Opinión: Colombia no podrá aprender de sus errores si se olvida de los desaparecidos
Para conmemorar los 10 años de la Convención Internacional contra las desapariciones forzadas, Daniel Cahen, coordinador Departamento Jurídico del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Colombia, escribió esta columna y recordó el flagelo que viven miles de familias todos los días.
En este preciso instante, en todo el mundo, padres, madres, hermanos, cónyuges e hijos buscan desesperadamente a algún ser querido de quien no tienen noticias. Estas familias no pueden iniciar un proceso de recuperación y reconciliación.
La angustia perdura por muchos años, incluso después de terminado un conflicto o de que haya cesado la violencia. Esas heridas mal cicatrizadas pueden destruir el tejido social y socavar las relaciones entre naciones, incluso décadas después de los hechos.
Las sociedades no pueden reconciliarse y aprender de sus errores si no mantienen colectivamente el recuerdo de lo sucedido.
En Colombia hay casi 80.000 personas reportadas como desaparecidas, según los registros oficiales del Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres (SIRDEC).
Entretanto, en el Registro Único de Víctimas hay aproximadamente 160.000 víctimas de desaparición forzada (de las cuales, casi 46.000 son personas desaparecidas y el número restante, sus familiares). El drama humanitario es latente y grave.
El proceso de paz en La Habana entre el Gobierno y las FARC-EP ha alimentado las esperanzas de cientos de miles de familiares que buscan respuestas. Los acuerdos logrados hasta ahora -como el expresado en el acuerdo sobre las víctimas del conflicto (Ver Comunicado conjunto No.62) - promueven medidas de búsqueda de personas desaparecidas y crean, en perspectiva, una entidad especializada de búsqueda, incrementan el anhelo de los familiares.
Al respecto, el CICR ha tomado un papel en la implementación de medidas inmediatas. Hemos comenzado el trabajo de recibir información e iniciar la ubicación de lugares de entierro y búsqueda de restos humanos. No es una tarea fácil. Del total de desaparecidos en el país, estas medidas inmediatas ofrecerán respuestas a algunos familiares, muy pocos para el total, pero es un comienzo alentador.
En este marco de acción, es importante que las partes en la Mesa de Conversaciones en La Habana insistan en el carácter extrajudicial de los mecanismos de búsqueda de las personas desaparecidas; esto permite que haya más información que los actores quieren compartir y más probabilidades de tener información sobre los desaparecidos.
El fenómeno de la desaparición es complejo y, tomará tiempo… mucho tiempo para ofrecer respuestas a los familiares. Pero el camino, aunque largo, se ve más despejado.
Sí es posible prevenir más desapariciones
Respetar el derecho internacional, la integridad y la dignidad de todos los seres humanos, incluidos los que han fallecido, es levantar una barrera contra las desapariciones.
El derecho internacional humanitario (DIH) y el derecho internacional de los derechos humanos (DIDH) han promovido una serie de acciones para prevenir las desapariciones en tiempos de conflicto armado y otras situaciones de violencia, imponiendo obligaciones a las Partes o actores que participan de las hostilidades.
El DIH impone deberes de registro de datos del personal militar y de las personas detenidas, de comunicar a los familiares de las personas detenidas sobre su paradero, de dar tratamiento digno a cadáveres, entre otras medidas de este talante.
Más allá de la desaparición forzada
La desaparición forzada de personas y su uso como estrategia de guerra y mecanismo de intimidación merece el rechazo de todos. Eso no está en discusión.
Sin embargo, desde un punto de vista estrictamente humanitario, el principal elemento de preocupación es la pérdida de contacto entre la persona desaparecida y su familia. Creemos que allí está el origen de la incertidumbre, el miedo, la angustia y el dolor de los familiares.
Además de la desaparición forzada, existe pérdida de contacto que también se puede producir por otras circunstancias relacionadas con el conflicto armado o con otras situaciones de violencia: reclutamiento, desplazamiento forzado, detenciones ilegales o sin registro, muerte de personas seguida del ocultamiento del cadáver, tratamiento inadecuado de restos humanos, entre muchas otras.
La invitación en este punto no es a restar importancia a la gravedad de la desaparición forzada. La invitación que hacemos es tener una alternativa distinta de análisis para posibilitar una atención más digna, más justa y más comprensiva del dolor de las familias.
El tipo de situación que producen las desapariciones, sea de conflicto armado o de violencia interna, no debería decidir la forma de abordar el tema. El factor determinante que motiva la acción está originado en que las desapariciones ocurren, tanto por los actos de guerra y la violencia como por la desorganización o negligencia administrativa y la falta de buena voluntad de las autoridades públicas o los grupos armados.
La comprensión integral de la problemática, así como tomar medidas de prevención, seguramente promoverá la eliminación paulatina de las barreras que hoy impiden que los familiares de personas desaparecidas tener noticias de sus seres queridos.
Finalmente, queremos destacar que, así como los familiares nunca olvidan a los que están hoy ausentes, en el CICR no olvidamos que hay dolor entre los que esperan noticias de sus seres queridos. Seguiremos trabajando por ellos y esperamos que ustedes no hagan oídos sordos a este llamado.
Por: Daniel Cahen, coordinador Departamento Jurídico del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Colombia*
*Este artículo es una adaptación del discurso dado en Bogotá el 2 mayo de 2016 en la Universidad Externado de Colombia para conmemorar los 10 años de la Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas.
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