A medida que el mundo se urbaniza, también lo hacen los conflictos. Se estima que hoy, unos 50 millones de personas sufren las horrendas consecuencias de la guerra urbana. Es probable que esta tendencia se mantenga, dado que la concentración de personas en pueblos y ciudades es cada vez mayor.
En muchos de estos conflictos, se utilizan armas diseñadas para lanzar grandes fuerzas explosivas desde la distancia y sobre superficies amplias. Muchas de estas armas, si no todas, no son adecuadas para su uso en entornos urbanos y otros centros de población.
Sus efectos son devastadores. Destruyen la vida, los medios de subsistencia, la infraestructura vital y el futuro de las personas.
Su uso debe evitarse a toda costa, afirma el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en un nuevo informe.