Mis comentarios giran en torno a la oportunidad que tienen en la actualidad las Altas Partes Contratantes –como la tuvieron en la preparación de la CCAC– de desarrollar gradualmente el derecho internacional humanitario de forma de evitar los graves riesgos humanitarios que entrañan las armas nuevas. Esta es la razón de ser de la Convención, y ustedes, con el logro de ese objetivo, tienen la oportunidad de demostrar que continúa estando vigente.
Durante los ocho años de debates de la CCAC en torno a los sistemas de armas autónomos, hemos incrementado nuestro conocimiento de los riesgos humanitarios, jurídicos y éticos que plantean esas armas. Las dificultades para prever los efectos de los sistemas de armas autónomos aumentan la probabilidad de que sus consecuencias sean desoladoras para los civiles y los combatientes que han dejado de participar en las hostilidades.
Su uso extendido amenaza el cumplimiento de las exigencias del derecho internacional humanitario, debido a la falta de control y discernimiento humanos en el uso de la fuerza. Básicamente, los sistemas de armas autónomos generan preocupaciones éticas para la sociedad en el sentido de que reemplazan la decisión humana sobre la vida y la muerte por procesos controlados por sensores, software y máquinas.
En la opinión del CICR, se necesita una respuesta internacional urgente y eficaz para abordar los graves riesgos que plantean los sistemas de armas autónomos. Esta Conferencia de Examen constituye una coyuntura diplomática fundamental para la labor de la CCAC, y es mi deseo que la Conferencia esté a la altura de la ocasión.
El futuro de la guerra requiere que se tomen decisiones responsables, como establecer límites claros y jurídicamente vinculantes para prohibir los sistemas de armas autónomos impredecibles o diseñados para atacar a seres humanos y regular estrictamente el diseño y el uso de todos los demás.
Existe un apoyo generalizado y cada vez más amplio de los Estados, los científicos y los tecnólogos, así como de los miembros de la sociedad civil, a las acciones que garanticen que los humanos conservan el control y el discernimiento en el uso de la fuerza, de forma que sean significativos y suficientes para implementar las obligaciones jurídicas y asumir las responsabilidades éticas.
En el mes de mayo, compartí con ustedes nuestra opinión de que es necesario prohibir los sistemas de armas autónomos que plantean riesgos inaceptables –las armas autónomas imprevisibles y las que se usan para atacar personas directamente– a la vez que regular estrictamente todas las demás, a fin de garantizar un control humano suficiente para el cumplimiento del derecho internacional y la aceptabilidad ética.
Nosotros no nos arrogamos la exclusividad de las soluciones, pero esperamos que nuestras recomendaciones los ayuden a alcanzar un acuerdo sobre la respuesta política que se necesita en el ámbito internacional.