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Colombia: Recuperación y entrega de tres hermanos desaparecidos en el sur de Córdoba

Pasaron 15 años, 4 meses y 27 días para que Héctor, Luis y Rafael descansaran en paz. Sus restos ya se encuentran en el cementerio de la vereda donde nacieron, crecieron, compartieron y se hicieron querer.

La agonía y zozobra que significaron cada una de las 24 horas de esos 5629 días para la familia, tras la desaparición de estos tres hermanos, terminó de una manera que nadie deseaba, pero que la resignación les obligó a aceptar.

La familia se reunió alrededor de una mesa de madera, ubicada en el medio de lo que en esa zona de Córdoba se conoce como kiosko, ese lugar de la casa sin paredes, con techo de paja, que está entre la cocina y las habitaciones, que permite que la brisa entre para refrescar y donde se pueden colgar las hamacas para descansar y dejar que pasen las horas del día.

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En esa mesa estaban tres cofres y en su interior, lo que el tiempo y la selva dejaron como evidencia de los tres cuerpos de ellos. Las miradas de los presentes no se desviaban; madre, hermanas, hermanos, tíos, primos, sobrinos y hasta hijos por medio de videollamadas observaban esos cofres y las fotos en vida de Héctor, Luis y Rafael. Las sensaciones y pensamientos se mezclaban, los recuerdos de esta pérdida brotaban, así como las lágrimas.

Foto: Ricardo Monsalve / CICR Colombia

La familia se reunió y, con sus creencias religiosas, hizo un homenaje a los tres hermanos, quienes después de 15 años, regresaban a casa.

"En el momento en que llegaron y los pusimos ahí en la mesa fue muy duro, porque uno no quiere recibir a un familiar de esa forma y después de tantos años, menos. Como ya sucedió todo hay que aceptarlo, fueron muchos momentos compartidos, se vienen mil recuerdos a la mente y al final eso es lo que queda", dijo Rober Pastrana Ruiz, uno de los hermanos.

Ahí, sentada al frente de sus hijos estaba Ana. su rostro reflejaba ese cansancio de esperar con más dudas que respuestas, solo con el apoyo de sus propios sueños y pensamientos en los que Héctor, el mayor de los desaparecidos, le daba las respuestas que buscaba, pero que en la realidad nadie las confirmaba. "Yo lloraba de noche y de día. Un 24 de diciembre, el primero sin ellos, sentí al lado de la cama una presencia, la de él, el de la carita más gorda", decía Ana mientras señalaba la foto de Luis.

"No quiero que llores ni estés triste mami. Yo sé que siempre pasamos 24 y 31 juntos, pero este año no nos esperes, porque no vamos a llegar, porque a nosotros nos mataron, me decía. Yo pensé que estaba dormida y no, no lo estaba. Al otro día fui a un potrero sola y le hablé a Dios. Le dije que me diera una señal si mis hijos estaban muertos. Ahí fue que sentí que alguien me sopló el brazo derecho, no había nadie al lado. Me arrodillé, lloré y le di gracias a Dios porque sentí un alivio, no felicidad, pero sí una calma. A partir de ahí, cada día pedía recuperar sus cuerpos", recordó.

Aferrada a esa fe que la ayudó a sobrevivir este trago desgarrador que la vida le dio, ahora cae en la cuenta de que esta vez, cuando se anime a buscarlos, será diferente. Aunque ya sabrá donde encontrarlos, no será igual a como era antes, cuando ellos respiraban.

Foto: Ricardo Monsalve / CICR Colombia

"Añoro mucho que hubiera pasado lo que alguna vez pasó. Que yo los fuera a buscar donde estuvieran porque no sabía de ellos y les llegaba de sorpresa, así ocurrió un par de veces. Ahora eso nunca va a volver a pasar, nunca más"</h2>

Los cuerpos de Héctor, Luis y Rafael permanecieron entre los años 2008 y 2021 en una fosa ubicada en zona selvática del sur de Córdoba, en inmediaciones del Parque Nacional Natural Nudo de Paramillo, hasta que fueron recuperados por un equipo del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y entregados al Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, que, luego de dos años de estudios, logró su plena identificación.

