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Crisis en Ucrania: incertidumbre a ambos lados de la línea de contacto

Madres, padres, hermanas, hermanos y abuelos de los desaparecidos de ambos bandos del conflicto en Ucrania sobrellevan lo mejor que pueden una situación imposible, realmente intolerable.

Esperar noticias sobre lo que les sucedió a sus familiares implica vivir en un limbo, sin la posibilidad de llorar su muerte y sin ninguna razón para abandonar una esperanza desesperada. Esta incertidumbre afecta gravemente a los seres queridos de las personas desaparecidas, desde el punto de vista emocional, social y económico. Estos son sus relatos.

Tatiana tiene dos hermanos. Pasha es el menor de ellos. Cuando Tatiana era pequeña, como hermana mayor, se ocupaba muchas veces de los dos niños. Incluso de adultos eran muy unidos. Tatiana dice que Pasha es muy similar a ella, que casi parecen gemelos.

"Pasha era muy buena persona. Sus colegas lo respetaban. Incluso lo invitaron a viajar a Kiev y le dieron un premio como mejor gerente en su trabajo. Quería mucho a sus dos hijitos. Hacía todo lo que podía por ellos y los mimaba. Su hijo mayor entiende la situación, por supuesto, pero el pequeño llora constantemente."

Además de la desaparición de su hermano, Tatiana sufrió la trágica pérdida de su esposo, quien murió al pisar con su coche una una mina antipersonal.
"Este conflicto ha arruinado toda mi vida."

Los padres de Tatiana, de 80 años de edad, y la esposa e hijos de Pasha necesitan apoyo. Ella busca a su hermano desde hace dos años, pero esa búsqueda no ha dado resultado por el momento. "Simplemente se ha esfumado. Ya he buscado en todas las morgues y cárceles posibles, y no hay nada... A veces me abruma, y parece que estoy a punto de quebrarme y me siento totalmente agotada. Pero después me doy cuenta: ¿quién lo va a hacer si no lo hago yo? Todavía no he cerrado su capítulo, así que voy a continuar la búsqueda. No va a aparecer simplemente de la nada."

Tatiana no tiene información sobre el paradero de Pasha. Tiene derecho a saber.

Marina, sentada en el apartamento de su hijo Ievgenii, que desapareció a mediados de 2014.

Marina viene pocas veces al apartamento vacío de Ievgenii. Se llevó al gato a su casa con ella. A veces pasa por allí camino de su trabajo. Dedica todo su tiempo a buscar a su hijo. "He viajado mucho para visitar morgues y hospitales. No hay un lugar al que no haya ido. Una vez recibí un llamado de un hospital en otra ciudad. Me dijeron que había una persona cuya descripción concordaba con la de mi hijo. Salí por la mañana temprano y llegué a mediodía. Pero no era él, gracias a Dios, porque ese hombre ya estaba muerto. Después recibí muchos llamados. Algunos trataron de engañarme y sacarme dinero. Una vez fui a Kiev para reunirme con unas personas que me aseguraron que estaba allí, pero cuando llegué simplemente me quitaron la foto de él y desaparecieron, porque no les di dinero."

Marina cree que Ievgenii está vivo y va a aparecer. "Simplemente no puedo quedarme sola. Enterré a uno de mis hijos en 2010. Ahora he perdido al segundo. Todos me dicen que no tiene sentido seguir esperando. Que lo digan... Va a aparecer. Está vivo."
Marina no tiene información sobre el paradero de su hijo. Tiene derecho a saber.

Margarita y Iurii están en la parte trasera de su casa. Margarita está sentada en una silla y Iurii tiene puesto un reloj que son, en ambos casos, regalos de su hijo Zhenia, que desapareció a mediados de 2014.

Margarita y Iurii están muy orgullosos de su hijo y de los regalos de este. "Este reloj que llevo en la muñeca, Zhenia me lo dio en 2010", señala su padre. "Todavía funciona. Ni siquiera le he cambiado las pilas. Puede que no sea un reloj de marca, eso pueden decir los joyeros, pero está muy cerca", apunta Iurii, con una expresión rusa que significa que, si algo no es exactamente cierto, le falta poco.

Zhenia cumple 30 años este año. Sus padres esperan poder ver pronto a su hijo, saludarlo y estrecharle la mano. "Creemos que está vivo. Como toda la población de Ucrania, tenemos abuelas que leen el futuro. Dicen que Zhenia está vivo, solo hay que esperar... ¿Sabe cómo es cuando a uno lo llaman papá o mamá?", pregunta Iurii.

"Esa sensación no se puede explicar con palabras, es lo más valioso. Y luego el niño desaparece y no sabemos dónde está. Dos años llenos de incertidumbre. La incertidumbre es lo peor del mundo. ¿Entiende lo difícil que es para nosotros, como padres? Necesitamos saber lo que le pasó a nuestro hijo."

Margarita y lurii no saben nada del paradero de su hijo. Tienen derecho a saber.

Natalia sujeta una caja que vino con un barquito de su hijo Sasha, que desapareció en la primera mitad de 2014.

Natalia habla de él con admiración. Quería mucho a su hijo, que desde su niñez la ayudaba siempre y al que le encantaba construir cosas. "Sasha se sumó al club de jóvenes técnicos en quinto grado y fue primero en distintas competiciones. Hizo un submarino a control remoto y quería construir aviones y helicópteros", señala Natalia.

