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Colombia: Confinamiento, desplazamiento y afectación a los medios de vida

Varias personas están llevando paquetes hacia una lancha.

En 2024, el confinamiento de comunidades en Colombia alcanzó su punto más crítico en los últimos ocho años. Los eventos de confinamiento aumentaron en un 102 %, y la población afectada creció en un 89 % en comparación con el año anterior.

Según cifras de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (UARIV)*, 88.874 personas estuvieron confinadas en 12 departamentos del país. En algunos casos, los confinamientos fueron resultado de amenazas directas de los grupos armados; en otros, las comunidades adoptaron ciertas medidas de protección, incluida la limitación de movilidad, ante el riesgo de enfrentamientos o debido a la presencia de artefactos explosivos. 

Esta circunstancia tuvo múltiples efectos sobre la población civil, ya que impidió su acceso a necesidades básicas de supervivencia, como alimentos y servicios de salud. En algunos casos, supuso un deterioro en las condiciones de salud físicas y mentales. También afectó de manera drástica el acceso seguro al agua y el saneamiento básico, lo cual aumentó su vulnerabilidad. 

El análisis territorial muestra que el fenómeno tuvo mayor incidencia en la región del Pacífico colombiano, particularmente en el departamento de Chocó, que concentró el 41 % de la población confinada. Este departamento presentó un aumento considerable en el número de eventos: pasó de 8 en 2023 a 26 el año pasado. Igualmente, se registraron variaciones significativas en zonas como Antioquia, Arauca y Bolívar. En el caso de Antioquia, la población afectada por el confinamiento aumentó más de seis veces en comparación con el año anterior, a raíz de lo cual se ubica como el segundo departamento con mayor afectación a nivel nacional. 

Situaciones similares se presentaron en los departamentos del sur del país, donde el confinamiento impactó especialmente a las comunidades de los ríos Caquetá y Caguán. Al no poder transitar por el río, estas poblaciones vieron profundamente afectados sus medios y modos de vida, dado que el río constituye su principal fuente de transporte, comunicación y alimentación. 

En las zonas del sur del país, las cifras de confinamiento pueden no parecer tan altas a primera vista en comparación con otros departamentos. Sin embargo, adquieren una dimensión distinta al considerar el aislamiento de las comunidades y la baja densidad poblacional de esos territorios. En Caquetá, la población afectada por el confinamiento aumentó un 160 % de un año a otro, mientras que en Putumayo el incremento fue del 300%.

Infografía de confinamientos: 88.874 personas afectadas

También es importante considerar la afectación a las comunidades étnicas, ya que el 53 % de las personas confinadas pertenece a comunidades indígenas y afrodescendientes. En estas poblaciones, el confinamiento tiene múltiples impactos, entre ellos la pérdida de autonomía, el debilitamiento de la relación con el territorio, la ruptura del tejido social y el riesgo de desaparición física y cultural.

A este complejo panorama se suma el desplazamiento masivo e individual. El año pasado, 41.228 personas se desplazaron de manera masiva en 15 departamentos. Aunque esto representa una disminución en el número de personas afectadas con relación a 2023, no significa que la situación haya mejorado, ya que los eventos reportados por este tipo de desplazamiento aumentaron un 34 % debido a la intensificación de las hostilidades y del incremento de las amenazas e intimidaciones contra la población civil.

41.228 desplazamientos masivos

Es decir, en 2024, cada tres días en promedio, una comunidad se vio forzada a abandonar su hogar para salvaguardar la vida de sus integrantes. En este proceso, dejó atrás todas sus pertenencias y llevó consigo un miedo persistente que no la abandona. El desplazamiento no solo implica la
pérdida material, sino también un profundo impacto emocional y psicológico. Las familias se ven separadas, las raíces culturales se desarraigan y la incertidumbre sobre el futuro se convierte en una constante.

Frente a las dinámicas del desplazamiento masivo, a nivel territorial destaca la situación de Nariño. A pesar de que este departamento presentó una disminución tanto en el número de eventos como en la población afectada, sigue ocupando el primer lugar de afectación por desplazamiento masivo, con el 36 % de las personas desplazadas. Igualmente, llama la atención Cauca. Este departamento tuvo un notable deterioro al pasar de 12 eventos en 2023 a 21 eventos el año pasado, lo que supone un aumento del 75 %. En Antioquia y Bolívar también se registraron cambios
sustanciales. En Antioquia, los eventos de desplazamiento masivo crecieron en un 89 %, mientras que en Bolívar tuvieron un incremento de más del 400 %, con 16 eventos reportados en 2024 frente a 3 en 2023.

Las poblaciones étnicas han sido particularmente afectadas por el desplazamiento masivo. El 66 % de las víctimas de desplazamiento se identificaron como indígenas o afrodescendientes, lo que evidencia la vulnerabilidad de estas comunidades ante los conflictos armados. La pérdida
de sus territorios no solo afecta sus medios de vida, sino que también erosiona sus prácticas culturales y su identidad colectiva.

En cuanto al desplazamiento individual, entre enero y diciembre del año pasado, 117.697 personas fueron incluidas en el Registro Único de Víctimas por este fenómeno. Aunque esta cifra resulta preocupante, no refleja de manera certera el número total de personas afectadas por la problemática,
ya que muchas víctimas no reportan los hechos en el mismo año de ocurrencia, por temor a represalias de los actores armados o por desconocimiento de la ruta de atención estatal*.

117.697 personas afectadas.

Los desplazamientos individuales ocurrieron en los 32 departamentos del país, pero en 6 de ellos se registró el 65 % de la población afectada: Valle del Cauca, Cauca, Nariño, Bolívar, Antioquia y Norte de Santander. Entre estos, Valle del Cauca fue el que tuvo el mayor impacto, con un acento particular en Buenaventura, que fue la principal ciudad expulsora, con 11.532 personas desplazadas. En buena parte de los casos, las personas que se desplazan de manera individual se ven obligadas a abandonar sus hogares por amenazas y señalamientos de los actores
armados y, para proteger su vida, huyen al lugar más lejano que encuentran. Por eso, la mayoría de las veces no regresan a sus lugares de origen.