Cómo vive un cirujano de guerra en Sudán del Sur
“Lo que hacemos aquí es muy importante”
Slobodan colabora con el CICR desde 2014, aunque sigue manteniendo su consultorio médico en Serbia. Nacido en 1967, es un ávido maratonista y practica la meditación desde hace mucho tiempo, que lo ayuda a sobrellevar largas jornadas en el quirófano sin pausas.
El personal humanitario en Sudán del Sur tiene que estar preparado para evacuar su lugar de trabajo en cualquier momento. Antes de mudarse a Maiwut, Slobodan trabajó en la localidad de Kodok, de donde se vio obligado a huir en abril de 2017, al igual que toda la población, a raíz de los intensos enfrentamientos. Luego se trasladó a Maiwut para concluir su misión en Sudán del Sur. Esta ciudad también debió ser evacuada en julio de 2017 ante la violencia desencadenada en la zona. En ese momento, Slobodan abandonó Sudán del Sur. Durante su breve paso por Maiwut, escribió el diario que transcribimos a continuación. Ofrece un vistazo de la guerra y un destello de esperanza.
Por lo general, recibimos a unos doce pacientes de la línea del frente en un mismo día. En situaciones como esta, no pienso en quiénes son o qué pueden haber hecho. Solo intento ser rápido y reparar el daño. No los juzgo: ante todo, soy médico.
En mi país, puedo dedicar mucho tiempo a atender a un solo paciente oncológico, por ejemplo, y realizo unas treinta operaciones por mes. Pero aquí, en Sudán del Sur, a veces operamos a treinta pacientes en tan solo dos días.
Hace poco, tuvimos un paciente que llegó con una lesión estomacal muy grave. Venía de pasar tres días en el monte con los intestinos perforados. Después de más de dos horas de operación, se nos fue. Cada vez que muere un paciente, uno se pregunta una y otra vez: "¿me habré equivocado en algo? ¿Qué podría haber hecho de otra manera?"
Siempre que estoy cansado tengo miedo de equivocarme. Tengo que mantener la concentración. Luego de varias horas en el quirófano, todo el equipo está cansado. Pero, si no operamos a los pacientes enseguida, pueden infectarse las heridas, con lo cual puede alargarse y complicarse todo el proceso. Se vuelve una carga adicional para el paciente, el hospital y el personal. Por eso, debemos trabajar de la forma más rápida y eficaz posible.
Hay pacientes de los que uno nunca se olvida. Cuando tengo un momento libre en Serbia, suelo llamar a mis colegas que siguen en Sudán del Sur para saber cómo están esos pacientes. Hay tantas historias desgarradoras que siguen resonándome en la cabeza. Por ejemplo, la de John, de apenas seis años, que no se comporta como un niño. Nunca sonríe, nunca juega. Mataron a su madre y a su hermano delante de él. Su abuela lo llevó al hospital herido de gravedad por una bala en el estómago.
Hace varios días, mi hijo tuvo que redactar un ensayo para la escuela sobre el tema de la guerra. Entonces, le conté el caso de John. Estas historias deben conocerse para que se tome conciencia de los estragos que ocasiona la guerra. La abuela de John dice que lo abrazará fuerte y hará todo lo posible por borrar el recuerdo de lo sucedido.
Este es un país fuerte, y no solo por el conflicto. Un domingo por la tarde, unos pastores nómadas trajeron a uno de sus hermanos herido por una bala. Le habían disparado por accidente al intentar matar a un león que estaba atacando sus vacas.
Muchos nómadas como ellos tiene que hacer un trayecto larguísimo para llegar al hospital, el único establecimiento sanitario que funciona en la región. Llegan con enfermedades de las más variadas que contraen por pasar tanto tiempo en el monte.
Obviamente, suelo encontrarme con síntomas o enfermedades que nunca antes había visto. En Serbia, se deriva a un paciente al especialista, pero aquí tenemos que atender a todos por nuestra cuenta. Así que uno aprende constantemente.
En un entorno así, no se puede mantener un equilibrio entre lo personal y lo laboral. Estoy preparándome para mi siguiente maratón, pero no estoy bien entrenado. Intento hacer la misma cantidad de ejercicio que en Serbia, pero se me hace imposible. No corro para competir contra los demás. Uno se esfuerza más y más para ser unos segundos más rápido, para superarse. Ojalá pudiera correr más.
Uno de los mejores aspectos de mi trabajo son mis compañeros. Todos son ciento por ciento dedicados. A veces, no nos hace falta hablar para entendernos. Ayudamos a muchas personas que no tienen otra opción más que sobrevivir. Sentimos que lo que hacemos aquí es muy importante.