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Presidente del CICR insta a actuar para poner fin a la violencia sexual en conflictos



El personal del CICR es testigo a diario de casos de violencia sexual en los lugares donde se esfuerza por prestar ayuda, y comprueba los efectos que ese crimen silencioso tiene en las personas, las familias y las comunidades. A lo largo de los próximos cuatro años, el CICR dará prioridad a la respuesta a la violencia sexual. Aquí presentamos las palabras que pronunció nuestro presidente, Peter Maurer, en la Cumbre Mundial para poner fin a la violencia sexual en situaciones de conflicto, el 12 de junio de 2014.

Hace poco más de un año, no tenía cabal conciencia de la magnitud y la complejidad del problema de la violencia sexual. Para mí, era una de las muchas desoladoras cuestiones que mi Institución, el Comité Internacional de la Cruz Roja, enfrenta en situaciones de conflicto. A lo largo de los últimos doce meses, mi perspectiva ha cambiado, sobre todo luego de una importante reunión que mantuve con William Hague, en la que me hizo ver sus preocupaciones y se refirió con firmeza a la importancia de considerar la violencia sexual como un problema central.

Poco después de esa reunión, visité Kaga-Bandoro, en República Centroafricana. El drama de la violencia sexual se desplegó ante mis ojos, cuando nuestros delegados me contaron historias donde surgieron cuestiones como los tabúes y la estigmatización, la falta de espacios adecuados para brindar tratamiento, la guerra que impide avanzar, el aumento del número de víctimas, abordar un problema invisibilizado y, sobre todo, la tremenda fortaleza mental que se necesita para trabajar en el abismo de la naturaleza humana.

Mi Institución está presente en más de 80 países. Tenemos más de 12.000 colaboradores en algunos de los lugares más peligrosos del mundo. Estamos presentes en muchos
Kaga-Bandoros.

Hace 150 años que nos esforzamos por limitar los efectos de los conflictos armados en los civiles. Hoy en día, seguimos ayudando a las víctimas de la guerra y de la violencia. Propiciamos el respeto del derecho y abordamos las vulnerabilidades de los afectados y las tendencias d la violencia. En cárceles y ministerios, con las fuerzas armadas, los combatientes de grupos de oposición y dirigentes comunitarios, hablamos con los autores de violencia sexual en situaciones de conflicto a fin de cambiar su comportamiento. Vemos que a diario se cometen actos de violencia sexual en los lugares donde nos esforzamos por aportar un cambio. Somos testigos de los efectos de ese crimen silencioso en las personas, las familias y las comunidades.

Nadie es violado por accidente. La violencia sexual es siempre intencional. Es más que accidental, es una tendencia negativa a la que se debe poner fin. La violencia sexual está estrechamente ligada a otros actos de violencia en situaciones de conflicto, y está absolutamente prohibida. Puede equipararse a la tortura y siempre constituye un maltrato. Cualquier puede ser víctima de violencia sexual: mujeres, hombres, niños, niñas; tanto civiles como combatientes.

Mujeres, hombres, niños y niñas son objeto de violaciones, abusos, prostitución forzada, sexo de supervivencia y trata de personas. Numerosas jóvenes son obligadas a contraer matrimonio antes de la pubertad con extraños o incluso con hombres que las han violado. Muchos padres son obligados a presenciar la violación de sus hijas; numerosos maridos, el abuso de sus esposas; y otros tanto niños, la violencia contra sus madres, sus hermanas. Los hombres víctimas de violación son acusados de homosexualidad, aislados, silenciados, heridos.

Es una demostración para los sobrevivientes de violencia sexual que hoy estemos todos aquí. Su fuerza y su valentía de hablar en público, o llevar con ellos solos la tragedia de lo que han vivido.

La violencia sexual es un crimen en el que se estigmatiza a las víctimas, no a los criminales. El riesgo de ser rechazadas o el temor a sufrir represalias se suman a la extrema violencia que han sufrido.

El CICR está aquí presente porque eso debe cambiar.

En los próximos cuatro años, el CICR dará prioridad a una respuesta eficaz a la violencia sexual. Por ejemplo, en Colombia, República Democrática del Congo, República Centroafricana, Malí, Sudán del Sur y Siria estamos llevando adelante y reforzando nuestros programas, trabajando con otros organismos, a fin de cambiar conductas y de prestar ayuda vital a detenidos que han sido objeto de torturas, a mujeres abusadas, a jóvenes vulnerables y a hombres víctimas de ese delito.

Junto con nuestros asociados de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, estamos decididos a mejorar la calidad y el alcance de nuestros programas. Debemos anticiparnos y no esperar a que las víctimas vengan a pedirnos ayuda.

Creo que el CICR tiene un papel importante que desempeñar en la prevención de la violencia sexual y la respuesta integral a las víctimas.

Dialogamos con dirigentes y responsables de elaborar políticas, comunidades, familias y víctimas. Creamos espacios seguros para un diálogo confidencial. Y actuamos. Debemos dialogar y actuar para poner fin a la violencia sexual en situaciones de conflicto.