En febrero de 1863, el grupo que más tarde formaría el Comité Internacional de la Cruz Roja se reunió por primera vez en Ginebra, Suiza. Entre sus cinco miembros fundadores, había un ginebrino llamado Henry Dunant, quien el año anterior había publicado un libro (Recuerdo de Solferino), en el que proponía mejorar la atención de los soldados heridos en tiempo de guerra.
A finales de ese año, el comité había reunido a representantes gubernamentales que aceptaron la propuesta de Dunant de crear sociedades nacionales de socorro para ayudar a los servicios médicos militares, y en agosto de 1864, persuadió a los gobiernos de adoptar el primer Convenio de Ginebra. El tratado obligaba a los ejércitos a atender a los soldados heridos, sin distinción alguna, e introdujo un emblema unificado para que usaran los servicios médicos: una cruz roja sobre fondo blanco.
La función principal del CICR fue la de coordinación. Pero paulatinamente fue participando más en las actividades en el terreno, a medida que era más evidente que se necesitaba un intermediario neutral entre las partes beligerantes. En el transcurso de los siguientes 50 años, el CICR amplió su labor, se establecieron las Sociedades Nacionales (la primera, en el estado alemán de Württemberg, en noviembre de 1863) y se adaptó el Convenio de Ginebra de modo de incluir la guerra en el mar.