Uno de los trabajadores de Sayed Reza en una obra. FOTO: CICR/Zabihullah BARMAK

Afganistán: familias azotadas por la tragedia logran estabilidad financiera y recuperan la esperanza gracias a microemprendimientos económicos

Lesiones incapacitantes provocadas por municiones sin estallar, la muerte de un ser querido, dificultades económicas, traumas psicológicos y miedo al futuro: Sayed Reza, Muzhda Ahmadi y Abdullah Amiri han sufrido las consecuencias directas de la violencia y los conflictos armados que afectan a tantas personas en Afganistán. Pero sus vidas no han quedado paralizadas por las tragedias que azotaron a sus familias.
Artículo 04 abril 2024 Afganistán

Por el contrario, sus historias son historias de superación: lograron encontrar el rumbo y montar pequeños emprendimientos con la ayuda del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Estas iniciativas les permitieron mantener a su familia, saldar sus deudas, reinvertir en sus emprendimientos para lograr estabilidad e incluso generar oportunidades de empleo para otras personas afectadas por el conflicto armado.

Los tres forman parte de un grupo de 29 familias de las provincias de Balkh y Kunduz, seleccionadas para participar en un programa de microemprendimientos económicos del CICR en la región. Entre octubre y diciembre de 2023, el proyecto benefició a 232 personas. Según las estadísticas, las mujeres que formaron parte del programa lograron ganar un promedio de 7.867 afganis (110 dólares estadounidenses) al mes y los hombres, un promedio de 10.282 afganis (143 dólares estadounidenses).

Sayed Reza

Tiene 37 años y vive en la provincia de Balkh con sus cuatro hijos. Su historia tuvo un buen desenlace, pero comenzó con un hecho trágico. "Hace aproximadamente un año y medio, mi hijo sufrió una herida por una explosión. El CICR nos dio ayuda monetaria para superar las consecuencias económicas inmediatas del incidente. Luego, nos enteramos del programa de microemprendimientos económicos que ayuda a que las víctimas vuelvan a tener ingresos sostenibles. Con este programa, me capacitaron para montar y administrar un emprendimiento, y me dieron una ayuda de 1.700 dólares (121.550 afganis) para abrir mi propio negocio de soldadura".

Sayed Reza (derecha) supervisa el trabajo de su empleado para un proyecto que se le encargó recientemente en la ciudad de Mazar-i-Sharif, provincia de Balkh. (FOTOGRAFÍA: CICR/Zabihullah BARMAK)

Reza sabe que haber superado sus dificultades y conseguido estabilidad financiera es una experiencia inspiradora, por lo que le entusiasma ayudar a otras personas. Relata con orgullo: "antes de abrir mi negocio, era muy difícil mantener a mi familia. Ahora, tengo un ingreso promedio de 15.000 afganis (210 dólares estadounidenses) por mes. También pude generar puestos de trabajo para ocho personas en las provincias de Kunduz y Balkh, lo cual las ayuda a mantener a sus familias". Pero la estabilidad económica es solo una de las formas en que se mide el éxito de Reza. "Puedo mandar a mis hijos a una reconocida escuela privada. Eso me llena de alegría. Además, confirmé cuatro proyectos grandes, por lo cual me siento realizado y con seguridad en el futuro".

Muzhda Ahmadi tiene una pequeña granja ganadera en la ciudad de Mazar-i-Sharif, provincia de Balkh. (FOTOGRAFÍA: CICR/Zabihullah BARMAK)

Muzhda Ahmadi

En 2021, Ahmadi, de 30 años, perdió a su esposo debido al conflicto armado y pasó a ser la única responsable del bienestar de sus cinco hijos. "Ha sido un camino difícil, y tuve dificultades para mantener a mis hijos. Pero iniciar mi emprendimiento ganadero con la ayuda del CICR resultó ser una experiencia transformadora". Ahmadi dio el salto con la ayuda de una subvención del CICR de 1.450 dólares (103.675 afganis) y, desde entonces, ha expandido su negocio ganadero a punto tal de contar con un rebaño de once ovejas sanas. "Cuando los corderos estén listos para la venta, podré invertir en la educación de mis hijos así no tienen que pasar las mismas dificultades que yo".

