El 26 de febrero de 2018, un terremoto de 7,5 grados afectó partes de la región montañosa de Papúa Nueva Guinea. Las grietas que ahora atraviesan la región afectan gravemente el acceso de la población a los servicios básicos.
El 26 de febrero de 2018, un terremoto de 7,5 grados afectó partes de la región montañosa de Papúa Nueva Guinea. Las grietas que ahora atraviesan la región afectan gravemente el acceso de la población a los servicios básicos.
Las líneas de alta tensión yacen sobre los caminos destruidos, lo cual impide el acceso a las comunidades remotas y afecta el suministro eléctrico esencial para los centros de salud y las escuelas locales.
Como los estudiantes no pueden regresar a sus aulas, se acomodan en espacios alternativos, como los comedores locales, hasta que se reconstruyan sus escuelas.
Iglesia arrasada por el terremoto, en Sawmill, distrito de Nipa Kutubu.
Las viviendas con sus paredes y techos derruidos, que dejan ver la destrucción de los objetos que contenían, son ahora un panorama habitual de la región.
Durante los últimos meses, hemos ayudado a las comunidades afectadas proporcionando refugio y distribuyendo artículos domésticos de primera necesidad entre 16.000 desplazados.
Un grupo de mujeres espera la distribución de socorros en el centro de atención de Lil, en el distrito de Nipa.
“El enorme alud en la aldea de Yalanda mató a seis personas, y otras dos tuvieron que ser trasladadas en helicóptero al hospital. Los continuos temblores sumen a las personas en la inestabilidad, la preocupación y el pánico, porque es la primera vez que nos toca vivir una experiencia como esta.” - Richard Don, dirigente comunitario.
Familias de la aldea de Yalanda en el lugar donde están sepultados sus seres queridos. Para conmemorarlos, cuelgan la ropa de los fallecidos sobre la cerca que rodea las tumbas.
Familias de Yalanda caminan sobre las ruinas de su aldea para mostrarnos el nivel de destrucción que provocó el terremoto.
Voluntaria de la Cruz Roja conversa con las viudas de dos personas que murieron en un alud provocado por el terremoto.
Para ayudar a que los centros de salud vuelvan a funcionar, instalamos cisternas de acopio de agua de lluvia y reemplazamos los tanques dañados, de modo que la población pueda acceder al agua potable.
El 26 de febrero de 2018, un terremoto de 7,5 grados afectó partes de la región montañosa de Papúa Nueva Guinea, sobre todo las tierras del sur y la provincia de Hela. Meses después de esta devastadora catástrofe natural, los habitantes de las comunidades afectadas aún necesitan asistencia. Algunos de los problemas más apremiantes que afrontan los pobladores son la falta de agua potable y de refugio, al tiempo que se esfuerzan por reconstruir lo que perdieron y recuperar su autonomía.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y la Cruz Roja de Papúa Nueva Guinea colaboran con los habitantes de la región para ayudarlos a reconstruir y rehabilitar sus comunidades.