Las mujeres son esenciales para la ayuda humanitaria
Enfermera obstétrica, especialista en neumología sanitaria, la brasileña Ana Lúcia Bueno participó en misiones humanitarias en Afganistán, Yemen, Sudán del Sur y Myanmar. Hoy es coordinadora adjunta del departamento de salud de la delegación regional del CICR de México. Para el Día Internacional de la Mujer, Bueno nos contó un poco sobre cómo es trabajar para organizaciones humanitarias y cómo se brinda la atención a las mujeres en lugares afectados por conflictos armados o por violencia.
¿Ha observado cambios en la ayuda humanitaria con respecto a las mujeres a lo largo de estos diez años de trabajo?
Como he trabajado en contextos muy diferentes, la cuestión varía mucho. Hay lugares en los que es necesario realizar una labor específica con mujeres, en otros las necesidades son más generales. La ayuda humanitaria, en definitiva, es mirar al ser humano de manera general, sin distinción de sexo, color de piel ni religión.
Pero existen cuestiones que son muy específicas orientadas a las mujeres. Por ejemplo, cuando hay un conflicto armado o violencia, y las mujeres necesitan atención obstétrica, es bastante complicado. En esas situaciones, es importante concientizar a los hospitales que están trabajando en zonas de conflicto para recibir esos casos, y garantizarles insumos y recursos humanos suficientes para este tipo de asistencia.
¿De qué manera cree que las mujeres ayudan a generar cambios dentro del contexto humanitario?
Las mujeres forman parte de este contexto y sufren mucho de diferentes formas. Sufren las consecuencias físicas de la violencia en sí, y sufren al tener que ver a sus hijos yéndose a la línea de frente. La mujer tiene un papel extremadamente importante en la cuestión humanitaria, porque en general tiene una visión más global, más humana.
La mujer termina asumiendo el papel de mantener unidas a las familias en una situación muy difícil. También promueve muchos grupos, grupos de autoayuda, grupos comunitarios. La mujer siempre está pensando en ideas para seguir con su vida, para seguir adelante. Tiene esa tendencia natural a ayudar, a tender una mano y a organizarse en ese sentido. Este es un factor muy importante.
¿Qué aprendió de las mujeres con las que trabajó en la delegación de México?
Los latinoamericanos, aun ante grandes dificultades, siguen adelante porque tienen un objetivo. Siempre tienen una alegría muy grande de vivir, lo cual se refleja en su manera de trabajar. En la delegación regional de México, trabajamos los temas de migración y con comunidades afectadas por la violencia, intentando minimizar las consecuencias humanitarias causadas por esta. A pesar de las dificultades, las mujeres siguen adelante porque tienen el objetivo de llevar una vida mejor.
En México, las mujeres también son las primeras en organizarse para prestar ayuda. Son grupos de mujeres que toman la delantera. Por ejemplo, las campesinas en las comunidades movilizan la economía de sus pueblos. Con ellas tenemos proyectos de salud, de apoyo a familiares de personas desaparecidas, de educación.
Normalmente, son mujeres que asumen la coordinación de las acciones que se realizarán en sus comunidades. La mujer es siempre el punto de referencia dentro de la familia y de la comunidad. Por más que parezca difícil la situación, ellas siempre tienen un optimismo muy grande. Mantienen la esperanza, siempre buscando lo mejor para su comunidad y su familia. Siempre con mucha fuerza y alegría.
En general, ¿cómo ve la situación de las mujeres en el CICR?
Como delegada del CICR, nunca tuve ningún problema en ningún lugar que me impidiera realizar mi trabajo únicamente por el hecho de ser mujer. Viví momentos en los que era la única mujer en una delegación de más de 130 hombres y yo trabajaba como delegada de salud, y siempre fui muy respetada.
Existen, por supuesto, particularidades culturales dentro de cada país con respecto a la cuestión de género, alimentadas por generaciones, pero eso no es un impedimento para que las mujeres realicen cualquier tipo de trabajo dentro del CICR.
En Yemen, por ejemplo, había ocho yemenitas cirujanas y enfermeras en mi equipo que trabajaban codo a codo con los hombres y poseían una sensibilidad extrema. Yo nunca vi el rostro de esas mujeres. Esas cirujanas y enfermeras, por ejemplo, solo mostraban los ojos, pero tenían poder de decisión dentro del equipo. Por más que estuvieran en un ambiente masculino, en el centro quirúrgico, allí se percibía que ellas tenían todo el poder decisión, de voz, de hablar sobre lo que creían que era mejor para el paciente.
¿Qué les diría a las brasileñas que desean realizar trabajo humanitario?
Cada año me preocupo más por la cuestión de la igualdad de género. Podríamos ganar mucho más si las personas la tomaran realmente en serio. A las brasileñas que quieren realizar una labor humanitaria, les digo que si es realmente de corazón, si quieren marcar la diferencia, es necesario salirse un poco de lo tradicional. El trabajo humanitario es un estilo de vida que te brinda muchas experiencias intensas, cierto nivel de privación de una vida "normal", pero que reconforta inmensamente. No es fácil tomar ese lugar, pero tenemos que estar seguros de lo que queremos y estar preparados para los desafíos. Lo que importa es la voluntad de hacer y hacerlo bien.
Nosotras, las mujeres, tenemos mucho que ofrecer al mundo humanitario. Tenemos por naturaleza una empatía muy grande con los diferentes contextos. Es un trabajo que conlleva muchos riesgos físicos y emocionales, entonces se necesita una resiliencia muy fuerte (que se define como la capacidad de una persona de sobrellevar sus propios problemas, vencer obstáculos y no ceder a la presión, sea cual fuere la situación). Yo las aliento mucho, ¡sigan adelante y no se intimiden! Creo que es muy importante la presencia y la representación femenina, inclusive en contextos inimaginables. Vale la pena.
¿Tiene algún mensaje especial para el Día Internacional de la Mujer?
Hoy la mujer aparece mucho más por detrás de las decisiones, pero tiene que ser vista como alguien que tiene un papel importante dentro de la sociedad en general, como realmente ocurre. La discriminación todavía existe y es muy fuerte, pero la presencia de la mujer tiene que hacerse evidente. La mujer es la que toma las decisiones, organiza y hace el trabajo duro en muchos campos. Al final, su nombre ni aparece. Eso a veces es molesta, pero de a poco vamos cambiando, viendo al ser humano como ser humano. Cuando comienza una guerra, quien va a unir a la familia y buscar un refugio siempre es la mujer.
Ella desempeña el papel principal de mantener una organización dentro del caos. Como mensaje final, les digo a las mujeres que sigan firmes en sus principios, que se unan contra la desigualdad, cada uno tiene su voz y su papel dentro de la sociedad, y que cada ser humano, independientemente del género, color, religión, debe ser respetado y es una pieza fundamental para mover el mundo y marcar la diferencia.