Tuberculosis: detener una enfermedad mortal que no se limita a matar tras las rejas

22-03-2010 Entrevista

La tuberculosis o TB, como suele llamársela, es una enfermedad curable, pero que sigue propagándose en todo el mundo. Donde más muertes se producen a causa de la TB es en los países en desarrollo, pero también se están registrando casos de esa enfermedad, que se transmite por el aire, en Europa y América del Norte. En la ex Unión Soviética, se están observando los números más altos de casos de tuberculosis multidrogorresistente. Nikoloz Sadradze, del CICR, ha seguido la situación en Georgia por muchos años y ahora está trabajando con las autoridades de Azerbaiyán para contener la propagación de la TB en las cárceles. Advierte que deben acelerarse los esfuerzos para detener el avance de esta enfermedad letal.

  Vea también:    

       

   

Fotos del fotógrafo Zalmaï en Flickr

       
©CICR / Zalmaï / V-P-GE-E-00612 
   
Un médico del principal hospital de tratamiento de TB en Tiflis utiliza un tubo delgado y flexible con una cámara diminuta en el extremo, para rastrear el origen del sangrado en los pulmones de un paciente con TB. El paciente es un comerciante que no tenía idea de que estaba enfermo hasta que comenzó a esputar sangre al toser. 
               
©CICR / Zalmaï / V-P-AZ-E-00333 
   
Una técnica laboratorista del hospital de la cárcel de Bakú registra las muestras de esputo tomadas a detenidos infectados. El esputo es una mucosidad densa expulsada al toser en la cual se pueden detectar los microbios de la TB. 
               
©CICR / Zalmaï / V-P-GE-E-00625 
   
Rati tiene 30 años y cree que se contagió de TB tras ir a prisión, en 2007. Entretanto fue excarcelado y hace poco terminó su tratamiento por TB. Actualmente, vive hacinado en un frío apartamento de Tbilisi junto con su hermano, su cuñada y sus tres sobrinos. 
               
©CICR / Zalmaï / V-P-AZ-E-00289 
   
El CICR proporciona alimentos y artículos de higiene personal a ex detenidos en Azerbaiyán como parte de un programa para incentivarlos a continuar con el tratamiento de TB hasta que se curen totalmente. 
           
     
©CICR/ A.Nelson 
   
Nikoloz Sadradze, delegado médico del CICR en Bakú, Azerbaiyán. 
         

  En general, ¿por qué la tuberculosis se está propagando en forma tan alarmante?  

La tuberculosis se transmite por el aire. En comparación, se propaga con mayor facilidad que otras enfermedades infecciosas. Con tan sólo inhalar una pequeña cantidad de bacterias, uno puede infectarse. Muchos se sorprenderán al saber que más de dos mil millones de personas, es decir casi una de cada tres personas en todo el mundo, llevan los microbios que causan la TB.

Afortunadamente, sólo una de cada diez personas que tienen el bacilo llega a enfermarse en el transcurso de su vida. Los microbios pueden permanecer latentes durante semanas, años e incluso décadas, esperando el día en que el sistema inmune de la persona esté bajo, por ejemplo si está realizándose una quimioterapia o si padece el virus de la inmunodeficiencia humana o diabetes. Entonces, la tuberculosis puede aparecer de golpe y convertirse en una amenaza mortal, además de ser muy contagiosa.

Si no se trata, una persona con tuberculosis activa infectará de 10 a 15 personas por año, en promedio. 

  Se habla de diferentes tipos de tuberculosis, como la tuberculosis multidrogorresistente o la tuberculosis extremadamente drogorresistente. ¿Cuál es la diferencia?  

En términos generales, la tuberculosis es una enfermedad curable si se toman los medicamentos adecuados en forma oportuna, y si se sigue el tratamiento. Pero también puede ser incurable, por ejemplo en el caso de la tuberculosis extremadamente drogorresistente o TB-XDR. Hay algunos tipos de micobacterias que no pueden ser destruidas por los antibióticos porque se han vuelto resistentes.

