Búsqueda de desaparecidos en el Perú: ¿Qué se ha logrado y cuáles son los retos?
Los familiares siguen buscando, pero este largo proceso les sigue afectando. Repasamos los avances y desafíos en la búsqueda de desaparecidos durante el período de violencia.
La búsqueda de personas desaparecidas en el Perú durante el período de violencia (1980-2000) avanza, mientras los familiares no descansan en sus esfuerzos por saber qué sucedió con sus seres queridos.
El proceso ya lleva más de 30 años y la afectación emocional junto con el paso del tiempo causa preocupación porque muchos familiares no sólo cargan consigo un sufrimiento constante, sino que algunos de estos llegan al final de su vida sin obtener respuesta sobre la suerte de sus seres queridos.
Desde la aprobación de la Ley N° 30470, Ley de Búsqueda de Personas Desaparecidas, en junio de 2016, se lograron hitos importantes, dos de los más recientes son:
-La promulgación del Decreto Legislativo N° 1398, que crea el Banco de Datos Genéticos (BDG) para la búsqueda de personas desaparecidas en el Perú durante el período de violencia 1980-2000, en octubre de 2018 a cargo del presidente Martín Vizcarra.
-La aprobación del reglamento de la norma para el BDG, en enero de 2019 a cargo del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (Minjusdh).
Quienes mantienen su búsqueda tienen ahora en el BDG una herramienta que centraliza, almacena, procesa, valida y coteja los perfiles genéticos de presuntas personas desaparecidas y sus familiares, para hallar las coincidencias y proceder a la identificación, pero la implementación recién empieza y aún es necesario que este mecanismo se ponga en marcha y esté en un pleno funcionamiento.
La desaparición de sus seres queridos supuso, por más de tres décadas, que muchos familiares vivieran con una esperanza que no hallaba respuesta concreta. Sin embargo, no pierden su empeño hasta que obtienen información certera sobre la suerte de sus desaparecidos.
Eva Esteban Finck, psicóloga del CICR, comenta que durante este tiempo, podrían sufrir afectaciones en dos momentos principalmente: Con la desaparición del familiar y su búsqueda personal y en el proceso de búsqueda por parte del Estado, etapas que pueden llegar a ser muy largas en el tiempo.
"La principal afectación de los familiares de desaparecidos es la incertidumbre que genera no saber si esa persona estará viva o no, además de que durante el proceso de búsqueda se alternan la esperanza de encontrarla y la desesperanza de que no sea así. Esta alternancia es muy desgastante. Se suman, además, los sentimientos de culpa y rabia por lo que sucedió, al sentir que no han hecho lo suficiente y, por otro lado, el desapego emocional, cuando centran su vida en buscar a su familiar y dejan de lado muchas otras cosas. La desaparición de una persona, no sólo afecta a los individuos, sino también a las familias", explica.
Lo que sucede en las comunidades afectadas por la violencia es que la desaparición es un evento que no tiene una explicación clara. Ante una desaparición, como sucede en el Perú, el grupo de personas que convive e interactúa en un mismo lugar normalmente no sabe cómo actuar o afrontarla, no existen rituales que la validen socialmente. Esto puede generar el silencio y la discriminación de la comunidad y el aislamiento por parte de los familiares.
Vigilia frente a los cuerpos de 4 miembros de una familia en Totora, Ayacucho. (Foto: CICR/Kathryn Cook-Pellegrin)
El CICR trabaja en asegurar que exista el acompañamiento a los familiares, de principio a fin, durante todo su proceso de búsqueda.
"Durante estos 30 años de búsqueda, la gran mayoría de familiares no ha tenido un acompañamiento, ni ha recibido una intervención especializada que le permita dar sentido a lo ocurrido, normalizar sus emociones y/o aprender a vivir con esta incertidumbre. Esto ha generado que muchas emociones sigan estando presentes como si la desaparición hubiera sido ayer y que se acaben somatizando y convirtiendo en malestares fisiológicos. Sumado a la avanzada edad de los familiares, el deterioro ya no sólo es a nivel psicológico y/o emocional, sino también a nivel físico", agrega Eva Esteban.
"Por eso es muy importante el acompañamiento durante el proceso de búsqueda para evitar hacer más daño y revictimizar al familiar, ayudándole a prepararse en cada una de las etapas de la búsqueda, informándole y acogiendo sus emociones. En definitiva, asegurando que sus necesidades psicosociales sean cubiertas durante el proceso para que la búsqueda sea en sí reparadora", precisa.
En el Perú hay alrededor de 20.329 personas desaparecidas durante las décadas de violencia, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y Sitios de Entierro (Renade). Desde el 2002 hasta el 2018, los cuerpos de 3.896 personas fueron recuperados, 2.500 identificados y 2.312 entregados a sus familiares, según cifras del Ministerio Público.
Es importante comprender que, a diferencia de una persona que ha vivido una experiencia traumática, que trata de no recordar lo sucedido, los familiares de personas desaparecidas sufren angustia constante en su búsqueda por que no se olviden de sus seres queridos. Por ello, tampoco debemos olvidarnos de ellos y de su larga búsqueda en el Perú.
*El CICR asesora a la Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas del Minjusdh, creada en junio de 2017, en la elaboración de documentos, guías y protocolos, que favorezcan un modelo de intervención para reducir las vulnerabilidades psicosociales y de salud mental de los familiares durante el proceso de búsqueda. El acompañamiento implica preparar a la persona para este proceso, asegurar que se sienta acompañada y darle un sentido a la desaparición.