Natalia tiene también una hija, Olga. Su marido los abandonó, y ella tuvo que trabajar en tres empleos distintos cuando los niños eran pequeños. "El colegio pagaba el sueldo tarde, no recibía una pensión alimenticia y tenía que dar de comer a los niños. Así que muchas veces los dejaba con su abuela o solos. Por eso hacían todo por sí mismos", explica Natalia.

"Mis hijos son inteligentes y están muy unidos. Sasha aprendió a hacer de todo por sí mismo. Incluso mientras todavía iba al colegio, sabía hacer de todo: lavar y secar la ropa, colgarla, planchar. Así que, siempre que tenía que dejarlos, estaba tranquila y confiada en que se encontraría con su hermana tras las clases de música de ella, haría la compra y repararía algo si era necesario. Lo que fuera: Sasha sabe hacerlo todo."

Natalia no sabe nada sobre el paradero de su hijo. Tiene derecho a saber.

Elena sostiene en sus brazos a su hija Maria. El padre de Maria desapareció a principios de 2014.

Aleksandr desapareció cuando Elena estaba embarazada. Por ese trauma, fue un embarazo complicado, y Maria solo pesó 1,4 kg al nacer. Ahora es una niña inteligente y sana. Sin embargo, nunca ha visto a su padre.

A Elena le resultó difícil hablarnos sobre su esposo.

La familia no sabe nada sobre el paradero de Aleksandr. Tienen derecho a saber.

Anzhela, en el jardín de infantes donde su hijo, que desapareció a mediados de 2014, dio sus primeros pasos.

Vladimir tenía 32 años cuando desapareció. ¿Qué le pasó exactamente? Sus padres, Anzhela y Oleg, solo pueden imaginárselo.

Hasta que lo sepan, su nieto, el hijo de 7 años de edad de Vladimir, es su único consuelo. Juegan con él y lo llevan al estanque cercano a su casa, donde solían ir cada fin de semana Vladimir y su esposa. Vladimir obtuvo una licenciatura en comercialización y trabajaba para una empresa internacional. Lo respetaban mucho y tenía muchos amigos, con los cuales compartía su pasión por los juegos de ordenador.

"No puedo aceptar que se haya ido. Él solo quería ayudar a nuestra mejor amiga, que también es su madrina, a encontrar a su hijo. Ni siquiera quería ir, pero todos queríamos que la llevara a un lugar donde tal vez pudiera encontrar algo de información sobre su propio hijo. Es inconcebible que simplemente hayan desaparecido todos", señala su madre, Anzhela.

El padre de estos niños desapareció a mediados de 2014. El mayor sostiene un trofeo de fútbol que pertenece a su padre, Andrey.

Andrey y Oksana ya eran novios en el colegio. Su primer hijo nació en el segundo aniversario de su boda. Poco después, llegó el segundo.

"Andrey tenía cinco años más que yo. Tenía 39 años cuando desapareció", relata Oksana. "La última vez que hablé con él conducía un coche." Junto con la hermana de Andrey y el esposo de esta, Oksana buscó información en todos los lugares que se le ocurrieron.

Mientras, la familia de Andrey recibe ayuda de la hermana de este y su esposo. Los niños saben que su padre ha desaparecido. No se les oculta nada. El hijo mayor tiene talento como futbolista y gana muchas medallas. Sabe que, cuando regrese, se padre se alegrará de que le vaya tan bien con el fútbol. El hijo menor no recuerda realmente a su padre. Todavía está en el jardín de infantes y le gusta dibujar. Sus dibujos de la familia están listos para cuando vuelva su padre.

Oksana y sus dos hijos pequeños no tienen información sobre el paradero de Andrey. Tienen derecho a saber.

Liudmila mira por la ventana de la casa que compartía con su hijo menor, Misha, uno de sus nueve hijos, que desapareció a mediados de 2014.

Liudmila tiene cinco hijos, cuatro hijas y quince nietos. Misha es su hijo menor, y todavía vivía con ella y su esposo cuando desapareció. "Misha es muy bueno, muy amable y cariñoso. Nos ayudaba a mi esposo y a mí. Con su sueldo, compraba caramelos para los nietos, los llevaba a ver delfines y al circo. Una vez, incluso se gastó el sueldo completo de un mes para comprarme un vestido y un anillo", confiesa Liudmila.

Dasha, la hermana de Misha, que también vive con los padres de ambos, no puede superar la desaparición de su hermano. "De todos mis hermanos, Misha era al que más quería. Siempre estaba disponible para mí. Me enseñó a conducir y a andar en bicicleta. Siempre salía conmigo y me presentaba a sus amigos. Era tan bueno que muchas personas se aprovechaban de él. Especialmente las chicas", apunta Dasha.

"Trabajaba como guardia de seguridad y soñaba con ser piloto. Trató de entrar en la academia de aviación, pero lamentablemente no lo admitieron", señala Dasha. Muestra fotos de un joven de poco más de veinte años, con cabello claro, ojos grandes y una hermosa sonrisa. Liudmila sonríe al mirar sus fotos.

La familia no tiene información sobre el paradero de Misha. Tienen derecho a saber.

Todas las fotos: © CICR/Brendan Hoffman