Abdullah Amiri en la tienda de bordado que abrió en la provincia de Balkh con la ayuda del CICR. (FOTOGRAFÍA: CICR)

Abdullah Amiri

Tras una explosión en su tienda de comida rápida, el padre de Amiri sufrió lesiones en la cabeza y en las piernas. Ese incidente cambió la vida de toda la familia. Amiri, de 29 años, tenía dificultades para hacer frente a las consecuencias económicas del incidente, por lo que contactó al CICR y recibió una ayuda inicial en efectivo para cubrir sus necesidades básicas.

"Luego, el programa de microemprendimientos económicos se volvió una luz de esperanza para mí. Sabía bordar y siempre había soñado con abrir mi propio negocio. El CICR me dio 1.500 dólares (107.250 afganis); puse 1.000 (71.500 afganis) más y logré montar una tienda y un pequeño taller". El negoció despegó, y Amiri contrató a ocho personas, incluidas seis mujeres, para trabajar con él. Ahora tiene previsto expandirse a otros tres distritos.

Samargul Muhammadi (sentada debajo del afiche) puede coser más ropa y ganar más dinero trabajando en el taller que montó Abdullah Amiri. (FOTOGRAFÍA: CICR)

Samargul Muhammadi, una de las seis mujeres empleadas por Amiri, dice que el taller también fue un punto bisagra en su vida: "en el taller, puedo producir más cantidad de artículos, lo que hace que aumenten mis ingresos. De esa manera, llego a cubrir las necesidades de mi familia con comodidad e invertir en la educación de mi hermano".

Un proyecto para facilitar ingresos sostenibles

Entre mayo y junio de 2023, se realizó una evaluación económica integral en la provincia de Kunduz, y en los distritos de Chimtal, Dehdadi, Charbolak y la ciudad de Mazar-i-Sharif, en la provincia de Balkh, donde se identificaron 29 familias vulnerables, seis de las cuales corresponden a hogares encabezados por mujeres. La evaluación midió varios factores socioeconómicos, como habilidades preexistentes, conocimiento del mercado, nivel de entusiasmo, antecedentes educativos, posibles riesgos y viabilidad de las iniciativas comerciales propuestas. La asistencia económica se dividió en dos etapas –60 % en la primera etapa y luego, el 40 % restante– para garantizar la ejecución exitosa de cada plan de negocio y evitar el uso indebido de los fondos.

Ekramuddin Amiri, miembro del personal del CICR en la subdelegación de Mazar-i-Sharif, explica que la iniciativa tuvo un impacto más amplio: "nuestro objetivo principal era facilitar una fuente de ingresos sostenible para quienes han sufrido por la violencia y los incidentes de contaminación por armas. Pero fuimos testigos de un efecto dominó, ya que muchos se convirtieron en catalizadores de la creación de puestos de trabajo dentro de sus comunidades. Eso aumentó la visibilidad de sus emprendimientos y fortaleció la cadena de valor, principalmente, para quienes están en el sector lácteo. Además, se promovieron modelos de trabajo adaptativos, como la planificación de turnos de trabajo, sobre todo para quienes están en la industria de servicios, como el transporte. Lo más importante es que las familias de los sectores más vulnerables a raíz de las consecuencias del conflicto pudieron recuperar su dignidad".

Otras iniciativas que se llevaron a cabo en 2023 para fortalecer la seguridad económica:

  • 10.446 familias (83.568 personas) recibieron asistencia en efectivo polivalente para satisfacer sus necesidades básicas en las provincias de Gazni, Helmand, Herat, Farah, Kandahar, Kunar, Nangarhar, Kunduz, Samangan, Faryab, Jawzjan y Panjshir.
  • 2.467 familias (19.736 personas) obtuvieron ingresos a través de proyectos de dinero por trabajo, como la reparación de canales de riego en las provincias de Laghman, Farah, Khost, Kandahar, Helmand, Panjshir, Baghlan, Balkh, Herat y Nangarhar.
  • 2.498 familias (19.984 personas) que dependen de la agricultura en las provincias de Herat y Farah recibieron subvenciones en efectivo para preparar sus tierras y comprar suministros agrícolas.
  • 300 grupos de agricultores (2.400 personas) en Farah y Kapisa fueron capacitados en gestión de recursos y horticultura, respectivamente. En Kapisa, los agricultores también recibieron insumos para mantener sus huertos.
  • 907 mujeres embarazadas y lactantes con mayor riesgo de malnutrición recibieron educación nutricional y subvenciones en efectivo para acceder a una diversidad de alimentos en Kandahar.
  • 360 hogares (3.396 personas) que sufrieron violencia o fueron víctimas de incidentes de contaminación por armas recibieron asistencia para hacer frente a las consecuencias económicas.