Día Mundial de la Cruz Roja y la Media Luna Roja 2018

08 mayo 2018

Declaración conjunta, Francesco Rocca, presidente de la Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Medialuna Roja, y Peter Maurer, presidente del CICR.

Nadie parece saber a ciencia cierta cuántos músculos se necesitan para sonreír. Algunas fuentes citan diecisiete (17) músculos; otras, sostienen que son alrededor de doce (12). Sin embargo, en el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (Movimiento), existen rumores de que son más de siete (7) mil millones. Es decir, los ágiles músculos y mentes de más de doce (12) millones de voluntarios y miembros del personal.

Todos los días, trabajan con personas que atraviesan los peores momentos de sus vidas – crisis, guerras y desastres. Son los primeros en acudir y los embajadores destacados del Movimiento. La fuerza y el alcance crecientes de nuestra red reposan sobre ellos: alrededor del mundo, en lugares peligrosos e inestables, la acción humanitaria neutral, independiente e imparcial goza de mejores probabilidades de llegar a las personas más necesitadas. Si algún día podemos afirmar que estamos presentes para todos por doquier, será también gracias a personas como ellos.

En el Día Mundial de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, queremos expresar nuestra gratitud por su trabajo y nuestra deuda para con ellos por sus servicios.

Su labor dista de ser fácil. Como nunca antes, el personal humanitario está sujeto a crecientes amenazas y ataques. Cada año, lamentamos la muerte de miembros del personal y voluntarios de las organizaciones de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Cada año, nos sobrecoge el vacío que dejan y las palabras de gratitud que nunca llegarán a escuchar.

Sin embargo, los voluntarios y miembros del personal perseveran en su labor. Trabajan en crisis cada vez más prolongadas y con dinámicas extremadamente complejas. Saben que las personas a quienes prestan servicios no atravesarán situaciones difíciles, apenas durante unos meses sino a lo largo de años. Aun así, permanecen a su lado. Están presentes desde la asistencia urgente, que salva vidas, hasta la ejecución de programas de recuperación y fomento de la resiliencia.

Están en Zimbabue, impartiendo formación en agricultura en ojo de cerradura – un sistema agrícola destinado a que los cultivos resistan condiciones adversas como sequías e inundaciones. Están en Bangladesh, aprovisionando a mujeres y niñas con linternas solares, ropa adaptada a su cultura y artículos de higiene para prevenir el aislamiento, incluso durante la menstruación. Están en Costa Rica, entrenando perros que ayudan en el rescate de personas sepultadas bajo estructuras colapsadas o por deslizamientos de tierra. Están en Siria, donde tras múltiples intentos, cuarenta y seis (46) convoyes de camiones, cargados con miles de paquetes de alimentos y suministros médicos, finalmente lograron hacerse camino para prestar asistencia a la población civil en el este de Ghouta. Están en Gaza, proporcionando a las personas baterías portátiles para que, en medio de los cortes de suministro eléctrico, puedan cargar sus teléfonos y luces de emergencia.

En todos estos casos, destacan la innovación y la originalidad. También se ilustra el empeño del Movimiento en colocar a las personas en el centro de la acción humanitaria. Los voluntarios y miembros del personal de nuestras organizaciones apoyan a las comunidades para que se conviertan en agentes de su propia recuperación y resiliencia. Ponen su pericia al servicio de la comunidad para que ésta sea más fuerte a largo plazo.

En muchos sentidos, se empeñan en quedarse sin trabajo, y es justamente este generoso desinterés lo que valoramos; esa pasión compartida por una multitud tan diversa como único es nuestro Movimiento. A quienes dicen que la humanidad está muerta: respondemos con doce (12) millones de ejemplos que demuestran lo contrario.

Y eso es, definitivamente, razón válida para sonreír.

Gracias.