Nasir Ahmad, de cinco años, padece talasemia. Está preparándose para su transfusión periódica, que se realiza cada cinco semanas. Según los médicos, la esperanza de vida de los niños que padecen esta enfermedad en Afganistán es de quince a veinte años, aproximadamente. Esto se debe a la ausencia de establecimientos de salud que ofrezcan los servicios necesarios, la falta de conocimientos acerca de la enfermedad por parte de las familias y el hecho de que no existan programas a nivel nacional sobre la talasemia, como en el caso de otros países.
Najibullah, de cinco años, un pequeño de Uruzgán, disfruta de un breve almuerzo. Padece síndrome nefrótico, una afección que compromete los riñones. Lo derivaron a Mirwais porque en su provincia no podían tratarlo.
Zabiullah, de dos meses, duerme mientras se recupera de una bronquiolitis, una infección respiratoria epidémica que afecta a cientos de bebés cada invierno.
Suleiman Shah, de cinco años, sufría de meningitis aguda con complicaciones hemorrágicas, pero hoy está recuperándose.
Una paciente esboza una enorme sonrisa al ver llegar a un enfermero.
Habib, de seis meses, padece neumonía aguda.
Una bebé prematura se mantiene abrigada en una de las nuevas incubadoras, con la ayuda de un pulóver tejido en Noruega que le trajo un enfermero del CICR.
Shagofa, enfermera pediátrica. Trabaja en la unidad hace cuatro meses y es una de las pocas enfermeras mujeres del establecimiento.
Muzalifa, de seis años, padece asma bronquial.
El pasado 6 de septiembre, se inauguró la nueva sala pediátrica del hospital Mirwais, de Kandahar. Se trata de una estructura restaurada que se destaca entre las demás instalaciones del hospital, en medio de una arboleda que ofrece un resguardo de lo que viene siendo un verano sin tregua. Apenas se secó la última gota de pintura, se trasladó a los pequeños pacientes desde el pabellón anterior hacia el nuevo.
La antigua sala pediátrica se ubicaba dentro de la estructura principal del complejo hospitalario y contaba con 93 camas distribuidas por todo el segundo piso del edificio. En la mayoría de los casos, los pacientes se veían obligados a compartir las camas de a dos, como mínimo. La nueva sala pediátrica ocupa hoy un edificio entero, con 157 camas repartidas en tres pisos. La mayor amplitud permite disponer de las áreas correspondientes para aislar a niños con enfermedades muy contagiosas, como sarampión, tuberculosis o meningitis. También hay una unidad de atención especial para niños que sufren de talasemia, una enfermedad sanguínea hereditaria muy frecuente en el sur de Afganistán que requiere de transfusiones frecuentes y periódicas. Pero el gran orgullo del nuevo sector es su unidad neonatal de 30 camas, que tiene once incubadoras, seis cunas térmicas y nuevos equipos modernos para brindar asistencia de primer nivel a bebés, sobre todo prematuros. Al mismo tiempo, funciona como espacio de apoyo a las madres, que reciben consejos sobre lactancia materna y hábitos saludables.
La apertura de la nueva sala es motivo de celebración. La tan esperada restauración de lo que solía ser una escuela de enfermería dio lugar a un pabellón más grande cuyo único objetivo es brindar a los niños la atención médica gratuita que necesitan desesperadamente. La iniciativa vino acompañada de un importante esfuerzo por incorporar más personal y nuevos equipos.
No obstante, no hubo tiempo para celebrar. Al cabo de un mes, el nuevo gran pabellón ya se había llenado y seguía recibiendo pacientes de todas las provincias de la región sur. "Recibir nuevos pacientes y tener la capacidad de ayudarlos es la mejor parte de este trabajo", afirma Shagofa, una enfermera pediátrica que trabaja en la unidad neonatal. "Estamos muy contentos con el nuevo pabellón, pero ya estamos esperando recibir más equipos y tener más espacio porque estamos desbordados".
Si bien no hubo tiempo para celebrar la apertura de la nueva sala pediátrica del hospital Mirwais, el tratamiento exitoso de todos y cada uno de los pequeños pacientes ya es celebración suficiente, no solo para las familias, sino también para empleados del hospital como Shagofa.