Fartun sostiene un maniquí bebé durante una formación en obstetricia organizada en Nairobi para parteras de la Media Luna Roja Somalí.
“Mi madre fue mi inspiración para ser partera. Una vez, sufrió dolores de parto y no había nadie cerca que pudiera ayudarla. No estaba en una clínica y, en un determinado momento, perdió el conocimiento. Algunas personas se acercaron y le rociaron agua. Sentí pena por ella y, al mismo tiempo, impotencia. Ese día, decidí que la única forma de evitar esas situaciones era ser partera.”
Barlin limpia las secreciones del “bebé” antes de las maniobras de reanimación neonatal.
“Recuerdo a una mujer, embarazada de mellizos, que estuvo en trabajo de parto dos días. No había hospitales en la zona. Ayudé a dar a luz a uno de los bebés sin problemas, pero surgieron complicaciones con el otro bebé. Nos vimos obligados a trasladarla en automóvil hasta Beled Hawa (el distrito más próximo a Gedo). Dio a luz al segundo bebé mientras estábamos en camino. Es uno de los momentos más felices que viví en mi trabajo: estuve a su lado en el automóvil todo el tiempo.”
Nimco Hussein observa una simulación de parto de nalgas, es decir, cuando las piernas del bebé se presentan antes que la cabeza. La mayoría de los bebés que están en posición de nalgas nacen por cesárea porque, en esos casos, se la considera más segura que el parto vaginal.
“La clínica de la Media Luna Roja Somalí está preparada para atender partos (de bajo riesgo). En una ocasión, llegó una mujer que acababa de dar a luz en su casa con la asistencia de una partera tradicional. El bebé ya había nacido, pero la mujer aún tenía la placenta en el vientre. Afortunadamente, su cuello uterino seguía abierto, así que pude estabilizarla y retirar la placenta, pero perdió mucha sangre.”
Ayni escucha el ritmo cardíaco fetal.
“El bebé estaba en una posición complicada. Antes de que nos trajeran a la madre, una partera tradicional había tratado de ayudar a la mujer a dar a luz al bebé, pero no pudo. La mujer tenía mucho dolor. Comprendimos que un parto vaginal sería imposible: tuvimos que esperar que un médico le practicara una cesárea. Mientras tanto, la mujer sufría terriblemente, pedía ayuda a gritos y nos preguntaba por qué nos quedábamos ahí sin ayudarla. Finalmente, la trasladamos al quirófano y el médico la operó. Pensamos que el bebé había nacido muerto. Comencé a envolver al bebé con una tela cuando, de repente, creí sentir un débil latido. El bebé parecía desfigurado: tenía el rostro hinchado a causa de las complicaciones, y era difícil discernir su estado. Comencé a reanimarlo de inmediato, y resultó bien: la madre y el bebé estuvieron a salvo. Fue una experiencia sobrecogedora.”
Fardosa mueve al “bebé” durante una sesión sobre partos complicados.
“En Somalia, la tasa de mortalidad materna es elevada. A mi mamá le costó conseguir una partera durante su embarazo. En la clínica donde trabajo, una vez llegó una mujer embarazada que presentaba una hemorragia grave. Logramos salvar a la madre y al bebé. Intento poner mi grano de arena para reducir el número de muertes maternas.”
Nadifa aprende las maniobras para el manejo activo de placenta.
“Una noche, estaba sola, de guardia en la clínica, cuando llegó una mujer, con un dolor intenso, en trabajo de parto; ya la había asistido una partera tradicional, sin éxito. Tenía el cuello uterino completamente abierto para que naciera el bebé: no había tiempo para examinarla ni suministrarle medicamentos. Comenzó a tener convulsiones mientras me colocaba los guantes. Allí me encontraba, sola, con la mujer sacudiéndose en la cama y un bebé que nacería en cualquier momento. Pedí ayuda, pero el guardia de seguridad estaba demasiado lejos para oírme. No sabía qué hacer. ¿Debía sujetar a la mujer, que convulsionaba, para que no cayera de la cama o, primero, ocuparme del bebé? Asumí el riesgo y la sujeté a la cama por medio de cinturones. Recién entonces, me apresuré a buscar un medicamento y a suministrárselo, antes de concentrarme en el bebé. Gracias a Dios, la madre dio a luz a un bebé sano.”
Cuando no podemos hacer nada para aliviar el sufrimiento de una mujer durante el parto, una sensación de impotencia nos domina. Imaginemos tener que asistir un parto en pleno viaje hacia la clínica. Ahora imaginemos sostener en brazos a un bebé recién nacido –que creíamos que había nacido muerto– y sentir el débil latido de su corazón. Estas son solo dos situaciones reales vividas por parteras en Somalia.
En efecto, a veces los partos pueden salir mal, pero la planificación adecuada y la atención prenatal recibida durante el embarazo ayudan a prevenir posibles complicaciones que podrían poner en riesgo la vida del neonato y de la madre. Lamentablemente, en zonas afectadas por el conflicto, donde el acceso a la atención médica básica es difícil, la atención especializada es inaccesible para la mayoría de las mujeres embarazadas.
En Somalia, numerosos partos no cuentan con la asistencia experta de parteras. En Nairobi, Kenia, se organizó una formación en obstetricia, en la que participaron doce parteras que trabajan para la Media Luna Roja Somalí. Algunas de ellas nos respondieron acerca de sus fuentes de inspiración y de momentos inolvidables en su vida como parteras en Somalia.