Muchos creen que no se puede contraer directamente la tuberculosis drogorresistente. Se ha difundido una idea errónea de que sólo las personas que interrumpen su tratamiento terminarán contrayendo la tuberculosis multidrogorresistente, conocida como TB-MDR o TB-XDR. En realidad, se puede contraer cualquier cepa directamente y luego pasar al tipo de tuberculosis que es muy difícil de tratar y curar. No es una cuestión de ser un mal paciente o de no recibir la prescripción adecuada… Es una cuestión de mala suerte.

Lamentablemente, el número de casos drogorresistentes está en aumento en cada vez más lugares, a nivel mundial, de Bakú a Pekín y de Lima a Londres. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta septiembre de 2009, 57 países habían informado de por lo menos un caso de TB-XDR.

  El eslogan de este año de la Alianza Alto a la Tuberculosis para el Día Mundial de la Tuberculosis es “Innovemos y Aceleremos Esfuerzos contra la Tuberculosis".  ¿Cómo describiría el ritmo de los esfuerzos de la comunidad internacional para detener esta enfermedad?  

Creo que estamos yendo en tercera marcha y, sin duda, tenemos que acelerar. Tenemos que hacer más y más rápido para que esta enfermedad reciba la atención necesaria a fin de detener su propagación. Debería ser una prioridad de salud pública en todos los países, no sólo en los países pobres.

  Diversas enfermedades, como la gripe H1N1, el Alzheimer o las afecciones cardíacas, suelen recibir atención de los medios de comunicación, pero no es el caso de la tuberculosis. Esta enfermedad está acechando silenciosamente a millones de personas en todo el mundo, pero no parece haber demasiada alarma al respecto. ¿Por qué? ¿Qué problemas encuentran los profesionales de la salud al tratar esta enfermedad?  

Es una combinación de varias cosas. En primer lugar, la opinión pública y, con frecuencia, los responsables de tomar decisiones no están sensibilizados al respecto. Además, es una enfermedad sumamente difícil de tratar. Si uno contrae la tuberculosis común, deberá tomar el medicamento durante seis a ocho meses. Deberá dejar de consumir bebidas alcohólicas, mejorar la dieta y tomar una dosis diaria del medicamento. El tratamiento para esa forma de la enfermedad es relativamente económico y fácil.

Es diferente si uno contrae la cepa drogorresistente. El tratamiento consiste en píldoras, inyecciones y polvos, durante 24 a 36 meses, o incluso más tiempo, dependiendo de la efectividad. Es un tratamiento muy largo, duro y costoso, a veces alcanza las decenas de miles de dólares. En Georgia y Azerbaiyán, las autoridades están asumiendo los gastos del tratamiento, con la esperanza de mantenerlo controlado, pero todavía tienen mucho que resolver. 

  Se ha dicho que las cárceles, en particular, son un lugar perfecto para que la tuberculosis crezca y se propague, a causa del hacinamiento, la alimentación deficiente y la falta de servicios de salud. ¿Qué está haciendo el CICR para contener la propagación de la tuberculosis en las cárceles de Georgia y Azerbaiyán?  

En realidad, las cárceles son el sitio ideal para la tuberculosis porque son lugares cerrados. En las cárceles, la prevalencia es casi siempre más alta que entre la población civil, a veces hasta diez veces más, debido a las condiciones de vida, a la alimentación y a la contaminación cruzada.

Si bien se puede mantener personas encerradas en una celda, no se puede mantener la tuberculosis tras las rejas. Se propaga de cualquier manera: el guardia que la contrae y la lleva a su casa y su familia, que por supuesto no sospecha nada, o el detenido que es liberado y le resulta muy difícil seguir con el tratamiento cuando sale de la cárcel. 

