Con huertas ancestrales, indígenas hacen frente a la guerra en Colombia

  • La comunidad indígena nasa que habita La Mina, corregimiento de Jambaló, Cauca (suroccidente de Colombia) ha tenido que sobrevivir en medio del conflicto armado. En muchas ocasiones, los enfrentamientos han dificultado la siembra, cosecha y comercio de productos. Para aliviar esta situación, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) culminó en agosto pasado un proyecto para que 205 familias indígenas mejoren su seguridad alimentaria.
    CC BY-NC-ND/CICR/Santiago Giraldo
  • Uno de los mayores logros fue fortalecer la tradición de las huertas 'Tul', parcelas que las familias indígenas elaboran con prácticas ancestrales. Docentes y 22 estudiantes de la Institución Educativa Kwe’sx Piya Yat ('nuestros sitios de aprendizaje') participaron de la intervención del CICR.
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  • Para César Casso, beneficiario de la vereda Guayope, lo más importante de la intervención adelantada por el CICR es el intercambio de saberes: “Los jóvenes han recuperado las tradiciones indígenas de antaño y los mayores han aprendido algunas técnicas para mejorar la producción de sus cultivos”.
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  • Cada estudiante tuvo a su cargo un núcleo de trabajo de 10 familias en diferentes veredas. “El proyecto ha sido magnífico porque ha beneficiado a muchas familias en la parte alimentaria, nutricional y económica. Además, se logró la recuperación de los saberes propios de la comunidad y de la huerta 'Tul' que se había perdido en muchos hogares”, dijo Carlos Guegia, estudiante y habitante de la vereda Altamira Bateas.
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  • El estudiante Daniel Suárez manifiesta que hoy se siente más seguro: "Cuando no teníamos las huertas familiares y llegaba el conflicto, no sabíamos qué hacer. Ahora tenemos dónde meter la mano y, así, estamos más tranquilos. Ya no nos sentimos solos en esta guerra”.
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  • Las 205 familias beneficiarias de la intervención del CICR recibieron semillas autóctonas de la región, gallinas criollas y materiales para la elaboración de abonos orgánicos. Además, fueron capacitadas en diferentes aspectos de la producción agrícola por jóvenes de su misma comunidad.
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  • En la Institución Educativa Kwe’sx Piya Yat se implementó una parcela ‘Tul’ de cultivos de plátano, maíz y yuca. Además, los estudiantes tienen a su cargo la cría de 50 gallinas criollas y cinco gallos.
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  • La tradición agrícola de los indígenas nasa defiende la producción de alimentos en armonía con la naturaleza y con los espíritus que guardan el territorio. Luisa Jimena Campo, docente de la Institución Educativa Kwe’sx Piya Yat, asegura que el proyecto disminuyó notablemente la deserción escolar. “Hoy los muchachos ya no son solo estudiantes: son líderes sociales con credibilidad en su comunidad. Este proyecto ha puesto en práctica sus habilidades técnicas en el tema agropecuario”, dijo.
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  • Las huertas 'Tul' y las gallinas garantizan hoy el acceso a los alimentos en épocas en las que se agudiza el conflicto. “Muchos estábamos perdiendo las tradiciones agrícolas de los ancestros. Este proyecto generó un cambio, porque los jóvenes sembrábamos por sembrar; ahora los hacemos con la técnica utilizada por nuestros mayores”, dijo Juan Carlos Rivera, habitante de la zona.
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  • Los productos cosechados de las huertas ‘Tul’ complementan hoy la alimentación de las familias nasa del corregimiento La Mina. Hoy estas familias consumen los alimentos producidos en sus propios hogares.
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  • El CICR sigue presente en esta zona del Cauca para responder a las necesidades humanitarias de la población. En su diálogo permanente con los actores armados, la organización recuerda la importancia de respetar y proteger a la población civil.
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08 octubre 2015

El Cauca, en el suroccidente de Colombia, ha sido uno de los epicentros históricos del conflicto armado en Colombia. Allí, las tradiciones agrícolas del pueblo nasa, que van desde creencias ancestrales sobre la siembra y rituales para el cultivo y la cosecha, se han visto amenazadas. Desplazamientos, participación de niños y niñas en el conflicto y presencia de restos explosivos de guerra y artefactos explosivos improvisados son algunas de las consecuencias humanitarias de la guerra sobre esta región. Una iniciativa de la comunidad, apoyada por el CICR, ha permitido retomar esas tradiciones.