"Cuando me caen gotitas de agua del balde sobre la cara, siento como si fuera lluvia", confiesa Panda Mabor.
Junto con su prima, recogen agua para toda la familia.
"Cuando me caen gotitas de agua del balde sobre la cara, siento como si fuera lluvia", confiesa Panda Mabor.
Junto con su prima, recogen agua para toda la familia.
El CICR ha rehabilitado el depósito de agua de Akuach, diseñado para abastecer a 15.000 personas. Este dispositivo consta de un pozo profundo, un tanque de agua y un generador que hoy funciona con paneles solares.
Fue construido por GIZ, un organismo alemán de desarrollo, en 2012. Dejó de funcionar en 2014, supuestamente porque el aumento en los precios del combustible impidió que la población pudiera seguir afrontando el costo de este insumo, necesario para activar el generador.
El depósito abastece a quince puestos de agua, lo que permite a los vecinos recoger agua cerca de donde viven.
"Cuando hace mucho calor, me refresco con agua fría. Si el agua está demasiado caliente o muy lejos, se hace imposible. El agua es sinónimo de buena vida para nosotros", dice Yar.
"El agua que extraíamos del pozo no era potable. Lo sé porque, cuando dejábamos agua en una olla toda la noche, al otro día, encontrábamos suciedad acumulada en el fondo. El agua que recibimos en los puestos no es así. Además, noto que mis hijos están mejor porque ya no se enferman por el agua", cuenta Rebecca.
Antes de tener el depósito, la comunidad dependía exclusivamente de las bombas manuales que extraían agua de pozos someros. Algunos estaban ubicados lejos de las zonas pobladas.
"Se hacía más difícil porque no podíamos lavar la ropa de los niños. Con esta nueva agua podemos lavar con mayor facilidad", agrega Rebecca.
El aumento poblacional exige mucho a la infraestructura existente, sobre todo las bombas de agua, cuyo número no ha aumentado a la par de la población de Rumbek.
"Hemos rehabilitado los puestos de agua rotos e instalado un sistema de paneles solares para reducir el costo de mantenimiento del sistema. Antes, algunas personas tenían que recorrer distancias muy grandes y hacer filas larguísimas para conseguir agua. Además, gracias a este depósito de agua, también mejoró la calidad del recurso", explica Akhol Henry Kamcill, ingeniero hidráulico del CICR en Rumbek.
"A veces, se me cae agua en la ropa y me hace feliz. Es muy refrescante", cuenta Adut Makur.
"El agua potable nos da una buena vida. Me gusta porque no nos enfermamos", explica Theresa, alumna de cuarto grado de primaria.
"El médico nos dijo que el agua que tomábamos antes podía transmitirnos fiebre tifoidea. Es una enfermedad que te hace sentir como si te rebotara la cabeza. Los niños también la padecen. A la mañana siguiente, esa agua se ponía roja", explica Deborah acerca del agua extraída de los pozos someros que solía beber la comunidad.
"Nos sentimos más libres, ahora que el agua está muy cerca. Nos da más tiempo para cuidar de nuestros hijos", cuenta Deborah.
La población de la localidad de Rumbek está aumentando a niveles descomunales a raíz de la enorme afluencia de habitantes de zonas rurales aledañas. El robo de ganado y los enfrentamientos entre clanes han provocado grandes destrozos materiales y puesto en riesgo los medios de subsistencia de las poblaciones de esas zonas. Como resultado de esta situación, muchas personas se trasladan a localidades cercanas relativamente más seguras.
El crecimiento demográfico de Rumbek exige demasiado a la infraestructura del lugar, sobre todo las bombas de agua. Por ese motivo, el CICR ha rehabilitado un depósito de agua diseñado para abastecer a 15.000 personas.