En ese húmedo, tupido y remoto paraje selvático ubicado a más de 7 horas en mula desde el centro poblado más cercano, fueron ultimados y enterrados por un actor armado. Haber ido a buscar trabajo a esa zona, con la creencia de que iban a poder encontrar una mejor oportunidad de vida para ellos y para sus familias, fue lo último que hicieron en vida.

"Allá sus cuerpos reposaron durante trece años, para mí es un lugar santo. Dejamos allá una cruz porque en ese sitio estuvieron sus cuerpos trece años, fue muy doloroso, pero la diferencia es que ahora están en su tierra. Ahora van a estar en el cementerio que es donde deben estar todos nuestros cuerpos cuando partamos de este mundo, un lugar santo. Esto era algo que deseábamos ver, que ellos tuvieran ese entierro digno", expresó Patricia Pastrana Ruiz, una de las hermanas que vivió en carne propia la búsqueda, recuperación y despedida de sus hermanos durante más de trece años.

Y es que la búsqueda de ese sitio donde habían sido enterrados Héctor, Luis y Rafael fue bastante compleja. Rober, el hermano, recuerda que luego de intentar ingresar a la zona para averiguar ese punto exacto, se hizo pasar por funcionario del Gobierno, pero su rostro y parecido a sus hermanos fue un arma de doble fijo para la fachada que había montado.

Una señora me reparaba y me reparaba, se puso a llorar y me dijo que no le dijera mentiras, que mi rostro le decía todo a ella, que era igualito a ellos y que me iba a ayudar a encontrarlos. Eso cambió todo

Foto: Ricardo Monsalve / CICR Colombia

La familia de Héctor, Luis y Rafael decidió que los tres hermanos fueran inhumados juntos en el cementerio del pueblo donde nacieron. Allí descansarán en paz.

No se arrepiente por los riesgos que tomó, hizo lo que estaba en sus manos para recuperar a sus seres queridos. "Lo que hice para buscarlos lo hice porque me nació, no quería que mi mamá estuviera preocupada, había que encontrarlos a ellos y ella quería saber qué había pasado, fueran vivos o muertos", afirmó.

Fueron años de búsqueda autónoma, tocando puertas en instituciones sin muchas respuestas. Hasta que el CICR conoció el caso, en 2018, e inició todo un proceso en el que, entre otras acciones, hubo diálogo confidencial y bilateral con actores armados para la ubicación del sitio y acceso a este.

Al final, fue una labor que llenó de satisfacción al equipo, tal y como lo expresó Jorge Araujo, del equipo de Protección del CICR: "Se siente una gran satisfacción de manera que el CICR pudo encontrar y entregar a estos tres hermanos a su familia, que estaba en proceso de búsqueda hacía muchos años. Nos sentimos contentos porque esta familia pudo despedir dignamente a sus seres queridos, pero no paramos la búsqueda de otras personas que continúan desaparecidas y seguimos con el apoyo a sus familias".

Fueron trece años en los que las dudas y la falta de energía por poco le ganan la carrera a la búsqueda de esta familia. Sin embargo, fue mayor la perseverancia. El amor hacia Héctor, Luis y Rafael y la esperanza de encontrarlos y llevarlos a un sitio de descanso eterno y en paz fue lo que se impuso al final.

"Algo en mi corazón me decía que sí íbamos a presenciar todo esto", afirmó Patricia

"Pensé que nunca iba a suceder esto, lo que está pasando ahora. Gracias a todo este procedimiento se logró y ahora me siento bien, en paz", aseguró Rober.

"En ningún momento perdí la fe", concluyó doña Ana.