Presos relatan cómo es vivir en la cárcel de Florencia, Colombia
Rocío y Juan son dos personas que llevan siete años en prisión y que hoy están estudiando o trabajando para tener una vida mejor. Estas son sus voces y sus sueños.
Ambos están recluidos en la cárcel de Florencia, Caquetá (sur del país), uno de los establecimientos penitenciarios que son visitados por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y que se benefició de la campaña por la dignidad de los detenidos ‘Humanos adentro y afuera’.
Rocío, la madre que busca ser un nuevo ejemplo
"Me da miedo salir a la realidad. Cuando me detuvieron yo era muy joven y ya no hubo vuelta atrás. Ya se van a cumplir siete años y aún me hace falta tiempo para volver a la libertad.
Siempre pienso en todo lo que me he perdido por las malas decisiones que tomé: los años que no pude vivir con mis hijos, verlos crecer, estar con ellos para celebrar sus logros y secar sus lágrimas cuando estén tristes. Aunque ya me perdí sus infancias tengo fe de que podré vivir sus futuros.
Mis decisiones también afectaron a mi hijo mayor; yo no estuve con él y tal vez por eso también está recluido en una cárcel muy lejos.
Él no tiene a nadie, lo pienso mucho y rezo para que esté bien. Por eso, cuando salga de aquí, quiero estar más cerca de él. No hay nada mejor que tener una familia unida, así sea sin lujos, pero felices.
Ahora estoy tratando de aprovechar este tiempo para aprender manualidades, coser, leer y escribir. Cuando esté afuera quiero comenzar con mi propio negocio… así sea vendiendo arepas voy a salir adelante. Mi sueño es reivindicarme con la vida y mi familia, ser el ejemplo de madre que mis tres hijos necesitan".
Juan, el psicólogo que cuenta cada minuto
"Uno nunca sabe cuándo puede cometer un error que le va a cambiar la vida para siempre, eso fue lo que me pasó a mí. Cuando entendí lo que había pasado, era tarde; ya nada volvería a ser igual.
Primero perdí mi libertad, luego mi familia y casi pierdo mis sueños… se iban desapareciendo lentamente. Por un momento pensé que ya no me quedaba nada y que lo único que podía hacer era esperar a que el tiempo pasara.
Soy psicólogo y decidí retomar mis estudios. A pesar de todos los obstáculos económicos, institucionales y personales, lo logré. Mi meta era que mi hija me viera como su héroe.
Desde hace algún tiempo me encargo de la coordinación del colegio en el que se capacitan los reclusos. Esto hace que me sienta valorado y lleno de ganas de seguir ayudando a mis compañeros.
Sé que tengo mucho para dar y que puedo ser útil, pero me da miedo que la sociedad no me permita demostrarlo. Me da miedo que siempre vean en mí al error que cometí y no a la persona que soy.
Voy a cumplir siete años aquí y, aunque han sido muchos, sigo contando cada minuto; esperando que llegue la hora de salir de aquí para retomar mi vida".
¿Qué hacemos?
Durante el primer semestre del 2015 monitoreamos la situación de más de 70.000 personas privadas de la libertad en toda Colombia.