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Malí: las personas con discapacidad hacen frente a la adversidad

Las personas con discapacidad forman parte de la población más vulnerable de Malí. Los centros de rehabilitación física que prestan servicios adecuados son pocos y están alejados entre sí, sobre todo desde que el acceso a la asistencia de salud se volvió particularmente difícil a raíz del conflicto armado y de los hechos de inseguridad cada vez más frecuentes. En el centro ortopédico de la ciudad de Gao, que recibe apoyo del CICR, el personal y los pacientes hablan tanto sobre los desafíos como sobre las esperanzas que tienen para el futuro.

A las 8 de la mañana, en cuanto se abren las puertas de centro ortopédico de Gao, al norte de Malí, los primeros pacientes comienzan a entrar, algunos con muletas y otros en sillas de ruedas.

Allí los recibe Ahmed Sah, asistente de fisioterapia y el único empleado estatal que trabaja en el centro que recibe apoyo del CICR. "Como se ve, no damos abasto", señala desde su escritorio, donde se acumulan carpetas y papeles. "Hay muy pocos ortoprotesistas y fisioterapeutas calificados en Malí, sobre todo en zonas de conflicto como esta. Además, son ocupaciones con pocos incentivos. Sin embargo, para mí la situación es diferente. Yo tengo mi propio incentivo", añade, y luego explica que la poliomielitis que contrajo de niño le dio una "comprensión especial" de los desafíos que afrontan las personas con discapacidad.

Ahmed Sah, el único empleado estatal en el Centre Régional d'Appareillage Orthopédique et du Rééducation Fonctionelle (CRAORF) de Gao. CC BY-NC-ND / CICR / C.McGoldrick

Sin embargo, Ahmed no está solo en el centro. El ortoprotesista del CICR Oua Sangaré presta apoyo allí, y él y Ahmed hacen las rondas juntos.

La primera paciente es Aichatou Seydou, una madre viuda con seis niños. Aichatou perdió ambas piernas cuando, en 2017, el autobús en el que viajaba pasó por encima de una mina terrestre cerca de la aldea de Gossi, 160 kilómetros al sudoeste de Gao. "Aún no logro acostumbrarme a esta situación, ni mental ni físicamente", señala. "Ya no puedo trabajar ni darle de comer a mi familia. Tengo que estar sentada todo el tiempo y dependo de la ayuda de mi hermana."

Oua ayuda a Aichatou a colocarse sus dos prótesis, que fueron fabricadas a medida en el centro, y lentamente da sus primeros pasos con la ayuda de las muletas. "No hay dudas de que ha mejorado mucho", afirma Oua, "pero estas cosas pueden llevar mucho tiempo."

En el centro ortopédico de Gao, el ortoprotesista del CICR Oua Sangaré ayuda a Aichatou Seydou, que ha sufrido la amputación de ambas piernas. CC BY-NC-ND / CICR / C.McGoldrick

Mientras tanto, Ahmed atiende a otro paciente, Alhassane Waiisou, de 22 años de edad, que perdió una pierna de manera similar, cuando el vehículo en el que viajaba pasó por encima de una mina terrestre o un artefacto explosivo improvisado, también cerca de Gossi. Alhassane, que solía trabajar de sastre, dice que ya ha pasado más de un año en su casa sin hacer nada. "Las barreras son tanto físicas como psicológicas", explica Ahmed. "La sanación puede llevar mucho tiempo."

Llegan más pacientes con diversas discapacidades físicas, como parálisis cerebral y poliomielitis. Algunos han viajado cientos de kilómetros para llegar a este centro. Por lo menos uno de ellos proviene de Mopti, un pueblo ubicado en el centro del país, a casi 600 kilómetros de distancia. "Estas personas verdaderamente pertenecen al sector más vulnerable de esta sociedad", afirma Oua. "A menudo son estigmatizadas. Y para ellos puede ser muy difícil conseguir la atención que necesitan", añade.

Los ya delicados servicios sanitarios prácticamente dejaron de funcionar tras el conflicto armado en Malí y el control de varias regiones del norte por parte de grupos armados en 2012. Hoy, cinco años después de que una operación militar encabezada por Francia disipara a los grupos armados en el norte del país, el conflicto se intensifica y se propaga. Si bien las necesidades humanitarias son cada vez mayores, el acceso a la asistencia de salud y a otros servicios vitales sigue siendo extremadamente limitado.

En la actualidad, el CICR presta apoyo a un total de cuatro centros ortopédicos en todo el país, dos de los cuales se encuentran en la capital Bamako, otro en Gao y otro en Tombuctú (tres de ellos son estatales y el otro es privado). Sin embargo, dado que las necesidades en materia de rehabilitación física exceden notablemente la capacidad de respuesta, está planificada la construcción de un nuevo centro ortopédico que se situará estratégicamente en Mopti, en el centro de Malí, donde actualmente no existen centros de salud de este tipo.

Prótesis y muletas en el centro ortopédico de Gao CC BY-NC-ND / CICR / C.McGoldrick

Con el financiamiento del Programa de Inversión de Impacto Humanitario (anteriormente conocido como "bono de impacto humanitario"), un innovador sistema de financiación creado por el CICR el año pasado, se prevé que el centro podrá tender anualmente a unos 2.150 pacientes con discapacidades físicas, lo cual permitirá abordar una de las principales necesidades que afectan el centro de Malí y sus alrededores. El CICR se encargará de la construcción y del equipamiento del centro, capacitará al personal y prestará apoyo durante dos años a partir de la inauguración programada, en enero de 2020. El objetivo es fortalecer la capacidad de los asociados regionales y nacionales, cuya responsabilidad primordial deberá ser el funcionamiento del centro para así garantizar la sostenibilidad a largo plazo. "Esto es un buen ejemplo de cómo el CICR ayuda a atender las necesidades a largo plazo que surgen entre los socorros humanitarios y el desarrollo", afirma Emilie Schmid, la responsable del proyecto de construcción del CICR que diseñó el centro.

Por su parte, Ahmed Sah no solo sueña con que las personas con discapacidad en Malí reciban más y mejores servicios, sino que también espera que iniciativas como esta sirvan para aumentar la sensibilización y la comprensión del público en general. "Lamentablemente, en este país se seguirá creyendo que los niños que nacen con alguna discapacidad están malditos y, en algunos casos, serán librados a su suerte para que mueran", afirma. "Cuanto mayor sea el conocimiento de las personas en ese sentido, mayor será la esperanza de que actitudes como esa desaparezcan con el tiempo."