Hayat significa “vida” en árabe, pero a su corta edad, la pequeña pasó más padecimientos que muchos adultos. Su casa en la zona de Al Qaflah, gobernación de Amran, quedó destruida durante un ataque aéreo que además mató a Dunia, su querida hermanita menor. Hayat sufrió severas heridas de metralla, y el pie derecho le quedó tan dañado que debió ser amputado.
Hallaron a la pequeña tendida boca abajo y llorando de dolor, en una habitación cercana al lugar de impacto de la bomba que destruyó su hogar. Según el padre, que la cargó en brazos fuera de la casa, Hayat parecía un “leño chamuscado”.
Hayat se apoya en su hermano, mientras juntos contemplan lo que quedó de su hogar. Debieron mudarse a un hogar transitorio mucho más pequeño e incómodo.
Hayat no entiende del todo lo que sucedió con su pie derecho. Sus padres a menudo la sorprenden mirando el extremo de su pierna y procurando comprender qué le pasó. Observa constantemente los pies de los demás y los de sus muñecas. Con su lógica infantil, comprendió de algún modo que es diferente y que sufre algún defecto. Ahora debe gatear en lugar de caminar y ya no puede corretear jugando. “¿Podrías conseguirme un pie?”, le pregunta al padre cuando éste se dispone a ir al mercado.
La familia de la niña se enteró de que se le podía colocar una pierna artificial. Ahora que ya sanaron sus heridas, Hayat viaja durante dos horas al centro de rehabilitación física en Saná, que cuenta con el apoyo del CICR, acompañada por sus padres y su hermana menor Aisha. Para cuando llegan al centro, Hayat ya está cansada. Hay mucha gente y gran movimiento. Demasiado estresante para una niña de tres años.
Hayat espera ansiosamente, junto a su padre, a que alguien del personal la visite. Se siente molesta e incómoda en un ambiente que no le resulta familiar.
Islem Cheriet, fisioterapeuta del CICR, ingresa a la habitación. Ayudará a Hayat a caminar y a recuperar el equilibrio. Intenta primeramente establecer un contacto con la niña, pero por la ansiedad y el temor frente a todos aquellos rostros nuevos y el medio desconocido, la pequeña se pone a llorar e Islem procura consolarla.
Un técnico aplica yeso alrededor de la pierna de Hayat para obtener un molde, paso esencial en la fabricación de una pierna ortopédica.
Hayat y su padre salen del centro al término de esta primera visita. Regresarán unos días más tarde, cuando esté lista la pierna ortopédica de la niña.
Pocos días después, Hayat regresa al centro de rehabilitación. Al principio se resiste a colocarse la nueva pierna, pero finalmente se deja convencer y hace sus primeros pasos inestables apoyándose en las barras metálicas. Este proceso se conoce como “entrenamiento de la marcha”.
Alborozada y orgullosa, Hayat da sus primeros pasos sin ayuda. Feliz, la pequeña camina hacia su padre. “Cuando comenzó a caminar, no había forma de detenerla. No quería hacer otra cosa. Me regaló su primera sonrisa. Fue hermoso”, rememora Islem.
Hayat no cabe en sí de alegría. Se desprende de la mano de su madre y da pasos pequeños pero seguros.
Hayat sale caminando del centro de la mano de su padre y con el sol iluminándole el rostro. Debió ser llevada en brazos al ingresar… pero pudo salir caminando por sus propios medios.
Hayat, de tres años de edad, acaba de recibir una prótesis de la parte inferior de la pierna, provista por un centro de rehabilitación física de Saná que cuenta con el apoyo del CICR. Un ataque aéreo destruyó su casa, le aplastó la pierna derecha y causó la muerte de su hermana. Su padre llegó con Hayat en brazos al centro de rehabilitación, pero la niña pudo salir de allí sonriendo, caminando por sus propios medios nuevamente.