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Perú: las mujeres y su vida en las prisiones

Un diagnóstico sobre la situación de las mujeres privadas de libertad en el Perú, realizado en el 2014, en 6 penales del país, echó luz sobre las prácticas penitenciarias que deben desarrollarse para mejorar la vida de cientos de mujeres en prisiones.

Ser mujer y estar recluida en un penal en el Perú supone un ejercicio de adaptación intenso. Las mujeres tienen que incorporarse a un sistema de reclusión que, como en muchos países del mundo, ha sido pensado sólo para una población masculina y que no ha considerado las necesidades, las circunstancias específicas, y experiencias de las mujeres; ni sus vivencias diferenciadas ante el encierro.

« El diagnóstico realizado será la base para la realización de un protocolo de atención integral para el adecuado tratamiento penitenciario de las mujeres privadas de libertad en los establecimientos penitenciarios a nivel nacional. Esta investigación nos permitió tener una radiografía de la situación de las mujeres detenidas en el Perú y los posibles aspectos que deben trabajarse para mejorar la vida de las detenidas », manifestó Carole Pittet, Coordinadora de Protección del CICR para Bolivia, Ecuador y Perú.

Penal de Yanamilla, Ayacucho. Las mujeres ocupan su tiempo en talleres de costura, tejido y manualidades, entre otros. ©CICR/Nadia Cohen

Uno de los problemas centrales identificados es el hacinamiento, con una sobrepoblación de 119%. Esta situación afecta la calidad y cantidad de los servicios para toda la población penitenciaria, impactando, especialmente, en la vida diaria y el estado emocional de las internas.

En términos de salud, el diagnóstico evidenció la carencia de servicios de salud dirigidos a los problemas sanitarios de las mujeres, así como programas de atención para las adultas mayores, mujeres con problemas de salud mental o drogodependencia. Asimismo, deficiencias en cuanto a la provisión de dietas específicas para mujeres gestantes, lactantes, enfermas o adultas mayores.

De igual forma, las niñas y niños acompañantes son vulnerables a las condiciones de encierro y entre otros aspectos, no cuentan con servicios de pediatría. La mayoría de los talleres que se ofrecen están relacionados con tareas tradicionalmente asignadas a las mujeres. Por otro lado, hay mujeres que desean terminar sus estudios pero no cuentan con las facilidades para este propósito. . Otra situación adversa es la dificultad para conseguir una asesoría legal oportuna y de calidad.

Penal de Yanamilla, Ayacucho. En la cocina las internas se organizan para hacer una olla común y preparar los alimentos. ©CICR/Nadia Cohen

En muchas ocasiones priman las cuestiones de seguridad sobre el mantenimiento de lazos familiares y escasean los profesionales (trabajadoras sociales, psicólogos) por lo que hay dificultad para la continuidad de los tratamientos psicológicos intra y extramuros.

Otro aspecto importante que no es abordado de manera integral es la temática de la violencia psicológica, física y/o sexual.

Finalmente, la diversidad de características, procedencia y condiciones de las mujeres privadas de libertad en el Perú (indígenas, jóvenes, madres, adultas mayores, extranjeras etc.) exige que sus necesidades de atención sean también tomadas en cuenta en las regulaciones penitenciarias y requiere de la participación, junto a la institución penitenciaria, de los sectores gubernamentales a cargo de la educación, salud y protección de la mujer y el niño.

El protocolo de atención integral que será desarrollado es un esfuerzo por encaminar al sistema penitenciario peruano hacia el cumplimiento progresivo de las Reglas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de las Reclusas y Medidas no Privativas de la Libertad para las Mujeres Delincuentes (Reglas de Bangkok*), aprobado por la Organización de las Naciones Unidas en el año 2010.

Penal de Yanamilla, Ayacucho. Los niños y niñas pueden acompañar a sus madres en el encierro hasta los tres años de edad. ©CICR/Nadia Cohen

El CICR brinda un apoyo técnico a las autoridades realizando evaluaciones integrales e identificando las principales problemáticas de la detención y recomienda, de ser el caso, acciones para garantizar que las personas privadas de libertad, independientemente de los motivos de su arresto, sean tratadas con humanidad y que las condiciones de detención sean dignas.

*Las Reglas de Bangkok son un instrumento mediante el cual se fija estándares mínimos para el tratamiento y atención de las necesidades específicas de las mujeres privadas de libertad.