La violencia ha disminuido en Sudán del Sur desde la firma del último acuerdo de paz, pero más de la mitad de la población aún tiene dificultades para disponer de alimentos suficientes después de años de conflicto. Las comunidades han quedado desarraigadas y sin la seguridad o las herramientas para poder cultivar.
"Solo como lo que consigo", dijo Luka, de 28 años de edad. "Si no consigo nada, simplemente no como".
En los últimos cinco meses, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) entregó semillas y herramientas para 352.000 personas en Sudán del Sur a fin de ayudar a las familias a plantar una vez más antes de que comiencen las lluvias. Una de las comunidades que recibió apoyo vive en Dulamaya, donde unas 1.000 familias buscaron refugio después de que, en febrero, perdieran sus hogares y sus pertenencias en los enfrentamientos que consumieron Mundri East, (área que se encuentra aproximadamente a tres horas en coche al noroeste de la capital, Yuba).
Dulamaya, ubicada a veinte kilómetros de la aldea más cercana, está aislada y hay pocas oportunidades para que las personas como Luka trabajen. Por eso, gran parte de la población depende de la asistencia humanitaria para su supervivencia. "Debemos dar seguimiento a la situación de esta comunidad. Ellos nos han expresado sus preocupaciones acerca de la comida, el agua y la educación, y estamos buscando todas las oportunidades para apoyarlos", explicó Ola Ulmo, jefe de la subdelegación de Equatoria. "La temporada de lluvias ha comenzado; las condiciones de vida serán más difíciles y, además, para nosotros, será más complicado llegar a esta área por carretera."
Si bien el campamento necesitará apoyo para superar la escasez en los próximos meses, la esperanza es que las semillas (sorgo, maíz, calabaza, okra y kudra, una verdura de hoja local) les ayuden a tener alimentos para cosechar más adelante este año, hasta que Mundri sea lo suficientemente seguro para que regresen.