, como las ciudades, o contra objetivos ubicados en zonas pobladas o en sus proximidades –todas las situaciones fueron tenidas en cuenta en las doctrinas nucleares elaboradas durante la Guerra Fría y no queda claro si aún siguen en vigencia– es una violación flagrante de los principios y las normas del DIH relativos a la distinción y la proporcionalidad.
El riesgo del uso de armas nucleares continúa en aumento como consecuencia de las tensiones internacionales y regionales, la modernización de los arsenales nucleares, incluido el desarrollo de armas nucleares más pequeñas de las que se afirma que son más utilizables, y los avances tecnológicos que tornan a esas armas y sus sistemas de mando y control susceptibles de ser blanco de ataques cibernéticos. Se necesitan con suma urgencia medidas concertadas para reducir el riesgo de uso de armas nucleares.
La décima Conferencia de las Partes encargada del examen del Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares brindará una oportunidad única para detener y revertir la alarmante tendencia a una nueva carrera armamentista nuclear, incluso mediante la implementación de los compromisos de larga data para reducir los riesgos.
Uno de esos compromisos es desactivar el estado de alerta máxima de las armas nucleares y disminuir el papel de esas armas en las doctrinas militares hasta tanto se logre su completa eliminación. El Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares es un hito en el desarme nuclear y la no proliferación de armas nucleares y, para que el tratado conserve su credibilidad, los Estados Partes deben hacer, con urgencia, avances concretos en su plan de desarme nuclear, en especial, mediante la implementación del artículo VI. 3.
El Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares y el Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares se complementan y se refuerzan mutuamente, y ambos son elementos críticos de la arquitectura más amplia de desarme nuclear. Tienen un objetivo común: un mundo libre de armas nucleares.
Instamos a los Estados a trabajar en conjunto y de manera constructiva para hacer avances concretos en la consecución de ese objetivo, por ejemplo, en la primera Reunión de los Estados Partes en el Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares, que se celebrará próximamente. Durante la reunión, alentamos a los Estados Partes a establecer un marco sólido para la futura implementación del tratado, en particular, de sus obligaciones positivas relativas a la reparación el daño causado por el uso de armas nucleares y su prueba en personas y el medio ambiente. Alentamos enérgicamente a los Estados que aún no sean partes en el tratado a asistir a la reunión en calidad de observadores.