Cuando la Unión Soviética colapsó, también se destruyó la infraestructura médica. Por ello, los ex países soviéticos registraron un significativo aumento de los casos de tuberculosis y de tuberculosis drogorresistente en los años 1990. Como parte de su labor humanitaria en países afectados por conflictos armados, el CICR visita cárceles para verificar las condiciones de detención. Cuando comenzamos a visitar detenidos en Azerbaiyán y Georgia en 1995, vimos que la tuberculosis estaba en preocupante aumento entre los reclusos, por ello comenzamos a trabajar con las autoridades para mejorar la detección, el tratamiento y el seguimiento.

  ¿Cómo se hace para detener una enfermedad asesina que no puede mantenerse tras las rejas?  

Bueno, lo primero que se debe hacer es asegurarse de que se cuenta con las herramientas y los recursos para identificar y abordar el problema. En Georgia, ayudamos a desarrollar un sistema de detección temprana y contribuimos con la aplicación de la estrategia DOTS, la sigla inglesa de Tratamiento Corto Directamente Observado, de la OMS. Significa que los pacientes deben tomar sus medicamentos bajo supervisión médica. Como resultado, se practicó un examen de detección de la tuberculosis a más de 200.000 detenidos entre 1998 y 2009. Se ha diagnosticado la enfermedad a unos 7.000 pacientes, que han comenzado el tratamiento.

Además, logramos importantes avances en el sentido de que llegamos el 90 por ciento de las unidades médicas de las cárceles y los establecimientos penitenciarios de Georgia, incluido el hospital penitenciario contra la tuberculosis de Ksani, cerca de Tiflis. El CICR también construyó y equipó el Laboratorio Nacional de Refeferencia de la Tuberculosis y ayudó a capacitar al personal.

Este mes, traspasamos la responsabilidad de nuestras actividades de lucha contra la tuberculosis en las cárceles a las autoridades de Georgia, pero seguiremos prestando apoyo y competencias técnicas. 

  ¿Qué puede decirnos sobre Azerbaiyán, donde se ha producido un fuerte aumento de la tuberculosis multidrogorresistente en los últimos años?  

En Azerbaiyán, hemos estado prestando asistencia a las autoridades penitenciarias para la realización de un programa contra la tuberculosis a lo largo de los últimos quince años. Hoy en día, todos los detenidos del país tienen acceso a un diagnóstico moderno y a medicamentos de alta calidad, en forma gratuita. Por ello, el número de muertes causadas por la tuberculosis en la Institución de Tratamiento Especial del país para personas detenidas, ubicada cerca de Bakú, pasó de casi 300 en 1999 a 20 el año pasa do.

Hace casi tres años, apoyamos al Ministerio de Justicia en la realización de un programa piloto para tratar pacientes con TB-MDR. Hasta ahora, se han anotado más de 220 detenidos. También estamos trabajando con el Ministerio de Salud para dar tratamiento de TB-MDR a las personas que han sido liberadas. Cubrimos los gastos de transporte de los pacientes y les entregamos alimentos y artículos de aseo todos los meses. Actualmente, son trece los ex detenidos que reciben tratamiento, y me satisface enormemente anunciar que otro paciente está ahora totalmente curado.

De todos modos, si bien ha habido logros en el tratamiento de la tuberculosis en las cárceles, Azerbaiyán, como muchos otros países, sigue afrontando numerosos desafíos ren relación con el tratamiento de ese problema en la población civil. Esos problemas van desde la identificación de nuevos casos y la facilitación del acceso al tratamiento, hasta los esfuerzos por desterrar el estigma y el aislamiento de que son objeto muchos de los pacientes.

Todavía queda mucho por hacer en esos aspectos, pero tengo la esperanza de que, con cada año que pasa, la comunidad internacional, los organismos de ayuda y las autoridades locales estarán cada vez más cerca de lograr que la tuberculosis sea asunto del pasado, de una vez por todas.