El este de la República Democrática del Congo: vivir con las cicatrices de un conflicto armado

En la región este de la República Democrática del Congo (RDC), la guerra continúa dejando cicatrices profundas en la población, tanto físicas como psicológicas. A medida que recrudecen los enfrentamientos, la población civil queda atrapada en un ciclo de violencia constante. Entre el asedio de los cohetes y los bombardeos, millones de personas se han visto forzadas a huir, a abandonar sus hogares y a buscar refugio en campamentos que les deparan un futuro incierto. Sin embargo, para muchos, las consecuencias del conflicto armado van más allá del desplazamiento; las secuelas les han quedado mar
El hospital de Ndosho, en Goma, ve un flujo interminable de pacientes que son testigo de la realidad brutal de la guerra, que ha hecho de las amputaciones un suceso diario. Ante estas pérdidas irreversibles, el programa de rehabilitación física del CICR trabaja para que las personas afectadas puedan recuperar la movilidad y la dignidad, ayudándolas en cada paso —literal y metafórico— hacia un nuevo futuro.

Un grupo de niños y niñas sube la ladera del cráter de un volcán extinto junto al campamento de Lushagala, que hoy es el hogar de más de 10.000 civiles desplazados.
Huir para sobrevivir: millones de congoleños se ven obligados al exilio
Con 4,6 millones de personas desplazadas internamente, Kivu Norte y Kivu Sur están entre las regiones más afectadas de la RDC; allí las familias se han visto forzadas a dejar su hogar una y otra vez. Muchas lo han perdido todo: su casa, sus tierras y su medio de subsistencia.
Estas comunidades desplazadas soportan condiciones de vida precarias, ya sea amontonadas en campamentos improvisados o buscando refugio con familiares en situaciones adversas. A su vez, siguen teniendo dificultades para acceder a agua potable, alimentos y asistencia médica, lo cual se ve agravado por la falta de infraestructura y la violencia constante. Las organizaciones humanitarias luchan por dar respuesta, pero las necesidades superan ampliamente los recursos disponibles.

En el campamento de desplazados en Lac Vert, un grupo de civiles espera que distribuyan alimentos. La mayoría de quienes residen en el campamento huyeron del territorio agrícola de Masisi, que, tras meses de enfrentamientos brutales, hoy se encuentra casi todo ocupado por miembros del grupo armado.

Una niña regresa de buscar agua de un punto de distribución en el campamento de desplazados de Lushagala.

Zawadi Furaha y su hija Chance.

Hospitales al límite: una afluencia de heridos sin precedentes
Ante la escalada de los enfrentamientos en Kivu Norte y Kivu Sur, los hospitales están desbordados. Desde enero de 2025, han ingresado más de 1.400 pacientes heridos por armas de fuego a cuatro hospitales apoyados por el CICR. Casi la mitad son civiles, entre ellos, muchas mujeres, niñas y niños.
De Goma a Beni y Bukavu, las instalaciones médicas están al borde de su capacidad: los pasillos están atestados de pacientes, las cafeterías se han convertido en salas de hospital, y las playas de estacionamiento se utilizan como áreas de triaje. El personal médico cuenta con recursos limitados y enfrenta una falta crítica de equipamiento, lo que hace más difícil tratar a los heridos.
A pesar del aumento de necesidades médicas, el acceso a asistencia médica sigue siendo difícil en una región atrapada en un ciclo de violencia.


Equipos de cirujanos en el quirófano del hospital de Ndosho de Goma. Entre 2023 y 2025, más de 1.300 personas heridas por armas han recibido tratamiento en el hospital.
Recuperar la independencia para recobrar su vida
Para muchos en el este de la RDC, los procedimientos de amputación se han convertido en una consecuencia devastadora de la guerra. Entre 2023 y 2024, el programa de rehabilitación física del CICR fabricó más de 400 prótesis y órtesis para ayudar a personas heridas a recuperar la movilidad y su independencia.
Estos no son solo dispositivos médicos, son herramientas vitales para que los sobrevivientes puedan reconstruir su futuro.

La paciente Naomi Kabuo realiza una secuencia de ejercicios en el centro ortopédico Shirika, en Goma.

Rosette Katungu, que resultó herida durante una emboscada que se cobró la vida de su abuela, practica mantener el equilibrio con una pierna ortopédica.

El personal del CICR fabrica prótesis nuevas en el centro ortopédico Shirika, en Goma.

Un largo camino de recuperación
Para la población del este de la RDC, sobrevivir es solo el comienzo. Más allá de las heridas físicas, el conflicto armado ha dejado cicatrices profundas, y muchos hoy afrontan pérdidas dolorosas, traumas graves y una fuerte incertidumbre.
Si bien la labor humanitaria proporciona atención médica vital, servicios de rehabilitación y asistencia esencial, la magnitud del sufrimiento que vive la población afectada exige acción y atención constantes. El respeto de todas las partes por el derecho internacional humanitario es fundamental para proteger eficazmente a la población civil, al personal médico y a los trabajadores humanitarios de las consecuencias devastadoras de la guerra. Sin embargo, a medida que la violencia sigue empujando al desarraigo, millones siguen atrapados en un ciclo de desplazamiento y adversidad. Para ellos, reconstruir su vida no es solo cuestión de sanar su cuerpo, sino de recuperar la dignidad, la estabilidad y la esperanza en el futuro.
Adaptación del artículo publicado originalmente en francés en el blog del CICR L'Humanitaire dans tous ses États