La historia de Dzidza: años de angustia, a la espera de conocer la suerte de toda su familia
04-03-2008 Reportaje
Más de 12 años después de finalizada la guerra en Bosnia, todavía se desconoce el paradero de unas 16.000 personas*, cuyos familiares viven en un estado de permanente angustia. El periodista Nick Danziger describe el dolor de Dzidza, cuya familia desapareció tras las masacres de Srebrenica, en 1995.
Durante doce años, Dzidza vivió con la esperanza de encontrar a sus dos hijos y a su esposo con vida después de su desaparición, pero fueron declarados muertos a consecuencia de las matanzas en Srebrenica, la peor masacre de Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Hasta hace poco, Dzidza utilizaba el tiempo presente. Decía: " Tengo dos hijos " . El mayor cursaba la escuela secundaria, el menor el último grado de la primaria. Pero, llegó la guerra y no pudieron terminar sus estudios.
Libro de Pertenencias
Antes de que existieran las pruebas de ADN como medio de identificar los restos óseos de las personas enterradas en fosas comunes, sólo se contaba con el " Libro de pertenencias " , dos álbumes de fotografías publicadas por el CICR, en las que se mostraban los artículos encontrados junto a los restos de las víctimas.
En 2001, Dzidza recorrió todas las páginas de los dos grandes álbumes. " Revisé cada una de las fotografías, pidiendo a Dios que no hubiese nada que pudiera reconocer, aunque quería saber al menos algo, para poner fin a esta incertidumbre " , dijo.
Algunas familias pudieron identificar a sus seres queridos desaparecidos mediante el libro del CICR, pero miles de cuerpos exhumados de las fosas comunes quedaron sin identificar, y miles más siguen enterrados en fosas colectivas o tumbas individuales.
La tecnología del ADN aporta tanto nuevas esperanzas como escepticismo
Desde que el ADN se transformó en un medio de identificación que permite cotejar una muestra de sangre de un familiar vivo con una muestra tomada de un hueso recuperado, algunas personas se muestran escépticas o no desean afrontar la realidad, como Dzidza: " Durante mucho tiempo, no quise dar sangre. No quería creer que habían muerto " .
A principios de 2005, casi 10 años después de la masacre, un vecino persuadió a Dzidza de que diera una muestra de sangre a la ICMP (Comisión Internacional de Personas Desaparecidas). Su suegra y su cuñada también lo hicieron, con la esperanza de poder identificar al esposo de Dzidza.
El 13 de noviembre de 2007, Dzidza recibió una llamada telefónica de Emir, la persona encargada de su caso. " Le pedí que abreviara las formalidades y que fuera directamente al grano. ¿Han identificado a mis hijos y a mi marido? Fue el momento más duro de mi vida " , recuerda Dzidza.
" Me dijeron que habían identificado a uno de mis hijos, pero no podían decirme cuál era porque había muy poca diferencia de edad entre ellos (Almir había nacido en 1977 y Azmir en 1974). También me dijo que habían identificado a Abdullah, mi marido, gracias a un solo hueso, el único que recuperaron de una gran fosa común " .
" Cuando tomé conciencia de esta posibilidad, todo se oscureció ante mis ojos; por un momento, creí haberme vuelto loca " , dice Dzidza.
El sueño de Dzidza es siempre intranquilo y no encuentra ningún gusto en comer. Durante el día, para pasar el tiempo, hace bordados, y por la noche lee el Corán, sobre todo la surá Yassin, que habla de la muerte y que ella ya conoce de memoria.
Dzidza resume su aflicción así: " La mayor alegría es tener un hijo; la mayor tragedia, que lo secuestren " . Dice que también perdieron la vida muchos otros miembros de su familia.
Monumento a la memoria de más de 8.000 personas muertas en Srebrenica
Dzidza visita periódicamente el lugar en Potocari, cerca de Srebrenica, donde se erigió un monumento a la memoria de más de ocho mil personas que perdieron la vida en la matanza, donde está sepultado uno de sus hermanos. " Este monumento es importante no sólo para mí, sino para todas las otras madres " , dice Dzidza. " Aunque el cuerpo de mi hijo esté completo, ¿cómo puedo enterrarlo sin saber quién es? "
" Los restos de mi esposo no son suficientes para poder enterrarlo. Es un crimen sumado a otro: primero, sufrir el asesinato de un hijo, después, no poder tan siquiera recuperar sus huesos. ¿Cuántas fosas comunes habrá que abrir para encontrar el resto de los huesos? " .
Asesinatos cometidos por "amigos"
Para Dzidza, es igualmente difícil afrontar el hecho de que los asesinatos fueran cometidos por gente que ella conocía: " Esto lo hicieron amigos de mi esposo. En tiempo de paz, teníamos buenos amigos serbios; nunca nos aconsejaron que nos fuésemos y no podíamos imaginarnos que sucedería esto " .
Hoy, Dzidza está más all á del dolor y ha vertido todas las lágrimas que puede verter un ser humano. Vive encerrada en sus recuerdos; las voces de sus seres queridos resuenan en su cabeza, y su único sueño es llevar la paz a las almas de Abdullah, Almir y Azmir.
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* Según la Comisión Internacional sobre las Personas Desaparecidas (ICMP).