Declaración

Gilles Carbonnier, vicepresidente del CICR, en la Convención sobre la prohibición del empleo, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersonal y sobre su destrucción

Discurso pronunciado por Gilles Carbonnier, vicepresidente del CICR en la Decimonovena Reunión de los Estados Partes en la Convención sobre la prohibición del empleo, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersonal y sobre su destrucción. 15 de noviembre de 2021, La Haya.

Señor presidente, excelencias, señores y señoras:

Es un placer dirigirme a ustedes en nombre del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en la inauguración de esta Decimonovena Reunión de los Estados Partes en la Convención sobre la prohibición de las minas antipersonal.

En los últimos veinticuatro años, los esfuerzos conjuntos y sostenidos de los Estados, las organizaciones internacionales y la sociedad civil han convertido a la Convención sobre la prohibición de las minas antipersonal en uno de los tratados de armas más exitosos de la historia.

La Convención ha desempeñado un papel importante en la reducción del daño civil, ha permitido el acceso humanitario y ha ayudado a aumentar la seguridad de las comunidades. Se han recuperado tierras destinadas a la producción agropecuaria, y los refugiados y las personas desplazadas como consecuencia de los conflictos han podido regresar a sus hogares, reanudar su vida y recuperar sus medios de subsistencia.

Son todos buenos motivos para celebrar. Desde su entrada en vigor, en 1999, la Convención ha ayudado a reducir en un 90 % el número de víctimas civiles causadas por las minas antipersonal. Más del 80 % de los países del mundo son parte en la Convención. El comercio legítimo de minas antipersonal prácticamente ha dejado de existir y se han destruido más de cincuenta y cinco millones de minas almacenadas, como consecuencia de lo cual treinta y un Estados Partes han desminado por completo su territorio.

Sin embargo, aún no hemos alcanzado nuestro objetivo. Persisten las dificultades para la universalización y la implementación de la Convención:

  • La cantidad de víctimas sigue siendo elevada. Según Landmine Monitor Report, en 2020 se registraron más de 7000 víctimas de minas y restos explosivos de guerra, lo que representa un incremento considerable en comparación con las cifras de 2019. De esas víctimas, al menos un 80 % fueron civiles.
  • En los últimos cuatro años, no se incorporó ningún nuevo Estado Parte, por lo que todavía quedan treinta y tres Estados que no son partes en la Convención, varios de los cuales poseen grandes existencias de minas antipersonal.
  • Algunos de los treinta y cuatro Estados que aún no han terminado de cumplir su obligación de limpiar su territorio de minas están retrasados en esa tarea.

El CICR observa a diario en todo el mundo los efectos devastadores de las minas antipersonal para las personas y las comunidades.

Recientemente, conocí la historia de Ma Su Hlaing, una joven viuda del estado de Chin, en Myanmar. La mujer estaba cursando un embarazo avanzado cuando su marido y su cuñado fueron a recoger hierbas medicinales al monte cercano a su vivienda.

Los hombres jamás regresaron. Estando en el monte, pisaron minas terrestres y estas, al explotar, les causaron heridas mortales. Al morir su marido, que era el que mantenía a la familia, y con dos hijos que alimentar, Ma Su Hlaing quedó sumida en la pobreza hasta que llegó el CICR con un préstamo en efectivo que le permitió salir adelante.

Debido a los costos humanos de las minas antipersonal, es fundamental que los Estados Partes no dejen que se debilite el impulso del Plan de acción de Oslo y trabajen denodadamente para cumplir el objetivo de la Convención de lograr un mundo libre de minas terrestres:

  • Los Estados Partes deben redoblar esfuerzos para promover la adhesión universal a la Convención y deben instar a todos los Estados y partes en conflictos armados a renunciar de inmediato al uso, la producción, la transferencia y el almacenamiento de minas antipersonal.
  • La acción contra las minas debe realizarse sobre la base de la evidencia para garantizar una respuesta eficaz a los problemas que enfrentan las comunidades. A fin de que las respuestas humanitarias y de desarrollo para abordar la contaminación con minas estén fundamentadas, coordinadas y planificadas adecuadamente, es necesario mejorar la recopilación de información.
  • La acción contra las minas debe respetar el principio de "no causar daño" a las comunidades y las zonas contaminadas, lo que implica mitigar los impactos ambientales adversos de las operaciones de desminado.
  • Para que la educación sobre los riesgos de las minas sea exitosa, la sensibilización debe acompañarse de acciones que ayuden a aumentar la seguridad de las comunidades afectadas, y esas actividades deben incorporarse a los programas de largo plazo sobre medios de subsistencia.
  • Las necesidades de las víctimas de las minas siempre deben ser la prioridad de las acciones contra las minas destinadas a reducir su sufrimiento. Es necesario satisfacer las necesidades crónicas de los sobrevivientes y de sus familiares –teniendo en cuenta el género, la edad y los factores que hacen a la diversidad– para permitirles una participación plena, igualitaria y satisfactoria en la sociedad.
  • A fin de garantizar una capacidad de respuesta nacional en el largo plazo, se requiere una estrecha colaboración entre todas las instituciones pertinentes en el ámbito local y nacional, junto con un apoyo significativo y continuo de los Estados y las organizaciones capaces de prestar asistencia, tanto financiera como técnica.

Señor Presidente:

El CICR y el Movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja están decididos a colaborar con los Estados y las organizaciones asociadas para lograr que se alcancen los objetivos de la Convención.

Nuestro papel específico en el desarrollo y la implementación del derecho internacional humanitario nos lleva a mantener un diálogo cercano con los Estados y nos permite ofrecer el apoyo adecuado para la universalización y la implementación de la Convención.

Al trabajar codo a codo con las autoridades locales y nacionales, nos embarcamos en un conjunto de iniciativas destinadas a ocuparnos de las consecuencias de las minas y a prevenirlas. Ejemplos de esas iniciativas son la sensibilización, la mitigación de riesgos, la rehabilitación física y el apoyo a la inclusión social y económica de los sobrevivientes.

Aún no estamos cerca de la meta, pero nos vamos aproximando. Con un esfuerzo constante y con voluntad colectiva, podemos avanzar más allá de los logros alcanzados hasta el momento, hacer frente a las dificultades y por fin alcanzar nuestro objetivo común de tener un mundo libre de minas.

Muchas gracias.