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Nepal: heridas invisibles que hay que curar

Un terremoto muy fuerte, y después cientos de réplicas. La muerte y la destrucción han dado paso al miedo y las pesadillas. El apoyo psicosocial para las comunidades más afectadas tiene por objetivo abordar los traumas antes de que algunos sobrevivientes desarrollen síntomas crónicos.

"Todos nosotros somos víctimas del terremoto. Juntémonos, escuchemos las experiencias de los demás. Es muy necesario que dejemos aflorar nuestras emociones contenidas. ¿Quieren hacerlo con nosotros?". Alrededor de 70 mujeres, hombres y niños, dos bebés y hasta una cabra se habían reunido bajo el techo del refugio que los habitantes del pueblo construyeron recientemente, con materiales que recuperaron de lo que antes eran sus casas. Muchos de los sobrevivientes de Khalte, un pueblo remoto sobre una montaña del centro de Nepal con vistas impresionantes, escuchaban a Jaya Shree Silpakar, una de las dos psicoterapeutas de la Cruz Roja Nepalesa que viajaron a la zona para dar apoyo psicosocial básico.

Jaya Shree Silpakar (la segunda a la izquierda) aplica sus conocimientos de primeros auxilios psicosociales para ayudar a los habitantes de los pueblos devastados por el terremoto a expresar sus miedos y preocupaciones. CC BY-NC-ND/CICR/Devendra Dhungana

El 25 de abril, 55 segundos bastaron para reducir la mayoría de las casas de barro y piedra de Khalte a montones de escombros. Murieron diez personas, otras doce resultaron heridas, la mayor parte del ganado de los habitantes del pueblo murió aplastado en los establos, y las semillas de arroz y mijo para la próxima siembra terminaron cubiertas de barro. Si no hubiera sido sábado, el único día libre en Nepal, el colapso total de la escuela hubiera provocado muchas más víctimas de corta edad.

Cuando Jaya terminó de hablar, hubo un silencio largo. En Nepal no se acostumbra a hablar en público sobre de las emociones. De repente, un hombre de mediana edad empezó a expresarse con una voz aguda: "Tengo pesadillas continuamente. Veo casas agrietadas, veo a los muertos que vuelven a caminar. Me da mucho miedo". Fue como si hubiera abierto una compuerta. Todos empezaron a hablar a la vez, para confirmar que ellos también tenían pesadillas, que tampoco podían superar el miedo, el dolor y la expectativa constante de que se produjera otro temblor violento. Las madres hablaban de sus hijos, que se peleaban todo el tiempo o estaban demasiado callados, que tenían cambios bruscos de humor, que no querían jugar y se aferraban a sus padres.

Las sesiones de primeros auxilios psicosociales que organiza el CICR ayudan a los habitantes de los pueblos afectados por el terremoto a superar los miedos y seguir adelante con sus vidas. CC BY-NC-ND/CICR/Devendra Dhungana

Jaya, una mujer pequeña de 24 años de edad, daba la palabra a cada uno de ellos por turnos y escuchaba con atención a cada orador; expresaba empatía y calidez con el rostro y pronunciaba palabras de aliento cuando era necesario. Al final de la sesión, Jaya pidió a los reunidos que cerraran los ojos durante un minuto: "Piensen con cariño en las almas de quienes nos han dejado por obra de la naturaleza, que ha sido cruel pero que aun así nos ha preservado a nosotros, y prometámonos a nosotros mismos seguir adelante con la mayor solidaridad". Volvió a hacerse silencio, hasta que uno niño y luego varios empezaron a reírse. De repente, los asistentes soltaron una carcajada de catarsis.

"Las nani haru (mujeres jóvenes) me permitieron volver a respirar con libertad", señaló Chitra Kumari Agasthi, una hermosa mujer de pelo canoso. "Gracias a ellas comprendí que es normal sentir que el suelo tiembla aunque no haya un terremoto, que vaya a buscar agua y al llegar al manantial me dé cuenta de que no he llevado un recipiente conmigo. Ahora sé que no voy a estar así para siempre". A su lado, Jaya y su compañera consolaban a una mujer que sollozaba por la muerte de su suegra. "Era la hora de comer. Cuando la sacamos de entre los escombros de la casa caída, todavía tenía un bocado de arroz en la mano", repetía continuamente la mujer.

El programa, que la Cruz Roja Nepalesa lleva a cabo en cinco distritos, surgió del trabajo previo del CICR con los familiares de las personas desaparecidas durante la década de conflicto interno en Nepal. "Tratamos de lograr que las personas de zonas muy afectadas expresen el miedo, se preparen mejor para vivir con la incertidumbre y entiendan que su reacción es la respuesta normal ante un acontecimiento anormal. Es una forma de evitar que el trauma inicial se haga crónico", explicó Yubaraj Adhikari, jefe del programa psicosocial del CICR.

"Gracias", dijo Chitra Kumari cuando llegó el momento de que las psicoterapeutas se marcharan a otro pueblo. "Me gustaría que pudieran quedarse más tiempo con nosotros."